El escritor de origen judío Franz Kafka pidió en el lecho de su muerte que los manuscritos que dejó fueran destruidos, un deseo que no se le cumplió, y hoy cientos de documentos de su obra literaria, que estaban ocultos en cajas fuertes del banco de Suiza salieron a la luz en Jerusalén.
La Biblioteca Nacional de Israel expuso cientos de cartas, diarios, cuadernos, bocetos y escritos a mano del autor de ‘La metamorfosis‘, los cuales se encontraban en 60 carpetas del archivo personal de su íntimo amigo Max Brod, a quien Kafka instruyó quemar los documentos; pero éste no los destruyó y viajó con ellos a Palestina en 1939, editando gran parte de la obra literaria para así contribuir a su publicación.
Entre los hallazgos más ‘novedosos‘ se encuentra un cuaderno con textos en hebreo, que el escritor enviaba a su profesor de ese idioma. Los expertos sabían que Franz había estudiado aquella lengua, pero no estaban seguros que pudiera escribir con fluidez, situación que convierte a este documento en un gran descubrimiento.
También se pueden observar cuadernos con dibujos o garabatos de figuras humanas, muchas de ellas en situaciones humorísticas y otras, todo lo contrario. Junto a estos se encontró una carta de 47 páginas que estaba dirigida a su padre, con quien tuvo una relación complicada, pues su progenitor lo aterrorizó durante su infancia.
Muchos de los manuscritos del autor de ‘El castillo’ quedaron en manos de los sobrinos de Brod en Inglaterra a principios de los sesenta, se encuentran en Oxford. El resto permaneció con Max, quien antes de morir los envió a Suiza para salvaguardarlos. Otros los dejó en herencia a su secretaria, Esther Hoffe, quien los habría legado a su hija Eva, quien luchó por mantenerlos en su propiedad, pero en 2016 el Supremo israelí dictaminó que los bienes de Kafka pasaran a pertenecer a la Biblioteca Nacional de Israel, una decisión ejecutada por la Justicia suiza.
El litigio para recuperar el acervo duró 12 años.