- Manuel Jesús Cach Pérez, investigador de El Colegio de la Frontera Sur, participó en el Simposio “Los bosques en un escenario de cambio climático”, organizado por el Instituto de Investigaciones Forestales de la UV
- Advirtió de extinciones locales de especies, pues el clima no será apto para las plantas y su distribución.
- “La tasa de cambio en el clima está superando la tasa de migración de las especies vegetales”.
Las bromeliáceas epífitas son uno de los grupos de plantas más amenazados por el cambio climático global debido a su alta sensibilidad a la variación ambiental, destacó Manuel Jesús Cach Pérez, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), durante su participación el viernes 29 de noviembre en el Simposio “Los bosques en un escenario de cambio climático”.
Durante este foro organizado por el Instituto de Investigaciones Forestales de la Universidad Veracruzana (UV), el investigador y precursor del Laboratorio de Ecofisiología Vegetal y Sistemas Agroforestales (LEVSA) de Ecosur, impartió la ponencia “Vulnerabilidad de las bromeliáceas epífitas ante el cambio climático y diversas actividades humanas”.
En el Aula Magna “Guillermo Ortiz Mayagoitia” de la Facultad de Derecho, y ante un extenso grupo de académicos y estudiantes, explicó que las epífitas son plantas que crecen sobre otras plantas, como árboles y arbustos, además de que constituyen un componente importante de las comunidades vegetales.
Su diversidad es muy extensa, pues se estima la existencia de alrededor de 30 mil especies. Tan sólo, en los bosques mesófilos de montaña o nublados, las epífitas pueden representar una biomasa de hasta el 45 por ciento del total de nutrientes en los ecosistemas.
Sin embargo, estas plantas tienen una alta sensibilidad a la variación en el ambiente, situación por la cual el cambio climático representa una seria amenaza tanto para las epífitas como para los servicios ecosistémicos que ofrecen.
Ciertas investigaciones han determinado que las bromeliáceas epífitas podrían cambiar su distribución o desaparecer de algunas regiones como consecuencia del cambio climático global.
Lo anterior repercutiría de forma negativa en los ecosistemas en los que estas plantas habitan, al reducir la introducción de nutrimentos, la disponibilidad de hábitats para animales, así como en la biomasa general de los bosques.
Sobre el cambio climático, comentó que éste es atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, al alterarse la composición de la atmósfera global, sumada a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables.
Se trata de un fenómeno que se ha dado a lo largo de la historia geológica de la tierra, pero actualmente diversas actividades antropogénicas aceleran su desarrollo a un ritmo nunca antes visto.
El especialista, cuyo trabajo se centra en la ecofisiología de plantas cultivadas y de ambientes extremos y cómo ésta se relaciona con la sociedad ante el cambio climático, sugirió la urgente necesidad de generar más información que contribuya a la conservación de este grupo de plantas.
Dio a conocer que las bromeliáceas epífitas son consideradas como un hábitat y espacio de anidación para muchas especies de anfibios, insectos, incluso para muchos mamíferos; pueden cumplir como una fuente de agua y alimento para muchos organismos.
Es decir, juegan un rol importante en los ecosistemas y, como cualquier planta, están adaptadas a las condiciones ambientales en las que se distribuyen de manera natural, pero también a la variación microclimática que puede haber dentro de cada sitio.
Cach Pérez subrayó que una de las cosas más conocidas del cambio climático es el calentamiento global. Tan sólo, en regiones de Asia están por encima de los dos grados Celsius en cuanto al incremento de temperatura, y los pronósticos no son nada alentadores para el resto del mundo.
Frente a los escenarios optimistas y pesimistas sobre este fenómeno, ambos apuntaron a que la temperatura aumentará hacia el 2100.
Citó el caso de Xalapa, donde entre 1984 y 2015 la temperatura mínima se ha incrementado dos grados, situación por la cual cada vez hace menos frío. Esto representa un problema muy grave para muchos bosques, como el mesófilo de montaña que es uno de los más amenazados por el cambio climático.
Señaló que las condiciones ecológicas de los bosques mesófilos son consecuencia de la neblina permanente, y con este incremento de la temperatura se reduce críticamente la humedad en los ecosistemas.
“Recordemos que los servicios climáticos no actúan de manera independiente, sino que una cosa modifica a la otra, un incremento en la temperatura modificará la disponibilidad de humedad.”
Otra de las consecuencias del incremento en la temperatura es la formación de nubes a una mayor altitud. Esto, a su vez, hace que haya menor formación de neblina, “alterará el ciclo hidrológico y puede conllevar una reducción de la precipitación en este tipo de bosques”.
Respecto a los efectos predominantemente negativos sobre la biodiversidad, principalmente en plantas, habló de un estrés fisiológico dado por el incremento de la temperatura, reducción a la disponibilidad del agua, y cambios en los patrones de precipitación, lo que podría generar la extinción local de especies.
Al igual que los animales, dijo, las plantas tienen capacidad de migración, pero el problema es que la tasa de cambio en el clima está superando la tasa de migración de las especies vegetales.
“Si no le entramos a una migración asistida vamos a tener extinciones locales de especies porque el clima no va a ser apto para las plantas y su distribución.”