SIN FRONTERAS
Joaquín López-Dóriga Ostolaza
Se trata de un recorte preventivo, anticipando que la incertidumbre provocada por las tensiones comerciales podría tener cierto contagio a la economía estadounidense; falta de información sobre futuros recortes generó nerviosismo
Ayer, miércoles, se dio el anuncio de política monetaria de la Fed más esperado de los últimos años, con el Comité de Mercado Abierto (FOMC, pos su sigla en inglés) recortando la tasa de interés de referencia por primera vez en más de una década, y anunciando la conclusión anticipada (a partir del 1 de agosto) del programa de reducción del balance de la Fed.
El recorte de 0.25% estaba ampliamente descontado por el mercado y la atención estaba realmente concentrada en encontrar señales sobre posibles recortes adicionales en lo que resta del año.
Aunque la Fed venía preparando a los mercados para este recorte desde hace unos meses, la decisión no se dio sin controversia, con dos miembros del FOMC votando por mantener las tasas sin cambio.
La controversia se ha dado porque hasta ahora la economía estadounidense ha tenido un comportamiento en línea con lo esperado: una desaceleración gradual pero con niveles de empleo y actividad económica que son aún sólidos.
Durante la conferencia de prensa del gobernador de la Fed, Jerome Powell, tomó varios minutos para justificar el fuerte cambio de dirección de la política monetaria de los últimos ocho meses. Vale la pena recordar que en el último trimestre del 2018 la Fed había expresado que las tasas aún estaban lejos de llegar a un punto neutral, anticipando hasta tres incrementos adicionales en el 2019.
Para Powell, una serie de riesgos crecientes, entre los que destacan la guerra comercial y la desaceleración global, han ameritado que la Fed de un giro de 180 grados en su postura monetaria, descartando futuras alzas y revirtiendo parte de los incrementos de los últimos 18 meses. Para la Fed, la gran incertidumbre que rodea al comercio internacional y la posibilidad de crecientes tensiones (como las observadas en mayo cuando EU amenazó con extender aranceles a todas las importaciones de China) están teniendo un fuerte impacto negativo en los niveles de inversión a nivel internacional, y causando una fuerte desaceleración en la actividad manufacturera a nivel global, lo que ha obligado a otros bancos centrales a implementar medidas acomodaticias de política monetaria y reducir sus tasas de interés.
En este entorno, la Fed ha detallado que mientras el consumo y el empleo se mantienen sólidos en EU la actividad manufacturera y la inversión han mostrado una desaceleración importante.
La Fed también destacó que la inflación se mantiene por debajo del objetivo y que las expectativas de inflación de largo plazo no registran presión alguna. Ante esta situación, optó por un recorte preventivo, anticipando que la incertidumbre provocada por las tensiones comerciales podría tener cierto contagio a la economía estadounidense.
A pesar del recorte, los mercados reaccionaron de manera negativa ante la falta de información concreta sobre futuros recortes. Aunque Powell no descartó recortes adicionales, fue muy enfático en comunicar que este recorte no es el comienzo de un largo periodo de reducciones en la tasa de interés. Para que esto sucediera, la economía tendría que presentar señales reales de debilidad y, a juicio de la Fed, éste no es el caso actualmente.
Aunque no hubo una señal clara, pareciera que la Fed está tratando de comunicar que existe la posibilidad de un segundo recorte en lo que resta del año, pero que un tercer recorte estaría descartado a menos de que haya un claro deterioro en el panorama de riesgos.
Por vacaciones, esta columna volverá el 20 de agosto.
joaquinld@nulleleconomista.com.mx
Tomado de El Economista.