Todo es política aunque quién sabe de qué manera y a beneficio de quién y en dónde
Carlos Monsiváis

Las últimas semanas mucho se ha escrito y comentado en los diversos medios de comunicación y mesas de debate, respecto al financiamiento para los institutos políticos, toda vez que el Presidente López Obrador, había propuesto una reducción significativa a los mismos.
Sin embargo, al corte de la entrega del “Paquete Económico 2020” ningún instituto solicitó al Instituto Nacional Electoral(INE) la reducción de algún porcentaje de su presupuesto, entre ellos el propio Movimiento de Regeneración Nacional(MORENA).
Para tener un verificativo sobre lo anterior, hay que despegarse de que una reducción en el presupuesto puede fortalecer la vida democrática de los institutos políticos más allá de su propio actuar, representado en la vida orgánica y vinculación con la gente .
De esa manera, es que la observancia debe hallarse en que las elecciones permiten una competencia regulada y dejan en manos de los ciudadanos las posibilidades de adhesión o castigo a las diferentes ofertas políticas que luchan por su aval.
Son, como menciona José Woldenberg en el prólogo del libro Manual de derecho electoral Eduardo Andrade Sánchez, donde los sistemas democráticos se encuentran asentados, una rutina, pero una rutina con un alto grado de pertenencia.
Un método que incluye la diversidad política y construye gobiernos y legislativos, según los humores cambiantes de esa constelación de intereses, ideologías y pulsiones, a la que por economía de lenguaje llamamos convencionalmente sociedad.
En nuestra país, si una esfera de la vida pública ha vivido notables transformaciones es precisamente la electoral. Cualquier observador mediano de la política mexicana sabe que en las dos últimas décadas y media del siglo pasado transitamos de un sistema de partido hegemónico a otro plural de partidos.
La política no se desarrolla en el vacío sino que resulta esculpida por un marco normativo. Justo en ese proceso algunos pasamos de una transición democrática, como resultado pero también como acicate de los cambios, sin embargo actualmente se ha desarrollado una compleja, densa y en ocasiones bizantina legislación electoral.
Bajo ese hilo comunicante, contamos con el ejemplo de uno de los reformadores electorales más profundos de nuestro país, me refiero a Jesús Reyes Heroles artífice de una forma de ver la política más integral y menos electoral al mencionar:
“la verdadera fuerza la tenemos nosotros. Creemos en el poder de las ideas; creemos en el poder del derecho; creemos en el poder de los sentimientos y la moral; creemos en el poder de los legítimos intereses; creemos en el poder de las libertades; creemos en el poder del pueblo. Creemos en el poder de la política y no en la política del poder”.
Hoy ante la indómita pureza, y más allá de las discusiones respecto al “cuánto” y “cómo” me permitiré exponer algunos elementos que pude destacar en otra obra la semana pasada, al leer el más reciente texto del Ex Magistrado de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación Dr. Manuel González Oropeza, titulada “Apuntamientos sobre justicia electoral”.
En la cual se destaca la justicia electoral, al referirse que se requiere neutralidad, independencia y credibilidad social. La obra es el resultado de la experiencia y conocimientos en materia electoral con los que cuenta el Doctor Manuel González Oropeza y de forma didáctica comparte en el texto.
Destaca la forma de expresarse y de construir conocimiento. El texto traza las 3 facetas que actualmente tiene la justicia electoral: El contencioso electoral, la función administrativa y la función jurisdiccional.
Para cerrar el mencionando texto, el Dr. Oropeza puntualiza la importancia del derecho electoral para la estabilidad política de la nación, de resoluciones internacionales y la convencionalidad que nos obliga constitucionalmente a observar y construir una mejor democracia.
En definitiva, el conjunto elemental de los procesos electorales previos, del fortalecimiento de la democracia, la construcción de ciudadanía y de las perspectivas de futuro para el equilibrio social, dependerá de cómo entendamos nuestros roles y los financiemos para el futuro.