Este jueves en Xalapa, miles de católicos celebran y veneran al Santo Rafael Guízar y Valencia, el mismo que en 1917 pisaba la isla de Cuba y que se vio obligado a cambiar su nombre por Rafael Ruiz, a fin de no ser identificado por los hombres que lo perseguían.
La iglesia católica define a Guízar y Valencia como un guía espiritual que «Preocupado por la formación de sus sacerdotes, mantuvo su seminario diocesano incluso en la clandestinidad por 15 años en ciudad de México y llegó a tener 300 seminaristas».
A causa de la persecución religiosa que ejerció el gobierno contra Guízar y Valencia, huyó de Veracruz para esconderse en la Ciudad de México y ahí el 06 de junio de 1938 murió a consecuencia de las enfermedades que sufría como diabetes, flebitis e insuficiencia cardíaca.
Su cuerpo fue trasladado a esta ciudad para ser sepultado, y a partir de entonces los fieles católicos le han correspondido con amor y cariño, al recordarlo y apoyar a la Arquidiocesis de Xalapa en hacer la solicitud ante el Vaticano, para que Rafael Guízar primero lo declara Beato el día 29 de enero de 1995, su Santidad Juan Pablo II y después Santo.
Es por ello que este año la Arquidiócesis de Xalapa contempló la llegada de por lo menos cinco mil personas para celebrar al Santo Rafael, el día 24 de octubre.
Las calles Allende, Úrsulo Galván, Ignacio Zaragoza, Enríquez, Xalapeños Ilustres, Primo Verdad, Felipe Carrillo Puerto, Rafael Lucio, Clavijero y parte de Ávila Camacho fueron el camino de cientos de peregrinos que con canciones, cuetes, batucadas, bandas, mariachi, veladoras y flores, veneraron a su santo.
Unos llegaban cantando a la catedral metropolitana y se mostraron contentos en la misa dedicada al santo, y otros lloraban y suplicaban por el perdón de sus pecados.
Justo a la media noche, los mariachis le cantaron las mañanitas al santo vestido con una sotana de color guinda y con bordados de hilos dorados.
Sonó uno, dos, tres, cuatro, cinco cuetes y de ahí no dejaron de explotar, hasta cerca de las dos de la mañana, mientras que los bendecidos por el Santo, salían de la catedral para marcharse rumbo a sus casas, colonias, municipios o estados de Tlaxcala y Puebla.