LA GRAN DEPRESIÓN
La inflación también refleja la baja actividad económica
Enrique Campos Suárez

El hecho de que momentáneamente el Índice Nacional de Precios al Consumidor, que mide el Inegi, se haya colocado ligeramente por debajo de la meta inflacionaria del Banco de México no significa que la inflación haya dejado de ser un tema importante.

De entrada, porque la variación de los precios y el poder de compra de la moneda mexicana son determinantes para fijar la política monetaria.

Y también por el hecho de que la despresurización inflacionaria puede ser un indicador más de la desaceleración económica que padece nuestro país.

Así que mal haríamos en dejar de poner atención en las mediciones inflacionarias sólo por el hecho de tener esta golondrina, que no hace verano, de una inflación general anual en 2.99% durante la primera quincena de este mes.

Lo que podemos dar por hecho es que nos van a aburrir con el discurso de que la inflación en estos niveles es un logro político. Sobre todo, porque ya no pueden presumir los niveles del tipo de cambio y el peso mexicano como la moneda más apreciada del mundo, como nos repetían con frecuencia en las mañanas.

Pero más allá del uso propagandístico del dato, este nivel inflacionario hace prácticamente imposible que hoy la Junta de Gobierno del Banco de México no decida una nueva baja en la tasa de interés interbancaria, actualmente en 8 por ciento.

Sobre todo, después de que la Reserva Federal de Estados Unidos optó por una baja en el costo del dólar apenas la semana pasada, lo que da margen de maniobra a la paridad cambiaria.

A lo que hay que poner especial atención es al tono del comunicado de decisión de política monetaria del banco central mexicano. Porque si bien la inflación está momentáneamente ubicada en la meta, es un hecho que la economía se encuentra estancada en el cero crecimiento, pero al mismo tiempo se mantienen los factores de riesgo en el entorno financiero mexicano, como la baja inversión, la alta desconfianza y la posible degradación crediticia de Pemex en un futuro no tan lejano.

Y algo muy importante que hace que la inflación no sea un tema olvidado. No podemos dejar de ver este indicador como uno más de la mala condición económica por la que atraviesa la economía.

Los productos que son más difíciles de dejar de consumir, aun en tiempos de baja actividad económica, como alimentos, bebidas y tabacos, han tenido una inflación de 4.65% a la vuelta de un año. Pero con la economía estancada, las mercancías no alimenticias, que pueden esperar para después en su consumo, muestran una inflación anualizada de 2.85 por ciento.

Muchos subíndices y su incidencia en la inflación general dejan ver una baja en las presiones inflacionarias por baja en la demanda.

Por supuesto que son muchos los factores que influyen en la formación de precios, pero es un hecho que una baja demanda es una causa suficiente para no elevar precios al consumidor. Todo esto lo tiene que ponderar la autoridad monetaria, siempre en el entendido de que su trabajo es mantener la inflación a raya.

No significa que deban ser indiferentes ante los efectos negativos del dinero caro en el consumo, pero implica que no pueden relajarse de más y permitir que esos otros factores que ahí están presentes se pudieran imponer ante una baja de las tasas de interés rápida y de muchos puntos.

ecampos@nulleleconomista.com.mx

El Economista.