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La Jornada / Jessica Xantomila

La industria busca crear confusión entre la población sobre las Norma Oficial Mexicana 051 referente al nuevo etiquetado frontal de advertencia para alimentos procesados, y además está retomando argumentos en contra de la medida que en su momento se emitieron en Chile y otros países donde ya se aplica, advirtieron especialistas.

Ante los señalamientos de los líderes de los consejos Coordinador Empresarial (CCE), Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico) y Nacional Agropecuario (CNA), así como la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias (Canainca), respecto a que no se le tomó en cuenta para este nuevo etiquetado, Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, destacó que de agosto a enero se llevaron a cabo más de 20 reuniones del grupo de trabajo, en las cuales “casi 60 por ciento o más de los presentes eran de las empresas”.

En estos encuentros, agregó, se trabajaba para llegar a consensos, se alcanzaron 175 de 176. “Entonces si no se escuchó a la industria ¿por qué firmó estos acuerdos?”, dijo en conferencia.

Agregó que empresarios han intentado “ilegalmente” incidir en cambiar el nuevo etiquetado. Líderes de las cámaras empresariales querían influir en el presidente Andrés Manuel López Obrador y la Oficina de Presidencia “para determinar una norma que se tiene que establecer en un proceso que debe seguir a pie marcado como se elabora o modifica”.

“Están acostumbrados a dictar las leyes y así lo hicieron en el pasado y hay muchas pruebas. Estaban acostumbrados a dominar el Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles que estableció la Secretaría de Salud en el gobierno de Enrique Peña Nieto para decir que el etiquetado (anterior) era maravilloso y todo funcionaba muy bien”, afirmó.

Recordó que en 2014 se estableció el etiquetado que tenemos actualmente, diseñado por la industria, y “que un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública demostró que ni los estudiantes de nutrición podían entender”. Además, dijo, en su momento tanto la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios y la Secretaría de Salud recibieron cartas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) “diciéndole que ese etiquetado no era adecuado y que tenía un criterio de azúcar que casi duplicaba el máximo de consumo diario establecido”.

Agregó que la industria argumenta que el nuevo etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados podría costar alrededor de 6 mil millones de pesos a las empresas, pero las ventas de Coca Cola Femsa en 2019 fueron de 182 mil millones de pesos, las de Oxxo de 167 mil millones y las de Bimbo de 288 mil millones.

Indicó que la propuesta que la industria presentó fue un etiquetado que mostraba porcentajes “con reglas de tres mal hechas, utilizando gramos en vez de miligramos, un desastre”.

Calvillo insistió en que los argumentos de la industria para rechazar el nuevo etiquetado son similares a los que se expresaron en su momento en Chile, Perú y Uruguay: “que no hay evidencia científica en ningún lado” respecto a que esta medida funcione, así como que sólo 30 por ciento de la ingesta diaria corresponde a productos procesados” o que será un obstáculo para la creación de nuevas empresas.

Ana Larrañaga, directora de Salud Crítica, dijo que el nuevo etiquetado tiene el apoyo de agencias internacionales como la OMS, la Organización Panamericana de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). En las mesas de trabajo para implementar esta medida, también han participado la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Nacional Politécnico e institutos nacionales de salud.

Destacó que evaluaciones en Chile han demostrado que esta medida es efectiva para cambiar el comportamiento de los compradores. “Consiguió que disminuyeran las compras de bebidas azucaradas en 25 por ciento, las de postres envasados en 17 por ciento” y además mejoró en 30 por ciento la identificación de alimentos saludables por parte de las madres de familia.