103 aniversario de la Constitución y antinomias
Respeta tu papel y haz lo que se espera de ti lo mejor que puedas
Emilie Durkheim
En diferentes foros y artículos he expuesto públicamente que grandes fueron los hombres que con ahínco derramaron talento en cada una de las palabras que amalgamaban los sueños de una nación. Hoy mismo en 2020 los riesgos históricos siguen siendo tan latentes, como en el principio edificador del México moderno.
La patología del sistema legal mexicano es expansionista y no eficientista, se tiende a dar derecho no a generar derecho. Muchas veces es el simple derrumbamiento del control legal organizado sobre una anarquía o al bandidaje jurídico sin pretensiones políticas de gobernar, ya que administrativamente ese mar de leyes con inconsistencias genera antinomias que nos alejan del derecho y no se diga en términos de Hart, del buen derecho.
En 2017 escribí un artículo para reflexionar en el marco de lúgubre festejo de los 100 años de nuestra carta magna. Hace 3 años al igual que hoy, como jurista me preocupaba la legalidad y su materia, en ese año como actualmente siguen siendo preocupantes.
Ante la pregunta expresa sobre ¿por qué respeta y obedece las leyes? “Los Mexicanos y su Constitución. Tercera Encuesta Nacional de Cultura Constitucional (Héctor Fix Fierro y Flores, et al), sólo un 38% de la población mexicana considera que las respeta porque nos benefician a todos; en contraste, un estimado de 37.2% sostiene que lo hace para no ser criticado por los demás, para evitar daños a su familia y amistades o, bien, para evitar castigos. Un 22.9% adujo que cumplía las leyes porque es un deber moral; este último porcentaje agrega un componente subjetivo, pues es probable que muchos ciudadanos sólo cumplan las reglas si lo consideran bueno en su fuero interno y, por tanto, en caso contrario, se justificaría su incumplimiento.
Lo anterior es preocupante, a partir de que la legalidad es una condición de eficacia, es decir la validez del derecho( que la gente lo acepte y crean que las leyes se respetan) es la eficacia de las normas. Ante ese gran dilema, el legislador mexicano ha fincado su ejercicio reformador en adherirle derechos al texto constitucional sin analizar el esquema organizacional que le dé eficacia.
Hasta hoy el sexenio que más reformas constitucionales se aprobaron fue el Enrique Peña Nieto con 155, seguido de Felipe Calderón con 110 y Ernesto Zedillo con 77, sin embargo, si la tendencia continua el gobierno de la 4T romperá el récord ya que solo en el primer año lleva en el orden de las 35 formas constitucionales.
Al respecto, ha expuesto el jurista mexicano Pedro Salazar que el gran giro se da a partir de 1982, mismo que también se constata en los datos cuantitativos.
Casi dos tercios de las reformas (66.9%) y más de la mitad de los decretos (56.4%) son posteriores a diciembre de 1982. La nueva dinámica se refleja también en el crecimiento del texto constitucional, medido en palabras. El texto original de la Constitución de 1917 tenía 21 mil palabras de extensión, 65 años después, en 1982, al concluir el mandato del presidente López Portillo, el texto ya había aumentado en 42.6%, alcanzando casi 30 mil palabras.
Con el presidente De la Madrid se inicia un crecimiento mucho más rápido, como efecto de una modernización constitucional más intensa que se hace vertiginoso con los presidentes Calderón y Peña Nieto, durante cuyos mandatos el texto aumenta en más de 20 mil palabras, lo que equivale prácticamente a la extensión del texto original (Salazar, 2016).
Para muestra un botón: el artículo 41 que en 1917 tenía 63 palabras, ahora tiene más de cuatro mil. En primer lugar, ha convertido a la Constitución en un documento que, además de extenso, es oscuro, confuso, inaccesible, farragoso de 741 reformas para el 20 de diciembre de 2019.
Al respecto suelo provocar a mis alumnos (siguiendo la idea de Salazar) con la promesa de aprobarlos en el primer parcial si explican al grupo el contenido del artículo 28 constitucional. Temo que ni siquiera Richard Allen Posner sería capaz de hacerlo de manera convincente y esclarecedora. Y lo cierto es que la provocación podría repetirse con buena parte del articulado constitucional.
Otra muestra empírica es que la Encuesta Nacional sobre la Cultura de la Legalidad y Agenda Legislativa (ENLEGA) se pregunta sobre el cumplimiento de la ley de nuestro país, donde los datos exponen que prácticamente ocho de cada 10 encuestados (75.8%) respondieron que sí respetan la ley, 53.2% señaló que la respeta mucho y 22.6% que algo. En cambio, 20.6% consideró que respeta poco la ley, por 2.4% que respondió que no la respeta nada. Es de subrayar que en un contexto general en donde se asume que no se respeta la ley en el país, las personas tienen una opinión favorable de sí mismas sobre este asunto.
Este es el ambiente sobre el cual gravita nuestra carta magna, hacerla valer, es un gran trabajo y reto histórico, en la medida que más nos alejemos de ella, menos libres seremos, estaremos a la suerte del poder político en turno y no al amparo de la justicia.