Morena y el Poder
Salvador Muñoz
Morena, dijera el poeta, es la fuente inagotable de inquietudes y la genial contradicción de lo perfecto. Se encuentra entre sus filas, ¡de todo! desde el edil que se siente ofendido al diputado que te saluda con camaradería; del funcionario de Gabinete que puede hablar contigo hasta cuatro horas seguidas, al legislador que huye a la entrevista; del moreno que te agradece la columna enviada, hasta el que te bloquea en Twitter.
Sí, cualquiera podría decir que esto no es un atributo necesariamente exclusivo de los Morenos, sino que se puede dar en cualquier otro partido, como PAN, PRD y PRI, Verde Ecologista o Movimiento Ciudadano, pero en Morena, las críticas se vuelven más ácidas por una razón simple: están en el poder, están en la cima, tienen el mando… así le pasó al PRI, siendo en este siglo cuasi veinteañero, que la crítica fue con saña y si me apuran, bien ganada. Lo mismo ocurrió en su momento al PAN y su docena de Gloria.
Cuando uno se refiere a los partidos, va implícito que la mayor carga se la llevan los presidentes que ejercieron el poder bajo las siglas de su instituto político, pero igual responsabilidad tuvieron los partidos, que no tuvieron valor para denunciar o señalar a su Primer Priísta o Primer Panista del País, errores o actos de corrupción…
La comodidad de estar en el poder (aunque sea como militante… imagínense en el servicio público) obnubila las entendederas y agregue ese halo de grandeza que hace que alguien en el poder, sea visto por los suyos con la cerviz gacha… ¡aguántenme la metáfora!
¿Ve acaso alguna diferencia entre la militancia panista y priísta con la morenista? ¡no! No hay ninguna… aunque podría haber algunos que arguyan que son peores los morenos… pero también es comprensible… hacía mucho que México no tenía un líder de masas como lo es en este momento Andrés Manuel López Obrador.
En su justa dimensión, tuvimos a un Cuauhtémoc Cárdenas que la Cuarta Transformación nos cambió por un Cuauhtémoc Blanco… Cárdenas Solórzano dio al mexicano una década de esperanza, de rebeldía, de antisistema, que el tiempo se encargó de menguar…
También se tuvo al Subcomandante Marcos, quien combinó varios factores que despertaron en el mexicano su espíritu de justicia con los más pobres: su capucha, el misterio tras ésta, la clandestinidad, su prosa… era algo así como un Chucho El Roto (sin robar) y un Santo, el Enmascarado de Plata…
Hoy, con López Obrador, se vuelve a tener a ese líder de masas, que se deja apapachar por su pueblo sabio y que es capaz de arrullar con un discurso soso, vacuo, incongruente, pero despertar de un jalón con una dominguera propia de Café Tacuva, de la Lagunilla, y marcar agenda desde allí, no sólo con la gente que lo sigue, también con los medios…
Morena, al final, es un fenómeno político-social que tiene dos parangones (en su justa dimensión) en el 2000 y en 1988 pero con una sola diferencia enmarcada en otro fenómeno: las redes sociales. En lo demás, al menos en lo que hemos visto en un año de estar en el Gobierno, se puede decir que Morena es una fuente inagotable de inquietudes y la genial contradicción de lo perfecto, como cualquier otro partido político, porque se cambian las siglas, pero el poder sigue haciendo y siendo lo mismo.