Jóvenes y niños, jubilados y trabajadores, pero sobre todo ciudadanos indignados salieron por tercer día consecutivo a las calles de Cataluña para expresar su profundo repudio a la condena del Tribunal Supremo español que envió a prisión a nueve líderes independentistas. Las protestas lejos de amainar se intensifican y cobran cada día más fuerza, en este ocasión con una multitudinaria manifestación que recorrió de nuevo las calles de Barcelona y que terminó a las puertas de la consejería de Interior del gobierno catalán, presidida por el independentista Miquel Buch, al que le exigen su dimisión por las actuaciones de los agentes antidisturbios de la policía autonómica catalana, los Mossos d´Esquadra. Por segunda noche consecutivo se registraron duros enfrentamientos y barricadas de fuego por las calles de la ciudad.
La huelga de estudiantes que inició este miércoles y que terminará el próximo viernes, coincidiendo con la huelga general en Cataluña, culminó con una multitudinaria manifestación que recorrió las calles del centro de la ciudad en un ambiente festivo y pacífico. Miles de ellos llevaban “papel higiénico” para, según la convocatoria, “limpiar toda la mierda” que ha dejado tanto la sentencia como las actuaciones policiales de los últimos días, que consideran desproporcionadas.
Nuria es una joven estudiante barcelonesa, tiene 19 años y a pesar de que no es partidaria de la independencia desde el pasado lunes pasa la mayor parte del tiempo en las calles, en las manifestaciones, en la protesta para bloquear el aeropuerto de la ciudad o levantando la voz frente a la delegación del gobierno español. “Yo personalmente no quiero la independencia, pero no entiendo la sentencia, no entiendo la reacción del Estado español y pienso que sólo tengo un camino: responder al avance del fascismo en las calles, con mis compañeros de generación”. Mientras hablamos en la plaza de la Universidad, a tan sólo unos metros hay una concentración de estudiantes a favor de la unidad al Estado español, que llevan a la espalda la bandera española y que están rodeados por el hermético círculo policial para evitar agresiones.
Un compañero de Nuria, Marc, de 21 años y estudiante de filosofía, que se prepara para acudir a la protesta universitaria, contó su visión de la situación: “Yo no era independentista hasta el 1 de octubre. Ese día entendí que no podía seguir perteneciendo a un país que apalea a sus ciudadanos, que responde con violencia al anhelo de la gente por votar”. A sólo unos metros, Patricia, que trabaja de dependienta en una tienda de ropa, mira desde su puesto de trabajo a los estudiantes y cuenta: “Si por mi fuera me pondría la estelada a la espalda y me iría con ellos. No podemos permitir que nos humillen como pueblo.”
Después de la marcha pacífica, unos cinco mil jóvenes intentaron romper el cordón policial y fue entonces cuando se volvieron a registrar duros enfrentamientos entre agentes y manifestantes y de nuevo numerosas barricadas de fuego por toda la ciudad, que olía a plástico y cartón quemado, ya que la mayoría de las hogueras las hicieron con los botes de basura del Ayuntamiento. De hecho se informó que el fuego también alcanzó a cinco vehículos, que también se incendiaron. Algunos jóvenes también arrancaron adoquines para lanzarlos contra los policías. En esta ocasión los jóvenes arreciaron sus críticas al gobierno catalán, en concreto al consejero de Interior.
El saldo provisional después de estas jornadas de protesta por la sentencia del Tribunal Supremo ya eleva el número de personas detenidas a 59 y los heridos a más de 300, de los cuales 84 eran agentes policiales. Y las protestas continuarán, según advirtieron en un comunicado los Comités de Defensa de la República (CDR) en un comunicado en el que justificaron sus actuaciones de ayer y advirtieron que es un “camino de no retorno” ante las reiteradas agresiones de la justicia y el Estado español al movimiento independentista, por lo que hicieron un llamamiento a la desobediencia “civil e institucional”, en un claro mensaje al gobierno catalán de Quim Torra y a los propios partidos políticos que celebrarán este mismo jueves un debate monográfico en el Parlamento catalán con el asunto de la sentencia, pero en el que cerró la puerta a votar ninguna resolución, tal y como pedían algunos sectores del independentismo, que claman por dar un paso adelante en la desobediencia.
El gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, expresó su preocupación ante la “violencia generalizada” que se está desatando en Cataluña, con lo que el mandatario se reunió con los tres principales líderes de la oposición para recabar apoyos ante cualquier actuación futura para la resolución de la crisis en Cataluña.
También se informó que un turista de origen francés que sufrió un paro cardíaco el pasado lunes, cuando intentaba llegar al aeropuerto en el momento más álgido de las protestas ciudadanas, murió en un hospital barcelonés. El hombre, de 65 años de edad y con problemas de corazón, tuvo que caminar cuatro kilómetros con sus maletas para llegar a tiempo a abordar su vuelo. La ambulancia que debía trasladarlo a un hospital quedó atrapada en la multitud y tuvo que ser evacuado en helicóptero al centro médico, donde finalmente murió.
Torra mantuvo una reunión con el gabinete de seguridad y después se dirigió a Girona, desde donde encabezó una de las cinco marchas que salieron de distintos puntos de la regióncon el objetivo de llegar a Barcelona el próximo viernes, en lo que se prevé será la manifestación más numerosa de estas jornadas de protestas, que además coincidirá con la huelga general.
Estas marchas “por la libertad” fueron inspiradas en iniciativas históricas similares como la marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad de Martin Luther King o la Marcha de la Sal de Gandhi. El objetivo es “empoderar” a la ciudadanía y “tejer
una respuesta de país masiva y no violenta que vuelva a llenar las calles en favor de la autodeterminación, de la libertad de presas y presos políticos y las exiliadas y exiliados y en contra de la represión”.