- El profesor emérito de la Universidad de Georgia reconoció el potencial que tienen las instituciones educativas para apoyar a los jóvenes y beneficiarse de su presencia en las aulas
- Participó en el Seminario “Pensar universidades santuario en América Latina” de la Universidad Veracruzana
David Pascal Boyle, profesor emérito de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, visitó la Universidad Veracruzana (UV) como invitado al Seminario “Pensar universidades santuario en América Latina”, que organizó el Programa de Atención a Migrantes de Retorno y la Dirección General de Relaciones Internacionales.
Posterior al evento, Boyle habló sobre la situación actual de los estudiantes migrantes en su universidad y de aquellos migrantes de retorno que vuelven a México y las dificultades que enfrentan.
El entrevistado explicó que durante muchos años trabajó en la Facultad de Trabajo Social, donde fomentó el intercambio activo entre la UV y la Universidad de Georgia con el propósito de traer estudiantes para realizar estancias, así como para el intercambio de alumnos y profesores en una labor que benefició a las facultades de Agricultura, Negocios, así como a los departamentos de Extensión y Vinculación de su universidad.
¿Qué ha cambiado durante estos años –desde que traía a estudiantes de los Estados Unidos– a la situación que se vive hoy?
La administración de la universidad no nos permitía regresar después de 2010 y tuvimos que cambiar nuestra actividad de intercambio cultural para Puerto Rico y Costa Rica. Me da mucha pena porque prefiero Veracruz ya que tenemos en el estado de Georgia una minoría amplia de latinos y la región donde vivo ahora y donde trabajé durante años es sede de la Universidad Dalton State College (DSC) y en esta ciudad, Dalton, hay muchos latinos que llegaron a trabajar en las fábricas de alfombras.
En estos días la población de Dalton es 50 por ciento latina; de ésta, 96 por ciento son mexicanos. Entonces en la universidad de esta región los estudiantes latinos son más del 30 por ciento y el gobierno federal ha designado a la DSC como una institución para servir a la población latina, y por esto puede recibir más apoyo federal.
Actualmente es común caminar por el campus y hablar español, festejar el Día de Muertos y en general tener presentes expresiones de la cultura mexicana.
¿Cómo ha recibido la población estadounidense a los migrantes latinoamericanos?
En general bien, aunque siempre existe un asunto político de por medio; por ejemplo, los dueños de las industrias recibieron a los trabajadores mexicanos porque trabajan mucho y no se quejan, están inseguros por su estatus, entonces los dueños prefieren tener una fuerza laboral pacífica que no hace ninguna demanda.
Por otro lado, los obreros de la región tienen más seguridad social y pueden exigir beneficios; los dueños utilizan las diferencias entre los grupos para mantener su producción al tener bien controlados a los trabajadores, lo cual no es bueno porque se convierte en menores salarios y beneficios.
En la universidad hay todavía estudiantes sin documentos (oficiales) y por las políticas de la administración del presidente Donald Trump miles de ellos están retornando a México, algunos de mis alumnos han sido deportados.
Psicológicamente puede decirse que es un trauma y cuando llegan a México no conocen a sus familiares mexicanos, tal vez se han comunicado con ellos por teléfono o FaceTime; llegan aquí a vivir y no dominan el español, no conocen las costumbres y no tienen elegibilidad para trabajar, además que muchos prefieren continuar su formación profesional y para ello deben tomar exámenes en español.
Puede que hayan sido estudiantes de alto nivel en Estados Unidos, pero acá no tienen modo de obtener puntos para ingresar a la universidad –como ocurre en las universidades estadounidenses– y es un gran reto para ellos porque son inteligentes, tienen mucha motivación, son muy buenas personas pero están como un pez fuera del agua.
¿Qué pueden hacer las universidades para atender esta situación?
Las universidades podrían desarrollar programas especiales para recibirlos, programas que los preparen para los exámenes de ingreso, programas de aculturación y de dominio del español; después podrían ingresar como estudiantes regulares, pero necesitan esta formación especial para la educación superior y tener éxito pues tienen las capacidades para hacerlo.
Posiblemente se puede crear una entidad como un departamento de tutorías que capacite a los estudiantes para brindar este tipo de atención, y de hecho es algo nuevo que serviría no sólo a los estudiantes de retorno sino a los estudiantes residentes que necesitan también esta preparación.
En el DSC se desarrolló hace décadas un programa de atención a los estudiantes inmigrantes con profesores que impartían clases en español e inglés; al día de hoy numerosas empresas buscan a los egresados de esta universidad porque además de las habilidades profesionales que adquieren poseen las referencias culturales tanto de Estados Unidos como de México y pueden convertirse en interlocutores con empresas de España y América Latina ya que dominan ambos idiomas.
¿Cómo considera usted que debería ser la actitud de los estudiantes al recibir a los jóvenes migrantes de retorno?
Algunos de los mexicanos creen que los mexicoamericanos tienen mucho dinero y tienen buena ropa, pero creo que en general es una buena oportunidad para los dos países. En el seminario hablamos de la posibilidad de un intercambio; por ejemplo, si la Universidad Veracruzana desarrollara un programa especial para la preparación de los estudiantes de retorno, ellos pueden pagar sus estudios a cambio de trabajo y así reciben educación en español y participar ofreciendo a estudiantes veracruzanos tutorías o clases en inglés.
¿Qué impresiones le dejó el seminario en el que participó?
Los integrantes de la UV estaban listos para participar e intercambiar ideas y ser creativos porque entienden que este grupo de estudiantes son un recurso humano muy importante que tiene mucho para compartir con el estado de Veracruz. Tal vez sea posible que intercambien otros valores que pueden integrarse; por ejemplo, en Estados Unidos los jóvenes trabajan desde los 14 años, asisten a la escuela y ayudan en casa, apoyando a la familia.
En los Estados Unidos es normal que todos los miembros de la familia realicen trabajo voluntario atendiendo a la comunidad, a los niños en situación de calle, personas de la tercera edad o a favor del ambiente, pero me parece que en Veracruz no es tan común, es algo excepcional y quizá con el intercambio se pueda establecer este trabajo voluntario como algo cotidiano.
Por: David Sandoval Rodríguez