*Oh esa muerte de los Papas. Camelot.

LOS LIBROS DEL PAPA ENVENENADO

Uno puede releer un libro ya leído hace tiempo, y se descubren cosas que quizá a la primera leída no brincaron en tu mente o no llamaron la atención. Ahora me puse a darle una segunda ronda a un libro, aunque Lara decía que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan pena, esta ronda de libros que han gustado son rondas sublimes. Los libro suelen transportarte hasta los sitios dónde jamás has ido, la imaginación te lleva a ellos. No tenía que ver y me puse a revisar mi biblioteca y encontré aquel libro extraordinario, que salió no hace mucho, escrito por un colombiano. El libro se llama, ‘Plegaria por un Papa envenenado’, lo escribe Evelio Rosero, y nos lleva a la noche en que Albino Luciani, EL Papa de la sonrisa eterna, Juan Pablo I, el primer Papa que usa dos nombres compuestos, los malosos del Vaticano le dieron su té bien calientito y lo mandaron a ver a su patrón, a Jesucristo y a Dios, a los 33 días de su reinado, la misma edad de Cristo en años, 33 años, y los libros comenzaron a circular con eso que pareció una tragedia griega, cuando la gente mala del Vaticano, el Obispo del dinero, el llamado banquero de Dios, Paul Marcinkus y flota ensotanada que lo acompañaron, lo envenenaron esa madrugada cuando el Papa al otro día pensaba darles su cambio, mandarlos al purgatorio por haber permitido que la Logia Masónica se apoderara de la iglesia católica y permitir que a través del Banco Ambrosiano se apañaran más lana que Peña Nieto y Lozoya juntos, estos acá en Pemex, vía Odebrecht. Hubo mano negra en esa muerte, como se queja AMLO y van él y Durazo contra Calderón, y no fue lejos por la respuesta, Calderón no es dejado, y que no le busquen porque encuentran. Yo recuerdo en mis cortas veces que he ido a Roma y al Vaticano, visitar las tumbas papales, aquel año cuando murieron y se conformó los 3 meses de los 3 Papas, el que había muerto de viejito, Pablo VI (80 años); Luciani (65 años), que llegaba a que lo envenenaran, y Juan Pablo Segundo, que llegó a sellar el ataúd con clavos de su colega envenenado y nadie volvió a mencionar nada, aunque los libros del crimen salieron a la luz pública y el mundo se enteró de esa tragedia.

LOS ATAUDES PAPALES

Uno caminaba entre los féretros de los Papas y cuando llegabas al de Albino Luciani, la gente se detenía y rezaba y comentaba: ‘Mira, es el Papa que envenenaron”. Si hubiera sido un cuenqueño de Tierra Blanca, su expresión habría sido: “Mira manito, es el Papa que se escabecharon”. No hubo católico y no católico sobre la tierra que no pensara eso. Yo mismo lo escuché cuando hacia la fila para ver su tumba fría, llena de mármol y de rezos, entre murmullos lo afirmaban. No permitieron la autopsia y esa fue otra de las líneas de investigación que llevaron a los Winckler de allá, a no saber la verdad, porque los fiscales italianos nunca pudieron entrar a esas habitaciones. No pasa nadie, gritaba el famoso Marcinkus, había que borrar todas las huellas del crimen. Conjura entre ensotanados. El Vaticano no permite que ninguna autoridad externa asome sus narices, todo es entre ellos, por algo son un Estado Vaticano. Hubo otro libro que perdí y que mi amigo, nuestro pastor que mucho extrañamos, el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, que ahora vive y lleva la palabra de Dios en Colima, me lo obsequió, y ahora leo entrando al mismo tema, ese se llama: ‘Como un ladrón en la noche’, con la misma conjura del envenenamiento. El primer libro de ese crimen fue, el de David Yalop, En el nombre de Dios. Papas asesinados ha habido muchísimos, comenzando por San Pedro, que fue crucificado. El célebre Papa de Italia, Albino Luciani Tancon, fue el Papa número 263, de origen Canale d’Agordo, Reino de Italia, nació el 17 de octubre de 1912 y falleció el 28 de septiembre de 1978 a los 65 años, sus restos se encuentran sepultados en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Quizá, cuando Marcinkus llegó a aquella fila en el Cielo, San Pedro le tuvo que haber negado la entrada y mandarlo al Purgatorio. Descanse en paz.

www.gilbertohaazdiez.com