HASTA LA GOLONDRINA EMIGRÓ, PRESAGIANDO EL FINAL.
Escrito desde Londres. Sábado 28 de septiembre. La noticia circuló. Murió el gran José José. Hace no mucho escribí un texto, que ahora revivo.
En Univisión vi un programa de cuatro horas, uno cada día. Horario por la tarde. Con un conductor y la gran reportera televisiva, María Antonieta Collins. Revivieron la historia turbulenta del gran José José (17 febrero de 1948), que un día fue bautizado como Príncipe y alcanzó, en la plenitud de su carrera, el apelativo de Rey. De su trayectoria, donde ha vendido más de 120 millones de copias de sus grandes éxitos, los que le escribían Pérez Botija, Juan Carlos Calderón, Manuel Alejandro, Camilo Sesto, Rubén Fuentes, Armando Manzanero, Juan Gabriel, Napoleón. Relatan su tormentosa vida, cuando el alcoholismo y las drogas tomaron su cuerpo y su vida y su futuro. Desde aquellos grandes escenarios donde se presentaba en el mundo: Madison Square Garden, Radio City Music Hall, Las Dunas, el Auditorio Nacional, hasta los días funestos que vivía alcoholizado en un taxi con otro compañero casi teporocho. Era y es nuestro Frank Sinatra. Repasar su vida nos hizo amarlo más, quererlo, entregarnos a él como un verdadero Príncipe y Rey. Sus vicisitudes matrimoniales, primero con la Kiki Herrera Calles, nieta de un presidente que lo envolvió en el alcohol y las drogas en la gran sociedad, dónde él no pertenecía, luego Anel y al final, encontrar a su ángel, como él la llama, Sarita Salazar. Su riqueza económica la entregó dilapidada toda y quedó en la pobreza, el perder su voz. El rescate, el día que Ricardo Rocha y unos amigos lo internaron en una clínica contra las adicciones en Estados Unidos. Una bella historia, dura, terrible, hasta estos días que lucha contra una neumonía y un cáncer en el hospital de Nutrición de Ciudad de México. Ver el programa me hizo ir a una tienda de Slim y comprar su disco de todos los éxitos, fue, sin duda, el más grande vendedor de éxitos. Por poner un ejemplo, en un llamado long play de 10 o 12 canciones, 7 de ellas se convertían en éxitos, cosa inusitada. Estando un día de gira en Nicaragua, le llegó al lobby del hotel un compositor nicaragüense, le dijo que traía una canción para él, que Lupita DAlessio lo había recomendado, José lo invitó a subir a la habitación y mientras se cambiaba de ropa para asistir al concierto, el tipo con su guitarra comenzó a cantarla. José José interrumpió su cambio de vestuario, le dijo: ‘Cántala de nuevo’. Era aquel gran tema, Almohada, la tomó y al saber que aquel no tenía nada, le prometió registrarla a su nombre y ponerla en disco siguiente. El nicaragüense, Adán Torres, se había expatriado de Nicaragua por los problemas de la guerrilla y trabajaba en Estados Unidos lavando tanques, como obrero. Hasta allí llegó José pensando que había muerto, lo abrazó y le llevó el cheque de sus regalías y el registro que la había puesto a su nombre. Nobleza obliga, le cambió la vida, con ese dinero se compró una casa y fue la mejor anécdota a un hombre que le necesitó y ahí estaba a su lado. Buena serie, búsquenla. Ayer mismo, al salir otro grande, Enrique Guzmán, de visitarle en el hospital, dijo que lo veía muy mal, que no saldría de esta emergencia. Ojalá se equivoque. A José José, decirle, como aquella rola que él mismo cantó: No te vayas. “Espera un poco, un poquito más”. Lucha por tu vida. Descanse en paz, ahora al conocer la noticia y claro, hasta la golondrina emigró, presagiando el final.
www,gilbertohaazdiez.