IN MEMORIAM DE ALBERT CAMUS A 60 AÑOS DE SU MUERTE. (V)

El verano.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Con el presenteartículo se concluye el mes dedicado a recordar a uno de los grandes pensadores y escritores del siglo XX, al filósofo de origen argelino y ganador del Premio Nobel de Literatura Albert Camus. La obra escrita por Camus posterior a la segunda guerra mundial, es una obra donde la temática abordada tiene como objetivo reavivar el espíritu del hombre moderno, es de reconocer que a pesar de los horrores y crueldades vividas en el conflicto bélico mundial, Camus no se resigna y busca en sus ensayos que el espíritu no muera, que el hombre adquiera consciencia, se enfrente a sí mismo, voltee y recuerde que si bien hemos tenido muchas etapas inhumanas, también hemos vivido momentos de gloria y grandeza del espíritu humano, el ejemplo más clásico es el mundo griego, ese mundo de libertad, conquista, equilibrio,representa la cúspide el hombre civilizado, si sólo pensamos en Prometeo, Camus realiza la siguiente reflexión:

Los mitos no tienen vida por sí mismos. Aguardan a que nosotros los encarnemos. Basta que un solo hombre en el mundo responda a su llamada para que nos ofrezcan su savia intacta. Tenemos que preservar ese mito y hacer que ese sueño no llegue a ser mortal, a fin de que sea posible la resurrección. El héroe encadenado mantiene en el rayo y el trueno divinos su fe tranquila en el hombre.

En los diversos ensayos que integran el libro: “Verano”, Albert Camus nos enseña la importancia de humanizar al hombre moderno, y trayendo esta reflexión a la actualidad, fácilmente se percibe que lo que menos estamos haciendo como sociedad es humanizarnos, la educación básica, media y superior debe retomar este deber moral, ético, profesional, cuando los jóvenes se acercan a los libros, al arte, algo en ellos se irá transformando, valores tan necesarios como la tolerancia, la amistad, la equidad, el honor, el respeto, se adquieren en el círculo familiar, pero se fortalecen con la formación escolar, créanme que cualquier joven que lea a  Homero, Platón, Aristóteles, conozcan los bellos y educadores mitos griegos, lean el Quijote, al Periquillo Sarniento, es muy probable que se convierta en una mejor persona, la cultura es lo único que nos quita lo bárbaro, pero todo indica que cada día nos alejamos más de ella, y para Camus esto ha sido el principal motivo de nuestra decadencia:

Y nosotros también, hundidos, a pesar de nuestra sangre joven, en la terrible vejez de este último siglo, deploramos a las veces la hierba de todos los tiempos, la hoja del olivo que ya no iremos a ver por ella misma, y las uvas de la libertad. Aquí los hombres retornan a la miseria de los hombres de la que Prometeo quiso salvarlos. Ellos miraban sin ver, escuchaban sin oír, semejantes a las formas de los sueños…”

Por eso la importancia de humanizar a nuestra sociedad y esto sólo se logra con educación, porque a través de las serias y solidad lecturas y formación humanística, aprenderemos a amar la vida, y amar la vida incluye no aferrarnos a ella, en eso consiste la absurdidad camuniana, luego entonces, si ya conozco el absurdo de la vida, lo que menos voy a querer es dejar de vivir y disfrutar mi corta existencia, odiaré los totalitarismos porque minan mi libertad y la vida sin libertad se reduce a nada, aquí queda muy claro la posición camuniana de ser un hombre absurdo y rebelde, un hombre que quiere vivir, amar, ser libre, dañar lo menos que se pueda, respetar la diversidad, ser tolerante, pero defender a ultranza valores y principios no de una época, sino de todos los tiempos, y en esta parte quiero compartirles lo que considero un verdadero testamento humanístico de Camus, el cual se encuentra en el ensayo: “Los Almendros.”

Para ello basta conocer lo que queremos. Y lo que queremos es precisamente no inclinarnos nunca ante el sable ni dar razón jamás a la fuerza que no esté al servicio del espíritu. Verdad es que se trata de una obra sin termino. Pero aquí estamos nosotros para continuarla. No creo suficientemente en la razón para adherirme a la idea de progreso, ni tampoco en ninguna filosofía de la historia, pero a lo menos creo que los hombres nunca dejaron de avanzar en el proceso de adquirir consciencia de su destino. No hemos superado aún nuestra condición y sin embargo cada vez la conocemos mejor. Sabemos que nos hallamos en una situación contradictoria, pero también que tenemos que rechazar la contradicción y hacer todo lo que sea preciso para reducirla. Nuestro cometido de hombres estriba en hallar aquellas fórmulas capaces de apaciguar la angustia infinitas de almas libres. Tenemos que volver a coser aquello que se ha desgarrado, hacer nuevamente concebible la justicia en un mundo tan evidentemente injusto, hacer que vuelva a adquirir significación la felicidad para los pueblos envenenados por la infelicidad del siglo. Conozcamos, pues, bien lo que queremos; afirmémonos en el espíritu aun cuando la fuerza para seducirnos asuma la forma de una idea o de un consuelo. Lo principal consiste en no desesperar. Este mundo está envenado de desgracias en las que parece complacerse. Está enteramente librado a ese mal que Nietzsche llamaba espíritu de torpeza. No colaboremos con nuestra ayuda. Es vano llorar por el espíritu; basta con trabajar por él.”

Y bajo estas premisas se repite en la vida e historia del hombre la fórmula y castigo del trágico personaje llamado Sísifo, consistiendo el castigo en cargar una pesada piedra para llevarla a lo más alto de la montaña y una vez casi colocada en la cúspide, la piedra cae y Sísifo tiene que volver a emprender el absurdo trabajo una y otra vez. Nosotros hemos vivido una larga lucha de siglos y siglos entre civilización y barbarie, cuando hemos creído que lo bárbaro, incivilizado, inhumano e intolerante, era parte de nuestro pasado, de pronto el siglo pasado nos enseñó que seguimos siendo salvajes, y el ambiente que se sigue respirando en el presente siglo no es muy alentador, así, que, volvamos a la formula camuniana y sigamos absurdamente cargando esa pesada piedra para tratar de civilizarnos, nos guste o no, no tenemos mejor opción. El castigo está impuesto, pero mejor veámoslo como un deber. Eso es convertirnos en hombres.

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