En octubre está citado un sínodo de obispos en Roma, para tratar el problema de la Amazonia y en el documento a discutir uno de los puntos que se propone es el de la ordenación de hombres casados, para impartir los sacramentos en las regiones más apartadas.
De aprobarse la propuesta, que se sabe cuenta con la simpatía del Papa y de otros obispos, implicaría un paso hacia adelante, aunque todavía pequeño, en el debate sobre la posibilidad de que el celibato sea opcional en la Iglesia y no una norma que vale para todos.
Se sabe, aunque se mantiene en silencio, que la Iglesia acepta que sacerdotes que tienen pareja o se casan continúen en su ministerio siempre que la comunidad a la que sirven acepte la situación.
Uno de los casos más conocidos de esta práctica es lo que hacía Pedro Casaldáliga (1928) que de 1971 al 2015, 44 años, fue obispo de Sao Felix, en la región selvática del Mato Grosso en Brasil. Cuando uno de sus muy pocos sacerdotes le decía que se retiraba para casarse, reunía a la comunidad y les planteaba que no podía mandarles a otro, pero si admitían al que tenían, en su nueva condición, se los dejaba. Las comunidades siempre lo aceptaron.
La propuesta que contiene el documento Amazonia: Nuevos Caminos para la Iglesia y por una Ecología Integral plantea que “para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya a una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”.
Para la italiana Lucetta Scaraffia, historiadora de la Iglesia, la propuesta es una decisión valiente y positiva del Papa Francisco que “puede ser el preludio de algo más amplio, es decir, de la posibilidad de que los hombres casados puedan ser ordenados sacerdotes” (El País 18.06.19).
Y añade que se trata de una decisión ligada “a la batalla contra el clericalismo que con tanto valor está combatiendo el Papa Francisco. Y esto por una razón muy sencilla: la severidad al afirmar y recalcar que, en la historia, el celibato eclesiástico ha ido a la par con una especie de glorificación del clero, cuyo estatus se alejaba cada vez más del de los fieles comunes”.
La importancia de este sínodo radica en que ahora la discusión adquiere carácter de una propuesta oficial y no es algo que se trate bajo la mesa y de manera silenciosa. El responsable de la Congregación del Clero, el cardenal Beniamino Stella ha dicho que el tema debe ser “evaluado con atención, y sin cerrazón y rigidez”. Espero que los obispos digan sí a la propuesta. Sería un paso adelante en la dirección correcta.
Twitter: @RubenAguilar
El Economista