Honrar a los dioses, ama a tu mujer y defiende a tu patria
Película Troya

La celebración del 209 aniversario de lo que la historia llama: “El Grito de Dolores” es una fecha muy notable en los fastos de México, y que debe celebrarse con manifestaciones de verdadero esplendor, por eso nosotros lo hacemos desde El Colegio de los Veracruzanos: El Colver.
El Cura de Dolores fue un hombre que, al margen de encontrarse en una situación cómoda y holgada en lo personal, decidió romper con las cadenas que los amarraban.
Con la puesta en marcha del inicio de la gesta de independencia, se nos permitió como nación transformar nuestro entorno para perseguir un anhelo de libertad y de justicia.
Mismo que con su sacrificio personal se convirtió en un legado del que todos los mexicanos seguimos disfrutando dos siglos después.
El patriotismo es un sentimiento natural del corazón humano y, a la vez, el primer deber de todo ciudadano.
Con este hecho entendimos, que no se comprende la existencia de la patria sin el vínculo de amor, que verdaderamente es el que estrecha la vida de todos los mexicanos en una aspiración común, haciendo cosa natural y debida el sacrificio de los hijos por la integridad del territorio nacional, y por la honra y el decoro de la patria.
Infeliz es el pueblo egoísta, que no ama la tierra en que nació y que habita, porque para él se encierra la patria dentro de sus propias, y egoístas aspiraciones, resultando que, según sea el carácter de cada individualidad, así soportará todas las miserias y todas las abyecciones, con tal de no contribuir con algo propio a la felicidad y a la dignidad de la tierra que no es común.
Por el contrario, los pueblos que aman la tierra, a su cielo, a sus comunidades, a su ciudad y a su casa; los pueblos que aman a su familia, que dan culto a la memoria de sus padres y que procuran dejar ejemplos de dignidad y de honor para sus hijos, esos pueblos son los que recorren el camino de la grandeza; y así a veces conocen la senda del calvario y del dolor, en sus desventuras nacionales tienen siempre consigo el respeto que inspira el carácter varonil, y su historia será siempre una historia de altísimas hazañas.
Bajo esa convicción, desde nuestro Colegio hemos confeccionado más programas educativos, estamos ciertos que el mayor activo y fuerza potencial del Colegio está en su comunidad, nuestra unidad es el plusvalor que le da prestigio allá fuera y honorabilidad a nuestro centro de estudios.
Mi querido Maestro el Intelectual Mexicano Don José Iturriaga Sauco, decía que, para escribir, para cuidar, y para salir con ahínco a enfrentar la realidad que se nos depara, es preciso conocer la historia, porque no se puede amar lo que no se conoce.
Buscar hacer más iguales, a los que nacieron desiguales, implica responsabilidad, conocimiento y no solo voluntarismo. Para eso estamos aquí, en este recinto para hacer memoria de la gesta heroica encabezada por Miguel Hidalgo, pero también para reflexionar sobre nuestro futuro.
Para ello, siempre es preciso ampliar la estrechez de miras en el tratamiento de los problemas públicos. Mismo que se edifica sólidamente a través de la dialéctica en nuestras aulas.
Creemos en el poder de las ideas; creemos en el poder del derecho; creemos en el poder de los sentimientos y la moral; creemos en el poder de los legítimos intereses; creemos en el poder de las libertades; creemos en el poder del pueblo. Creemos en el poder de la política y no en la política del poder.
En lo personal, estos festejos perviven en mí, un noble sentimiento, ya que esta solemnidad debe despertar en nuestras almas, como una muestra de la inmensa gratitud por el esfuerzo de quienes dieron su juvenil vida en los campos de batalla.
Recordarlos, permite buscar que su vida tenga sentido, la construcción de un marco narrativo que explique, algo que alivie la soledad crónica o les eleve por encima de los agotadores e implacables penas de la vida cotidiana.
Como herederos de dos poderosas corrientes del Siglo XIX y XX: la liberal y la revolucionaria fincada en sus valores de independencia, libertad y justicia, nuestro país se renovó para el Siglo XXI, y hoy esos valores nos siguen guiando.
Solo en retrospectiva, comprenderemos toda su amplitud, y calibraremos hasta qué punto han influido en nuestra historia, en el derecho, las relaciones internacionales, en la economía y en las ciencias políticas.
Sepan todos, pues, que entender nuestra historia, es un vaso comunicante con un futuro próspero.
En la historia de nuestra lucha nacional, podemos observar que la fe, el amor por lo nuestro, es más que un consuelo para los cansados, es un seguro para la libertad.
Que los hechos históricos, nos fortalezcan, hagan crecer nuestro compromiso, que el compromiso acuñado nunca desmaye, que nunca dejemos de apalancar las mejores causas, para romper con el desánimo de una realidad que debemos mejorar, es nuestro tiempo, es el momento de empujar hacia el frente, con honor y amor al pueblo mexicano.
¡Que a todos los envuelva en una sola caricia la luz divina de la glorificación!
Que su alto ejemplo reconforte siempre nuestro espíritu, robustezca nuestro patriotismo, nos aliente en la lucha incesante por el progreso.
Y que cuando en otros aniversarios se congreguen los mexicanos ante cualquier monumento, para recordar las glorias de la patria y afirmar sus destinos, digan como nosotros, con profunda e inquebrantable convicción: nunca nos rendiremos.
¡Tenga el pueblo fe en sí mismo; sepa conservar los bienes que el pasado nos dio en sagrada herencia; caminemos siempre con la mirada puesta en la libertad, ¡y la fortuna que es veleidosa, no se cansará de coronar nuestros esfuerzos!
¡Que Viva Veracruz!
¡Que Viva México!
¡Que Viva Hidalgo!