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Crónica del Poder

Jesús se hospeda con Zaqueo. En este día, 3 de noviembre de 2019, celebramos el Domingo 31 del Tiempo ordinario, Ciclo C, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Lucas (19, 1-10) el cual inicia así: “Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: ‘Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa’. Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Este relato es exclusivo del Evangelio de Lucas. Zaqueo era un jefe de publicanos y rico que habitaba en la ciudad de Jericó. Era despreciado por los fariseos por recaudar impuestos para los invasores romanos, por estar ligado con el poder político y con el dinero mal habido. Además de su baja estatura física se le consideraba pecador y de baja moralidad. Sin embargo, a pesar de ser un rico que tenía gran dificultad en liberarse del apego a las posesiones, resulta un publicano que responde con generosidad a la llamada de Dios a través de Jesús. Éste siente la inspiración de hospedarse en la casa de Zaqueo para buscar y salvar lo que estaba perdido. Jesús tiene una mirada penetrante que sabe leer el corazón de Zaqueo y no se queda en las exterioridades legales. Su amistad y confianza provocan la auténtica conversión de un pecador que también había sentido la inspiración de conocer a Jesús.

Salvar lo perdido. El texto evangélico concluye: “Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: ‘Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más’. Jesús le dijo: ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. El episodio de Zaqueo presenta a Jesús cumpliendo la profecía de Ezequiel: “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ez 33, 11). También manifiesta en vivo el rescate de la oveja perdida y la opción preferencial de Jesús por la salvación de los pecadores. El relato nos permite comprender mejor la enseñanza de Jesús ante las riquezas, a la luz de la parábola del rico Epulón y del Joven rico. El primero, es reprobado por no tener un corazón compasivo y generoso ante el mendigo Lázaro. El segundo, es condenado por su apego a las riquezas que le impiden el seguimiento radical de Jesús. En cambio, Zaqueo es aprobado al manifestar signos de conversión pues entrega la mitad de sus bienes a los pobres y restituye cuatro veces lo que había defraudado. La presencia de Jesús y su actitud misericordiosa hacen posible lo que humanamente es imposible: que un rico consiga pasar por el ojo de una aguja a través de algunos cambios radicales en su vida.

El buen uso de la riqueza. El evangelio nos enseña que la riqueza es una bendición de Dios, la cual se convierte en salvación cuando no se le entrega totalmente el corazón como si fuera dios, cuando no impide el seguimiento radical de Jesucristo y cuando se comparte con los pobres Quien tiene riquezas en la tierra y es generoso y compasivo, acumulará muchas riquezas en el cielo que le permitirán superar el examen riguroso del juicio final en la presencia del gran juez, Jesucristo, nuestro Señor, quien siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de ‘instalarnos’ en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana y con mayor generosidad. Todos hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y solidaria. La constante conversión es esencial en nuestra vida cristiana.

+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa

Foto de Elsbeth Lenz