JOSÉ JOSÉ, SUS VACÍOS Y SUS ÉXITOS
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
El pasado 28 de septiembre del presente año, las redes sociales se saturaron publicitando la lamentable noticia: José José (JJ), fallecía en Miami, Florida a los 71 años, tal como lo confirmara su hija Sara Sosa Salazar en entrevista concedida a la cadena de noticias Univisión. Y a partir de ese momento –como sucedió con otros grandes cantantes como Roció Durcal, Juan Gabriel, Camilo Sesto—causaba consternación su fallecimiento, y aunque era público el estado de deterioro de la salud del cantante pues venia tratando de superar un cáncer de páncreas, a decir de su hija Sara, su estado físico había caído ya en una situación de gravedad total, y sabían que en cualquier momento podría haber un desenlace fatal. Y así fue. Por eso hoy quiero recordar su figura, narrando algunos aspectos de su vida.
Su verdadero nombre era José Rómulo Sosa Ortiz, nació en la Ciudad de México en Azcapotzalco un 17 de febrero de 1948 y su virtualidad para el arte musical le vino de herencia, pues fue hijo del tenor de la Ópera Nacional José Sosa Esquivel y de la concertista de Piano Margarita Ortiz Pensado, quienes le inculcaron desde muy niño la vocación hacia la música y al modelamiento de la voz, pues el sueño paternal era que él fuera en un futuro tenor de ópera. Por esa razón desde niño aprendió a tocar guitarra, desarrolló el oído musical y poco a poco perfeccionó su voz. Sin embargo, conforme José crecía gustaba también de la música popular o bohemia—lo que no era bien aceptada en su familia—y lo hace enfrentarse a la resistencia de su padre –quien era alcohólico–y le exige estudiar mecánica de aviación, lo que no acepta.
Al abandonar su padre el seno familiar en 1963, para ayudar a su madre y ganar dinero, conforma un trio con su primo Paco Ortiz y Alfredo Benítez y participan en fiestas familiares y amistades, y es ahí que empieza a conocer algunos vocalistas ya famosos en el género de los boleros románticos que le motivan, entre ellos Pepe Jara, quien se vuelve su mentor a fines de la década de los 60 y lo relaciona con las disqueras, siendo ésta la primera etapa en su trayectoria como cantante.
Es en 1965 que por primera vez graba, para discos Orfeón, su primer producto musical, cantando música italiana como El Mundo (Il mundo) y Ma vie (Mi Vida) y aunque su carrera profesional estaba en sus inicios, empieza a gustar su estilo y a darse a conocer con el nombre de José Sosa y ello le permite graba el segundo sencillo con música de compositores mexicanos. Para 1966, empieza a actuar en centros nocturnos tocando el contrabajo en un grupo de Jazz, con poco éxito; y es en 1967 en el “Apache 14” centro nocturno de la Ciudad de México, –lugar donde se hicieron famosos los bohemios de cepa como Carmela y Rafael en los años 60–, donde lo escucha el compositor Rubén Fuentes y lo incorpora a la RCA Víctor (hoy Sony BMG) compañía disquera que lo contrata en exclusiva. Para ese momento ya presentaba problemas en su forma de beber.
Y es ahí el despunte profesional de José Sosa, que bajo la supervisión de Rubén Fuentes y Armando Manzanero, logra le editen en 1969 su primer álbum. En éste surgen las canciones: “Pero te extraño”, “Cuidado”, “Sin Ella”, pero por la baja promoción de la disquera el álbum no fue exitoso. De ahí que surja el cambio de nombre por el de José José, haciendo alusión a su nombre y al de su padre, quien había fallecido un año antes por el alcoholismo.
En 1970, con 22 años, con la canción “El Triste” de Roberto Cantoral, representa a México en el II Festival de la Canción Latina (predecesora del Festival OTI) celebrada en nuestro país en el Teatro Ferrocarrilero y obtiene el tercer lugar. Y no necesitó ganar el primer lugar, porque la canción fue un éxito internacional lo que le permitió llevarla a diferentes países del Continente, incluso fue editada en países como Rusia y Japón.
El impulso que toma José José a partir de ese momento, la aceptación de su privilegiada voz y sus canciones le hace recibir el primer Disco de Oro en 1970. En ese año contrae matrimonio con Natalia “Kiki” Herrera Calles—quien le llevaba 20 años–, relación tormentosa que termina en 1976. Para esa etapa José Sosa, tenía ya una fuerte adicción al alcohol que se acentúa con la fama y los desamores. Lucha, que llevó a cuesta durante todo el resto de su vida. Su madre lo interna y se reintegra a la vida musical en 1971 aparentemente rehabilitado.
Y es esta década en donde él se consolida en la fama, con éxitos como “El Príncipe”, de ahí le viene el nombre de “El Príncipe de la canción”. Igualmente entre 1977 y 1980, logra extraordinarios éxitos con la producción “Reencuentro”, tales como: “Gavilán o Paloma”, “Buenos días amor”, “El amar y el querer”. Posteriormente saldrían los álbumes: “Volcán” y “Lo pasado, pasado”, incluyendo la maravillosa canción “La almohada”, y los éxitos “Donde vas”, e “Insaciable amante”. Para ese momento, ya los mejores compositores mexicanos y españoles escribían para José José entre ellos: Roberto Cantoral, Manolo Marroquín, Rafael Pérez Botija, Juan Gabriel, Camilo Sesto, entre otros famosos.
Sin embargo, el alcohol no lo dejó, –lo ocupaba para llenar sus vacíos emocionales–y no era su única debilidad. Las mujeres y las relaciones tormentosas se le harían adictivas. En 1974 se relaciona sentimentalmente con Ana Elena Noreña (Anel), a quien había conocido desde 1970. Ella queda embarazada y se casan en 1976 después del divorcio con Herrera Calles. El matrimonio procrea dos hijos: José Joel y Marysol Estrella.
Esta etapa va a la par de la década de los 80, en que José José, brillaría en su máximo esplendor. Graba dos álbumes: “Romántico” y “Gracias” en el que incluye canciones muy exitosas como: “El triste” (en su nueva versión), “La nave del olvido” y otras que ya habían sido grabadas y que se vuelven famosas. Igualmente graba el álbum “Mi vida”, que obtuvo 6 discos de oro, y para el momento ya sus ventas estaban en 2 millones y medio de copias a nivel nacional e internacional. Pero el álbum que le sube a la cúspide nacional e internacionalmente, fue sin duda: “Secretos”, que grabó en España con éxitos del compositor Manuel Alejandro. Ese álbum fue el más vendido de su vida con 11 millones de discos. José José se colocaba ya como el grande entre los grandes. Después saldría el álbum “Promesas” que también arraso en ventas, con éxitos como: “Me vas a echar de menos”, “Lástima”, “Tú me estas volviendo loco” y “Más”.
De ahí vinieron videos—entre ellos el de “We are the world», que unió a figuras como Placido Domingo, Julio Iglesias, Roberto Carlos entre otros y otras. Vendrían además las películas como la autobiográfica “Gavilan o Paloma”, etc., Siguieron los éxitos “Soy así”, “Siempre Contigo”, las presentaciones en los Casinos más importantes de Las Vegas, Atlantic City y giras por Arabia Saudita e Israel. Y también en México con presentaciones en las plazas de toros y estadios, concluyendo esa década con su disco “Qué es el amor” que incluía éxitos como: “Piel de azúcar”, “Como tú”, “Él”, entre otras.
Para la década de los 90, la vida empieza a cobrar los excesos al Príncipe de la Canción, empieza a tener problemas serios en su garganta por el exceso de cortisona, presiones, desveladas y el alto consumo de alcohol y para rematar, en 1991, derivado de su segundo divorcio y por el manejo fraudulento de las finanzas del cantante por parte del su cuñado le llevan casi a la quiebra financiera, y entra en depresión.
Sin embargo, José José, independientemente de su fama cultivó a excelentes amigos y como una muestra de esa fraternidad, le hacen homenajes en donde participan también grandes figuras del género musical y de ahí surgen álbumes como “En las buenas y en las malas”, y su éxito “Amnesia”.
En 1996, en una etapa en que estaba tratando de organizar su vida, José José conoce en Miami a la cubana Sarita Salazar (nieta de Abel Salazar) quien era divorciada con 2 hijas, después de varios encuentros se enamoran y ella le propone rehabilitarse. Él decide internarse y a partir de ahí se unen siendo ella su apoyo moral –para curarse del alcoholismo– y manager hasta su muerte. En ese mismo año se casan y procrean a su hija Sara. Sin embargo su estado físico seguía cobrando las facturas de su estilo de vida. En 2001, se le diagnosticó diabetes y como consecuencia de ello enfisema, afectándole la capacidad de hablar. El Príncipe había perdido su más alto valor: cantar. Posteriormente vendrían los problemas en sus ojos, se le declaró la enfermedad de Lyme, que le provocó una parálisis facial agravando su problema de voz.
Sin embargo, la comprensión y cariño de su público hizo que la primera década del nuevo milenio fuera para éste, de homenajes muy merecidos. Diversas disqueras le premiaron, recibió la Estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, El Grammy (2005), por su participación en la telenovela “La fea más bella” en 2006, la Revista-Telenovelas le da el premio de mejor actor de reparto. En 2007 continúa recibiendo reconocimientos como el del Congreso y Senado de los EEUU por su aportación a la cultura y a la humanidad. Igualmente le construyen un busto en su ciudad natal. Y su disco “Mis Duetos”, continúa vendiéndose con éxito.
En 2008, recibe el premio “Las Lunas del Auditorio”. Y en ese año asiste a Acapulco a invitación de su gran amigo, el excelente director y pianista Griego Yanni. Ahí éste le dedica una hermosísima canción que le escribió especialmente, llamada “Volver a creer”, y la canta El Príncipe, con mucho esfuerzo, y cito un párrafo de la misma: “el mundo es lo que es, lo más hermoso es lo que nunca vez, no es lo que tienes, es lo que das, lo más simple es lo que vale más”…
Después de ese momento memorable su esposa sufre un derrame cerebral y regresan a Miami para que ella sea atendida y se recupere. Sin embargo su público le sigue reconociendo: En Miami, la Academia de Grabación (LARAS) le ofrece un homenaje en donde participaron grandes luminarias. Finalmente termina ese año promocionando su libro autobiográfico. En 2009 y 2010 continúa con giras en Latinoamérica y en 2011 con una notable mejoría en su voz, promociona la gira “El regreso del Príncipe” y hace un trio con Marco Antonio Muñiz y María Victoria. Y así continúa durante los siguientes años, atendiéndose su salud y recibiendo el cariño de la gente en diferentes puntos del planeta.
Lamentablemente para 2017 se le diagnóstica un tumor en el páncreas que le hace dedicarse a tratamientos muy fuertes para superarlo. Para 2018 es operado, además de su notable ausencia en el mundo público, lo que le reclaman sus hijos Jose Joel y Marysol. Se llegó a decir que su hija lo tenía en una especie de aislamiento forzado, aunque fue el propio José José quien desmintió tal acusación. En los Premios “Lo Nuestro 2018”, David Bisbal rindió tributo a esta legendaria figura musical y le deseó una pronta recuperación.
Pero el final no estaba lejos y éste llegó el pasado 28 de septiembre, dejando consternado a su público y a la gran familia artística mexicana y del mundo.
Porque José José fue un artista sui generis. Fue un hombre que desafío sus vacíos emocionales, siendo “de todo y sin medida”, que tocó muchas veces la cumbre como también el suelo, que tuvo grandes defectos pero también maravillosas virtudes y calidad humana. Su música no sólo se puede medir los 200 Discos de Oro y Platino, sino por su sensibilidad especial para interpretar las canciones, usando esa voz inigualable que Dios le otorgó como un don maravilloso, y que a través de ella, tocó –y seguirá tocando–, fibras muy intensas en cada audiencia.
Finalmente quiero recordar el poema que el propio José José dijera en un homenaje en el Auditorio Nacional, antes de cantar -casi sin voz- “Seré”, una de las canciones con las que más se identificó y que me permito retomar a manera de tributo:
“Te lo pido Señor. Si en tus enojos decides castigar al que ha cantado, cuando haya quebrantado tu Ley Santa…
Has que le ahogue el llanto de sus ojos. Has que parezca triste y desolado. Siembra abrojos debajo de sus plantas, ponle canas y arrugas en la frente…pero déjale voz en la garganta.
Porque bien sabes tú Dios providente, que aunque todo lo sufra humildemente…ya no podrá vivir…si ya no canta.
Gracias y hasta la próxima