Los niños migrantes que fueron separados de sus padres en la frontera entre Estados Unidos y México el año pasado sufrieron estrés postraumático y otros problemas graves de salud mental, reveló un informe del organismo de control este miércoles.
El proceso de reunificación caótica solo se sumó a su terrible experiencia, apunta.
Los menores, muchos ya angustiados en sus países de origen o por el viaje, mostraron más miedo, sentimientos de abandono y síntomas de estrés postraumático que los niños que no estaban separados, según un informe de la oficina del inspector general en el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Algunos lloraron desconsolados. Otros creían que sus padres los habían abandonado y estaban enojados y confundidos. “Otros niños expresaron sentimientos de miedo o culpa y se preocuparon por el bienestar de sus padres”, según el informe.
El reporte es el primero sustancial de una agencia gubernamental sobre cómo la separación familiar bajo la política de “tolerancia cero” de la administración Trump ha afectado la salud mental de los niños. Se basó en entrevistas con alrededor de 100 médicos de salud mental que tuvieron interacciones regulares con niños pero que no abordaron directamente la calidad de la atención que recibieron.
Un segundo informe del organismo de control, también publicado hoy, descubrió que miles de trabajadores de cuidado infantil tenían acceso directo a los niños migrantes antes de completar las verificaciones de antecedentes y huellas dactilares requeridas.
Un niño pequeño, de unos 7 u 8 años, se separó de su padre y no sabía por qué, según el inspector general. Él creía que su padre fue asesinado y que él tendría la misma suerte.
“Este niño finalmente requirió atención psiquiátrica de emergencia para abordar su angustia de salud mental”, dijo un director del programa a los investigadores.
Algunos de los niños separados sufrieron síntomas físicos debido a su trauma mental, informaron los médicos.
