¿Y dónde está el cartero, Neruda?
“La inteligencia artificial augura el fin de la raza humana”.
Stephen Hawking
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche…” Creo que conocen estos versos y saben quién es el autor. Si no, tan fácil que es internarse a internet y ya está. La vida es bella, cierto, pero ahora facilona de conseguir lo que se quiera, con tan solo dar un “click”, oprimir un botón –aunque finalmente nos sintamos oprimidos-; desde luego que aún no todos tenemos ese privilegio. Pero eso es otro cantar. Como que al mundo le interesa las nimiedades y lo efímero, puesto que parece que así somos, que la vida es breve…
Sin ánimos de inmiscuirme en asuntos que no son de mi incumbencia, y mucho menos si no tengo invitación –¿la ha habido alguna vez?-, sabrán que este 12 de noviembre, como cada año, fue el Día Nacional de Libro, lo que me causa tristeza porque cada día leemos menos libros, empeñados que estamos en perdernos en las redes sociales… Mejor aquí le paro con mi perorata. Ojalá nuestro México apague, un ratito mínimo, el monitor y se ponga a leer más libros. Sé que ya andan por ahí los libros electrónicos. Quien pueda y le guste, pos que lo haga, por lo menos. El chiste es no quedarnos en lo que nos den –pan y circo y…-, si no buscar nosotros mismos el camino y cambiar al mundo… ¿Pero cómo? He ahí la primera pregunta que nos lanza a la búsqueda de los buenos libros chingones, válgase esta expresión. Que cada quien se trace el rumbo. Pa’ eso tenemos cerebro, pa’ eso y muchas cosas más…
Pero, ¿y dónde está el cartero? Porque el mismo 12 de noviembre seguimos celebrando el Día del Cartero. Ya saben que el cartero llama dos veces… ¿Cómo en la película? Los carteros sobreviven ante la tecnología, internet y etc. Tiempos aquellos…
Elias Canetti dijo que nadie es más solitario que aquél que nunca ha recibido una carta. Y Blaise Pascal escribió: “He hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para hacer una más corta”. Aún, creo, estamos los nostálgicos y testarudos del ayer, por no decir los vejetes. Sabía virtud de conocer el tiempo.
Juntos, pero no revueltos: celebro el Día del Cartero y el Día del Libro, compartiendo con ustedes lo siguiente, porque no hay mejor manera de “recordar” más que en vida. Van para ustedes la “Carta para Suecia”, de Slawomir Mrozek:
“Distinguido señor Nobel:
Solicito humildemente que me sea concedido el premio que lleva su nombre. Mis motivos son los siguientes:
Trabajo como contable en una oficina estatal y, en el ejercicio de mis funciones, he escrito unos cuantos libros, a saber: el Libro de entradas y salidas, el Libro de balances y el Libro mayor. Además, en colaboración con el almacenero, he escrito una novela fantástica titulada Inventario.
Creo que le gustarían porque son libros escritos con imaginación y tienen mucha gracia (son auténticas sátiras). Si deseara leerlos, podría prestárselos, aunque por poco tiempo, porque están muy solicitados. Quien tiene más interés es el inspector de Hacienda, ya puedo oír su voz en el despacho de al lado.
Hablando del inspector, preveo que tendré ciertos gastos porque me temo que los libros no van a ser de su agrado. Precisamente le escribo a usted esta carta para que el premio me permita sufragarlos. Por favor, mande el giro a mi domicilio. Dejaré una autorización a nombre de mi mujer, por si yo no estuviera ya en casa el día que venga el cartero. En tal caso, el dinero servirá para pagar al abogado o… Espere un momento, señor Nobel, acaba de entrar el inspector.
Ya se ha marchado. ¿Sabe qué le digo, señor Nobel? Mándeme mejor dos premios. No tiene usted idea de cómo se han disparado los precios”.
De cinismo y anexas
“Ávido de conocerlo todo, de estar al corriente, he llegado a amar los libros muy cortos, fáciles de leer, espaciados, con muchos claros, para poderlos arrojar lo antes posible a la biblioteca y pasar a otro”. (Jules Renard).
Ahí se ven.