“Es mejor ver algo una vez que escuchar sobre ello mil veces.” Proverbio asiático. Camelot.

MADRID DIA TRES

Les cuento que una tarde, conociendo que jugaba en sábado el Atlético de Madrid y conociendo que cómo andan Barcelona y el Real Madrid, parece, dicen los Walter Mercado futuristas, que este será el año del Cholo Simeone, que los va a llevar a ser campeones españoles y de Champions, cosa que se les convirtió en el Ya Merito cuando el Real Madrid les quitó la corona en aquella Champion portuguesa, que era suya y la dejaron ir. Al Saber que jugaban en ese nuevo estadio, Wanda Metropolitano, que, cuentan los que saben, lo construyo y diseñó Carlos Slim con su yerno, Fernando Romero, un arquitecto perrón que junto a Greg Foster diseñaron el Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, que la pejemanía y un manotazo presidencial mandaron a las atarjeas del destino incierto. Llamé al Concierge del Liabeny (mi amigo Pedro anda de luto, sucede que su señor suegro murió, y andaba en el tanatorio viendo esas cosas de funerales), pero Antonio me consiguió los boletos y por unos euros conseguimos sitios buenísimos a medio campo y en un lugar donde si llovería, como estaba pronosticado, no nos mojaríamos. El estadio está por el rumbo del aeropuerto Barajas-Adolfo Suárez, lejos, muy mal comunicado, no son como los gringos que cuando hacen algo lo primero que miran son sus vías de comunicaciones. ¿En qué irnos?, pregunté, las soluciones solo eran dos: el Metro, que hace un titipuchal de tiempo porque toca como 20 estaciones (hicimos una hora de regreso, más rápido llegó el hombre a la luna que nosotros al hotel), o en taxi, dependiendo el tráfico. El taxista nos contó las peripecias, cierran unas partes de la autovía cuando está llenísimo, y a veces tienen que ir a dar la vuelta en casa del demonio.

ESE BELLO ESTADIO

No ocurrió, corrimos con suerte y en 20 minutos y con pago 20 euros nos puso frente a ese bello estadio catalogado en 2018 como el más bello del mundo, porque los mejores los tienen los gringos, como ese de Vaqueros de Dallas, una joya mundial. Bajando del taxi vimos el estadio, se le conoce como la Peineta, tiene capacidad para 65 mil espectadores, todos sentados, afuera las tiendas del equipo, gorras, playeras, todo y en la entrada una foto grande del mexicano, Héctor Herrera, que de Portugal lo compraron y los sacó del apuro cuando de cabeza y casi lomo les clavó el gol a la Juventus, en Champions, para empatar el juego, lo que hizo que Cholo Simeone lo alineara. Llegamos, ocupamos nuestro sitio, asientos 11 y 12, centrales, el estadio se llena tarde porque aquí dentro le llaman un estadio seco, es decir, no hay chupe, mi yerno Luis que es chelero, sufrió porque dentro no dejan introducir cerveza más que esa que no trae licor y debe saber a orines, a miados, pues. Le pregunté al vendedor si se ponían locos o belicosos, porque no hay estadio en el mundo donde no dejen chupar o tomar cervezas. En fin, jugaban dos mexicanos, Andrés Araujo con el Celta de Vigo, el seleccionado nuestro que había hecho el papel de maleta contra los argentinos, a quienes vio pasar solamente, pero aquí dijo la prensa fue el factor que frenó al Atlético de Madrid. Héctor Herrera alineó desde el principio y fue cambio a los 80 minutos. Valió la pena por conocer el estadio. El juego malo, parecían los del Cruz Azul, pero en fin, no siempre se tiene la dicha, como la tuve una vez, de ver meter tres goles a Cristiano Ronaldo en el Bernabéu, cuando era el jefe de esa cosa llamada Real Madrid, que Zidenine Zidane echa a perder.

LAS PERIPECIAS DEL METRO

Sin tener los boletos de compra, y lidiando con unos 50 mil que seguro van al Metro madrileño, nos metimos a las grandes aglomeraciones y muy rápido compramos los boletos, 6.50 euros cada tiquete, hay empleadas a los lados y me imagino que cuando hay juegos así, donde mueven unas 60 mil personas, deben poner trenes extras. España es catalogada como la red de trenes en Renfe (Red Nacional de Ferrocarriles de España) como la numero uno en Europa. Al tren AVE (Acrónimo de Alta Velocidad Española) aún no hay quien le pise los talones, ni los trenes de Alemania, Francia o Italia, ninguno, estos son los más avanzados y modernos y de alta velocidad, claro, Japón tiene unos que son maravillas. Nos metemos al primero que encontramos, había que ir preparado para aguantar una hora, toca muchos destinos y va pare y pare, parecía los viejos autobuses flechas rojas de mi pueblo, cuyo lema era: primero muertos que llegar tarde. Se atoran, entra la gente, dan preferencia en los asientos a la tercera edad, después de tocar conexión con Plaza de España llegamos al Callao y a Sol y al Liabeny hotel, donde hacen una sopa de fideos como me los hace mi cocinera Martha, y unas Judías riquísimas, cena frugal para que la panza no empiece con retortijones y remordimientos, y a espera el otro día a su amanecer.

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