Algo más del gigante Kirk Douglas

Para empezar voy a tomarle prestado un pensamiento a Sergio Pitol, por supuesto guardando distancias y las evidentes asimetrías entre su pluma y la mia.

“Soy consciente de que mi escritura no surge sólo de la imaginación, si hay algo de ella su dimensión es minúscula. En buena parte la imaginación deriva de mis experiencias reales, pero también de los muchos libros que he transitado. Soy hijo de todo lo visto y lo soñado, de lo que amo y aborrezco, pero aún más ampliamente de la lectura, desde la más prestigiosa a la casi deleznable”.

Agregaría, además, en mi caso, que también soy hijo del cine que he visto a lo largo de mi vida –seguramente Sergio también lo incluía cuando se refería a todo lo visto por él-, traigo su impronta grabada en lo más hondo del alma y de la memoria. Tengo presentes imágenes imborrables del celuloide que ahí han quedado para siempre.

En mi anterior entrega en la que me referí al gigante de la pantalla grande que nos acaba de dejar, Kirk Douglas, que no solo fue un enorme actor, de poderosa imagen, magnetismo, impresionante personalidad, guapo, carismático, pelirrojo, barba partida, recia figura, simpático, actor genial, solidario y comprometido con las mejores causas de Hollywood, incluso en esa época negra de la industria cuando hubo una época obscura cuando se persiguió y proscribió a todo lo que olía y parecía comunismo, el gran Kirk desafió a ese macartismo que había emprendido una cacería de brujas creando una lista negra de personas a las que ninguna productora podría contratar, bajo amenaza de represalias económicas (no hay que olvidar que ese caso estuvieron Charles Chaplin y Humphrey Bogart, entre otros). Se dice que esa provocación le costó a Douglas no haber ganado el Oscar, a pesar de haber recibido tres veces nominaciones. A finales de los años cincuenta contrató al guionista Dalton Trumbo, uno de los vetados, para adaptar Espartaco al cine.

Pero además de esta actitud gallarda y comprometida del inolvidable Kirk, lo que quería contar es que él estuvo involucrado indirectamente en la producción de una de las más grandes joyas del cine de todos los tiempos, me refiero a ‘Atrapados sin salida’ (‘One Flew Over the Cuckoo’s Nest’, 1975), de los tres únicos films que han ganado los cuatro principales premios de la Academia, en este caso más el de Mejor Guion. Es una historia jocosa hasta cierto punto. Resulta que nadie quería llevar a la pantalla grande esa historia sobre el trato a pacientes en un manicomio. Nadie quería hacer la película. Kirk intentó muchos años producirla en vano. Solo consiguió llevarla al teatro en Broadway en donde se presentó con relativo éxito. Él interpretó el papel protagónico y tenía los derechos sobre la historia.

Entonces decidió darle los derechos a su hijo Michael, aunque quedando como socio. Para Michael sería su primera producción, renunció a la exitosa serie ‘Las calles de San Francisco’. Kirk sugirió que la dirigiera Milos Forman y el hijo para el papel protagónico pensó en Marlon Brandon, James Caan y Gene Hackman, pero ninguno aceptó por el bajo presupuesto, solo Jack Nicholson aceptó, como quien dice de refilón, pero compartiendo las ganancias de taquilla. Kirk esperaba hacer el papel protagónico, cosa que Forman rechazó por considerar que estaba demasiado viejo lo que no gustó a Kirk, quien inició una batalla legal con Michael por los derechos de la película.

“Me la he pasado llorando. Tengo el dinero, al actor principal, estoy por empezar a filmar. Le he dicho a mi padre qué debo hacer y él me ha dicho: habla con mis abogados y eso me ha matado”, contaba en aquel entonces un joven Michael. Finalmente la película se filmó tal como éste la proyecto, es uno de los mejores filmes de la cinematografía mundial, de hecho en 1993 la película fue considerada “cultural, histórica y estéticamente significativa” por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry (www.wikipedia.org). Recaudó muchos millones de dólares en todo el mundo y el padre y el hijo hicieron las paces.

Así era de genial y figura indiscutible del cine el gran Kirk.

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