*Mata mis deseos y mis ángeles morirán también. Tenesee Williams. Camelot.
EL GRAN TOREO DE ORIZABA O AHÍ LLEGO EL EMPERADOR
El secretario del Ayuntamiento, Alfredo Hernández Ávila, hijo del eterno dirigente sindical, Enrique Hernández Olivares, llamó a quien esto escribe porque, a mi Facebook subí lo de un evento de lucha libre en el Toreo de Orizaba, hoy llamado Centro de Espectáculos la Concordia, me dijo que el evento se hizo gracias a la CROM y al apoyo de algunos empresarios afiliados a ese organismo. Me reservo los nombres. El llamado antiguamente Toreo de Orizaba no había visto un lleno total, a los niños les encantan las luchas libres, reapareció el exalcalde Juan Manuel Diez Francos, disfrazado de Blue Demon o del Cavernario Galindo, quien entregó un reconocimiento y partió plaza, como en tarde de toros. Su súbita presencia despertó comentarios políticos. Unos dicen que se subió al ring y va a la pelea a tres caídas sin límite de tiempo (considerando que ha sido dos veces alcalde de Orizaba), el llamado emperador partió plaza y la gente se acercaba a las selfies. Allí está listo, para lo que viene. Lo arropó el secretario de Ayuntamiento, quien le quitó la capucha. Y mi mente se fue al gran ausente, el ingeniero Luis Gutiérrez Príncipe, un amigo que día a día se le extraña. Creador de obras monumentales, como ésta, cuando en tiempo que los toros lo eran todo y, como decía Pepe Alameda: “El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega”, aquí llegaron en una decena de años los más grandes toreros del mundo, los de España y México, los más grandes rejoneadores, las más grandes figuras. Inaugurado por Patricio Chirinos, en 1994, visitado por los gobernadores veracruzanos en turno: Alemán, Fidel Herrera y Duarte, cuando Yunes llegó ya no había toros, todos los toreros se asombraron con la bella construcción de ese sitio que hoy está en manos del Ayuntamiento, que hace todo para tenerlo en orden, en lo legal y que allí se puedan mantener eventos como este de las luchas libres, que arrojó un gran lleno. Y se recuerdan esas tardes en que la afición venía a Orizaba, comían los afamados langostinos en el Romanchu de la Calle Real y de ahí a los toros, con las botas españolas llenas de vino, y a gritar los olés, olés. Eran tardes monumentales. Luego, tiempo después los gobiernos de Veracruz comenzaron a dar permisos a promotores que llegaban con plazas de toros portátiles y chafas en Veracruz Puerto, y eso hizo que aquí cayeran los espectáculos, además que las crisis económicas llegaban. Pero Orizaba vivió su esplendor. Luis Gutiérrez Príncipe se hizo un reto, cuando aquel temblor (1973) tiró la antigua plaza de toros de la Calle Real, dijo que algún día construiría una nueva, y eso hizo, construyó una belleza que aún ahí está, como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo, y los espectáculos. Gran recuerdo de nuestro amigo. A su muerte, en diciembre de 2018, la gente pidió a las autoridades orizabeñas que ese sitio llevara el nombre de Luis. Centro de Espectáculos La Concordia, Luis Gutiérrez Príncipe. Como se estila a reconocer a la gente de bien que aquí vivió y aportó obras importantes.
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