Aperitivo: “Es muy difícil esparcir el amor, y con el odio es muy rápido. Creo que es porque hemos creado una sociedad sospechosa, donde le enseñamos a la gente desde que son niños que todo el mundo es culpable hasta que prueban que son buenas personas. Siempre estamos sospechando de las personas que no conocemos, una cosa lleva a la otra y empezamos a odiar más rápido de lo que empezamos a amar”. (Arun Gandhi).
No es de asombrarse sino de preocuparse por la situación que atraviesa el mundo y, desde luego, México, porque el problema viene creciendo desde hace muchos años: la descomposición del llamado tejido social que, en realidad, se trata de desórdenes en todos los ámbitos de la vida humana –aún humana-, que levantan el hedor de las alcantarillas, sin importarnos, a la mayoría, que ello nos lleve al término definitivo, sin vuelta de hoja, a la desaparición de lo que ahora conocemos como Madre Tierra, vaya, el planeta por donde andamos y desandamos, donde suspiramos, donde nacemos, donde morimos, donde amamos, donde creamos, donde imaginamos, donde construimos, pero, ¡oh contracción!, donde nos destruimos. Parece que estamos en el tiempo de todos contra uno y uno contra todos.
Ya no nos asombra que la muerte y el deterioro de la Tierra aceleren su marcha. Claro, dicen que cada uno de nosotros ponemos nuestro granito de responsabilidad, compromiso e indiferencia.
Hace unos días, en una playa de Reino Unido ambientalistas escoceses hallaron 100 kilogramos de basura en el estómago de una ballena muerta que quedó varada. Le encontraron cuerdas y redes de pesca, vasos y tubos de plástico. Nada extraño. Lo extraño y asombroso hubiera sido no haberle encontrado ni siquiera vísceras. O, mínimo, hubiera sido extraordinario hallar una alienígena. Porque de que somos, somos. Nos está valiendo madres nuestro mundo; preferimos lo banal pero sorprendente, fenomenal. ¿A qué se debe?
Olga Tokarczuk, en su libro Sobre los huesos de los muertos, escribió: “Hoy ya nadie tiene el valor de imaginar nada nuevo. Se habla sin cesar de cómo son las cosas y retoman ideas antiguas. La realidad ha envejecido, se ha anquilosado porque está sometida a las mismas leyes que todo organismo viviente: también envejece. Sus más minúsculos componentes, los significados, sufren el mismo tipo de apoptosis que las células del cuerpo. La apoptosis es la muerte natural provocada por el cansancio y el agotamiento de la materia. En griego, la palabra significa “caída de pétalos”. Al mundo se le han caído los pétalos.
Pero pronto debe llegar algo nuevo. Siempre ha sido ha así. ¿No es divertida la paradoja?”
Claro, siempre hay algo nuevo bajo el sol, aún. Falta alimentarnos del mirar de otra manera. No de atragantarnos de mi…miedos y la negatividad absurda, si se me permite utilizar tal expresión. Porque hay negatividad positiva, pero eso es otra cosa, como un problema que se gesta y se soluciona en el excusado.
Fernando Pessoa, en El libro del desasosiego, escribió: “Hay puercos a los que repugna su propia porquería, pero no se apartan de ella por aquel mismo tipo de sentimiento por el cual el aterrorizado no se aleja del peligro. Hay puercos de destino, como yo, que no se apartan de la banalidad cotidiana por esa misma atracción de la propia impotencia”.
Me quedo con Francisco Hinojosa, cuando dijo en entrevista, en la Feria del Libro de Guadalajara 2019, que son tiempos para estar preocupados, pero también esperanzados, porque con cada cambio llega una oportunidad. Lo importante es diferenciar al profesor del tirano. Y agregó: “Se puede aprender mucho de Trump y de Maduro porque justamente nos dan las herramientas para diferenciar una cosa de la otra. Es como leer un mal libro; siempre leer un mal libro nos aporta algún conocimiento. Ver que esta realidad existe, que es muy fuerte, y que está muy bien afianzada, nos enseña cuáles son los límites a los que podemos llegar”. (milenio.com, 02/12/19).
Ta güeno, pues.
Los días y los temas
Por cierto, ¡tristeza, mía!, que el Programa Internacional para la Evaluación de los Alumnos (PISA) 2018, señala a México con un retroceso en aprendizajes de lectura, matemáticas y ciencias.
Informa que en América Latina, 79 por ciento de los estudiantes están en el nivel mínimo de competencia en lectura, y que no hay avances en aprendizajes de matemáticas y ciencias en los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
¡Me lleva madres! Ah, pero aún hay gente convencida en la educación de calidad en nuestro país. Ah, Dios… ¿De qué país estamos hablando?
Michel Houellebecq, en el libro En presencia de Schopenhauer, escribió: “…es un fastidio vivir en una época de mediocres; sobre todo cuando uno se siente incapaz de elevar el nivel”.
¿Me entiendes, Méndez? ¿O me explico, Federico? Pero somos felices, felices, felices… Puesto que la transparencia simulada oscurece las acciones… ¿A poco? Pero somos honestos, faltaba más, faltaba menos. Si no, botellita de jerez…
De cinismo y anexas
En el cuento “Bon-Bon”, de Edgar Allan Poe, aparece el siguiente diálogo entre el diablo y Bon-Bon:
“Me gustaba tanto por su terrible mal genio como por su feliz facilidad para soltar disparates. En todo lo que escribió solo hay una verdad de peso, una que yo le sugerí por pura compasión, vistos sus absurdos escritos. Supongo, Pierre Bon-Bon, que sabrá muy bien a qué verdad moral me refiero.
-No puedo decir que yo…
-¿De veras? Bueno, pues fui yo quien le dijo a Aristóteles que, al estornudar, los hombres expulsaban las ideas superfluas por la nariz”.
Ahí se ven.