Mitos, realidades y leyendas

 

El título de esta entrega debería tener como remate de Córdoba, mi tierra, porque lo que voy a narrar a continuación de alguna manera está relacionado con mi pueblo, que como en todo pueblo chico pasan cosas y hay de todo como en botica. Lo anterior viene a colación porque a partir de la muerte de José José ocurrida el pasado 28 de septiembre, resulta que se revivieron viejos mitos, cuasi leyendas, según las cuales y por versiones de algunos chismosos que juraron y perjuraron que el también conocido como ‘El Príncipe de la Canción’ en realidad no nació en la colonia Clavería de la Ciudad de México, que nació en Córdoba y que para más prueba, José Rómulo Sosa Ortíz hasta sobrino era de una legendaria dama, Amparo Sosa, que en los años 60 y 70 regenteaba una conocida casa de citas de la localidad que se llamaba ‘Casa Amparo’. Gran mito.

 

Lo que sí es una realidad es que el cantante estuvo muy ligado a Córdoba. El que fue su primer representante y de alguna manera impulsor fue un personaje de allá que era muy conocido y apreciado, Raúl Ortíz Sarmiento, ‘El Chumo’. Raúl debía entre otras cosas su celebridad a que era hijo de una mujer que en su juventud fue lideresa del sindicato de desmanchadoras de café que trabajaban en los beneficios del grano de la región y a quien popularmente se conocía como ‘La Negra Moya’, pero de su historia en otra ocasión nos ocuparemos. También es cierto que José José iba mucho a Córdoba porque había cuando menos tres centros nocturnos que hicieron época en la ciudad en los que seguido se presentaba a cantar: ‘Los Melka’, ‘La Mansión’ y ‘Los Pájaros’, que, por cierto, se encontraba a unos pasos de la casa del que escribe. En conclusión, José José era chilango, pero le tenía especial consideración al pueblo.

 

Como todos ustedes saben, Agustín Lara tenía una cicatriz en el rostro. Cuenta la leyenda que una vez, siendo pianista en un burdel, Agustín tuvo problemas con un parroquiano, se hicieron de palabras y se fueron a los golpes, total, que en la riña el tipo ese le rajó la cara a Lara de tremendo navajazo. Según algunas versiones, ese lupanar en donde el compositor la hacía de pianista se encontraba en Córdoba, en otro legendario lenocinio que había allá por los años 30. La versión se la contó al que escribe alguien que hace algunos años fue la primera autoridad de la ciudad. Sucede que cenando en casa del mencionado ubicada en un suburbio de mi pueblo, al salir a despedirme de la visita a su casa noté que en la esquina de su propiedad, una esquina ‘mocha’ como les dicen, estaba colocada de manera prominente una enrejada que por sus características de forjado enseguida se notaba que era una antigüedad. Lo felicité por tan espléndido detalle y me dijo que la reja la había rescatado del patio en donde había estado ubicada la ‘casa de mujeres’ conocida como ‘La Paca’. “Caray”, le dije un tanto asombrado, “…no, pues no tenía idea de tal burdel”, a lo que asintió él de inmediato: “Sí hombre, era un lugar muy famoso de Córdoba, ahí empezó su carrera artística Agustín Lara, se ganaba la vida cantando y tocando el piano, y una noche en un pleito de cantina un cliente le rajó con una navaja la mejilla por una dama que trabajaba en el sacrosanto lugar”. He revisado algunos datos biográficos del compositor de ‘María Bonita’ y en ninguno viene consignado tal hecho. Otro gran mito genial.

 

Por último, en la película ‘La mujer del puerto’ (1934) de Arcady Boytler y protagonizada por Andrea de Palma, Domingo Soler, Stella Inda, Esther Fernández y Sofía Álvarez. La historia es un drama clásico de la literatura francesa y trata de una joven mujer, Rosario, protagonizada por Andrea Palma, que queda desamparada tras la muerte de su padre y el engaño de un novio de juventud. Ante tal situación, decide abandonar el pueblo, que en la película era Córdoba y emigra al puerto de Veracruz, donde se convierte en una misteriosa prostituta que atendía a los marinos que estaban de paso. Total que sola Rosario, en realidad andaba en busca de un hermano perdido años atrás, y en una noche de pasión con un marino, Domingo Soler, le es revelada la devastadora realidad que sellaría su destino fatal.

 

Esta película no es un mito, al contrario, es una legendaria cinta del cine nacional que elevó a Andrea de Palma a la altura de un mito de nuestro cine, comparándola incluso con el papel de Marlene Dietrich en ‘El ángel azul’ (1930).

 

Cuando puedan vean ‘La mujer del puerto’, está hasta en YouTube, es una mala copia, pero vale la pena cómo se refieren en ese filme clásico a Córdoba.