LA GRAN DEPRESIÓN
Enrique Campos Suárez
De manera involuntaria, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descubrió la razón por la cual China le puede ganar la guerra comercial a su país.
Es probable que el republicano no se haya dado cuenta del trasfondo de su mensaje en Twitter del martes, cuando escribió que estaba seguro de que a los chinos les encantaría tratar con un nuevo gobierno para que continúen con sus prácticas de timar a Estados Unidos. Hace clara referencia a la posibilidad de que los demócratas le arrebaten la Presidencia el próximo año.
Claro que Trump pensó en su mensaje como un soporte a su campaña de reelección, pero realmente lo que deja ver es que esa parte política, lo que implica una carrera democrática en una elección presidencial, un cambio de régimen, no es algo que les preocupe a los chinos.
El modelo de éxito de ese país asiático se basa precisamente en no tener una competencia democrática por el poder, no responder a cualquier presión de derechos humanos o ciudadanos, en tener garantizado un régimen de control total para imponer su modelo económico.
Lo que hizo Donald Trump con su tuit fue recordar que, muy a pesar de lo bravucón que es y lo autoritario que puede parecer con la aplicación de aranceles, es vulnerable ante un resultado electoral.
Y aunque el presidente de Estados Unidos crea que falta mucho tiempo para que eventualmente deje la Casa Blanca, si no logra la reelección, para que China se desangre lo suficiente y ceda ante su presión, la realidad es que ese país asiático puede resistir.
Porque en un escenario de agravamiento de la guerra comercial es mucho más sencillo que occidente, Estados Unidos y Europa, tenga peores consecuencias a esperar que China tenga que pagar sus propias facturas.
Simplemente, en ese terreno de la democracia y la reacción social ante una mala condición económica, los ciudadanos de los países democráticos se lo cobran a sus gobernantes en las urnas. Con eso es más que suficiente para que los eventuales relevos busquen salidas negociadas para que sus votantes estén tranquilos.
En China, el presiente Xi Jinping y su círculo gobernante no tienen que preocuparse por una presión social en las urnas y cualquier tipo de manifestación de repudio al manejo económico, pues es fácilmente contenida. Nadie los detiene.
Es un hecho que las formas de Donald Trump no son las adecuadas, y vaya que como mexicanos podemos quejarnos amargamente de lo impresentable que es el presidente de Estados Unidos, pero en el fondo había razones suficientes para tratar de contener un avance abusivo de China.
Sí hay robo de propiedad industrial, sí hay manipulación financiera sin pagar las consecuencias, sí hay falta de reciprocidad en el comercio, sí tienen la “ventaja” competitiva de la falta de democracia.
Pero los métodos del presidente de Estados Unidos hacen que a quien se identifique como el villano de esta guerra comercial sea precisamente a Donald Trump.
En el mundo hay quien está de acuerdo con haber puesto un alto a la forma de relacionarse de China con sus socios, pero es muy difícil que alguien, algún líder, cometa un suicidio social al respaldar a Donald Trump.
Simplemente, los métodos y las formas del presidente de Estados Unidos son imposibles de respaldar.
ecampos@nulleleconomista.com.mx
Tomado de El Economista.