Especialistas y organizaciones civiles llamaron al Gobierno federal a reformar las normas que permitan monitorear a las empresas de alimentos y exigirles la fortificación de productos de harinas de maíz y trigo como medida para enfrentar la anemia y malnutrición en Mexico; resaltaron que este proceso debe ir de la mano de la implementación de la Ley de etiquetado aprobada en octubre.
“La nueva regulación de los etiquetados debe estar necesariamente ligada a la regulación de las empresas. Buscamos que se garantice un buen monitoreo para que no se permita que marcas que no están fortificadas anuncien que sí lo están”, explicó en entrevista con SinEmbargo Ana Larrañaga, Directora General de Salud Crítica y Coordinadora de ContraPESO, y ejemplificó con el caso de empaques de cereales que aseguran estar adicionados con vitaminas y minerales, pese a que es falso.
“Un monitoreo adecuado nos va a permitir que normas como el etiquetado se cumplan tanto para alertar que son altos en azúcares y para que no se le permita a las empresas mentir sobre contenidos que sus productos no tienen”, destacó.
En conferencia de prensa, especialistas como Salvador Villalpando, Investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), destacaron las crisis de anemia que enfrenta México, donde uno de cada cuatro niñas y niños sufre anemia, según datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), mientras que una de cada cinco mujeres embarazadas está en la misma situación.
“La anemia en menores de edad obstaculiza el crecimiento y en menores de dos años afecta el desarrollo mental, lo que a la larga los hace incapaces de resolver problemas simples”, alertó Salvador Villalpando.
A ello se suma que existe una baja ingesta de hierro, zinc, calcio y magnesio, especialmente en niños que viven en zonas rurales.
El investigador Villalpando recordó que la población mexicana enfrenta tanto problemas de anemia como de sobrepeso y obesidad, problemas que alcanza el 72.5 por ciento de las y los adultos.
FORTIFICACIÓN DE PRODUCTOS
Ana Larrañaga destacó que la epidemia de malnutrición en México no se va a combatir con ultraprocesados añadidos a los alimentos, pero sí con acceso adecuado a alimentos saludable, por ello resaltó la importancia de modificar la Norma Oficial Mexicana (NOM-247) y así exigir una regulación a las empresas.
“La NOM-247 establece que la industria debe llevar a cabo un control de calidad interno con respecto a la fortificación. Sin embargo, estas medidas son autocontroladas por la industria, y no se establecen requisitos para que las empresas mantengan sus informes para inspección por parte de funcionarios del Gobierno”, explicó.
Aunque la Norma está vigente desde hace casi 10 años y obliga a las empresas a fortificar las harinas de trigo y de maíz con hierro, zinc, ácido fólico y otras vitaminas del complejo B, un estudio de la Fundación Changing Markets reveló que el programa de fortificación de harinas en México ha fracasado porque hay vacíos, omisiones e irregularidades en el seguimiento y cumplimiento de la fortificación de harinas con micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales).
El informe mostró que de 343 muestras de 61 productos diferentes de harinas de trigo y maíz analizadas y de venta en supermercados, solo el 7 por ciento, es decir, 4 de 61 producto, lo están de una manera adecuada.
En este contexto Corey Luthringer, Jefa del Área de Iniciativas y Alianzas Estratégicas de la empresa BioAnalyt, quien destacó la importancia de que el Gobierno y las empresas trabajan en conjunto para fortificar los alimentos.
“La industria debe documentar la calidad, decir lo que hace y mostrar los resultados de sus pruebas, mientras que el Gobierno debe ser una fuente útil de consulta para las industrias”, dijo, y añadió que en los cerca de 150 países donde se implementa un sistema de fortificación de alimentos lo que ha funcionado es una comunicación constante entre las autoridades regulatorias y las industrias.
De implementarse un sistema de monitoreo, dijo, el Gobierno debe compartir datos, ayudarle a las empresas y reconocer que ellas están haciendo el trabajo de fortificar los alimentos.
“El monitoreo es un componente crítico para garantizar que los alimentos están siendo fortificados de acuerdo a los estándares en beneficio de quienes más lo necesitan. Los análisis de laboratorio son sólo una pieza del monitoreo y las herramientas rápidas pueden ayudar a valorar la fortificación de las harinas por su contenido de hierro, en cualquier lugar y en unos cuantos minutos. Sólo monitoreando adecuadamente los programas de fortificación pueden ser implementados exitosamente para tener un impacto en la nutrición”, añadió Luthringer.
Por su parte, la Diputada Carmen Medel, de la Comisión de Salud de la Cámara, defendió que implementar correctamente la fortificación “tiene un gran potencial para combatir la malnutrición” y como evidencia mencionó el caso de Costa Rica, donde la fortificación de harina de maíz y trigo con ácido fólico resultó en una reducción de un 74 por ciento en los bebés nacidos con defectos congénitos.
La legisladora aseguró que en los próximos meses se buscará a la sociedad civil para regular el monitoreo de la fortificación de alimentos, pues dijo que los costos previstos para el Estado por hacerlo serían menores a los de combatir problemas como la anemia.
“Un cálculo aproximado muestra que el costo por persona por año de la fortificación de harina de trigo y maíz en México es de 0.59 dólares, lo que representa un costo bastante bajo, de 0.001 dólar por persona. Los beneficios económicos de la fortificación de la harina superan ampliamente sus costos asociados, en particular el caso de la fortificación de hierro y ácido fólico, donde por cada dólar que invierte en el crecimiento de la harina se ahorra 84 dólares al reducir la anemia”, aseguró la Diputada morenista.