¿Para qué sirve realmente la ética?
Construir un mejor “yo” es la mejor manera de construir un mejor mundo.
Zig Ziglar
Uno de los más grandes desafíos con los que cuenta la sociedad actualmente son esculpir un perfil con el que logremos disminuir los niveles de conflicto representados en diversas vertientes.
Reflexionar sobre esos temas, requieren tiempo y solvencia, a partir de que para hallar las respuestas es preciso mantenerse al margen de cubrir las necesidades materiales representadas en el sustento de la vida diaria, de otra forma es complicado intentar generar respuestas sobre aquellos temas de los cuales se debe buscar salir adelante como son la corrupción, la inseguridad, la impunidad y la pobreza.
Bajo ese hilo conductor, uno de los tópicos imprescindibles, es, cómo exponer la utilidad de la ética en esquemas donde parece que sacar ventaja sobre el rival de forma deshonesta, más que una actitud ruin se ha posicionado como una ventaja competitividad, y para algunos hasta un sinónimo de inteligencia.
Para ello, esta última semana he tenido la oportunidad de leer a la filosofa española Adela Cortina quien tiene una obra titulada ¿Para qué sirve realmente la ética?, donde expone una serie de ejemplos interesantes entre los cuales destacan las reflexiones que precisaré más adelante.
La ética en términos económicos menciona Cortina, sirve para abaratar costos en dinero y sufrimiento en todo aquello que depende de nosotros, e invertirlo en lo que vale la pena, sabiendo priorizar.
Sirve para intentar forjase un buen carácter, aumenta la probabilidad de ser felices y justos, al ayudar a estimar los mejores valores y optar por ellos.
Sirve para recordar que los seres humanos necesitamos ser cuidados para sobrevivir y que estamos hechos para cuidar de los cercanos, pero también para recordar que tenemos la capacidad de llegar hasta los lejanos, creando vecindarios nuevos. Pero para eso hace falta no solo poder, sino también querer hacerlo.
Para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos. Y que esto vale para las personas, para las organizaciones, para los pueblos y los países. Que el apoyo mutuo es más inteligente que desalojar a los presuntos competidores en la lucha por la vida. Que generar enemigos es suicida.
Para aprender a degustar lo que es valioso por sí mismo , para estrechar con todos aquellos que son dignos de respeto y compasión.
Como mencioné al inicio, estos sucesos requieren tener saciada la vida material de las personas, también lo es que no podemos buscar un mejor futuro sino lo pensamos o actuamos con los valores de relaciones que nos conduzcan hacia allá.
Pero para construir un mejor futuro se requiere integridad, eso que consiste en la coherencia entre las declaraciones y las realizaciones. La integridad es esencial -dice Anthony Downs- para que sean eficientes las relaciones interpersonales, porque el engaño desfigura los mensajes que transmitimos, crea una niebla y ya no sabemos de qué estamos hablando.
Por esa situación es que en términos generales la sociedad ha categorizado como virtud a la integridad, porque hace que las relaciones entre las personas sean más transparentes y eficientes.
En esa tesitura, con la congruencia edificada sobre la ética de la responsabilidad, en donde sea que nos paremos, se puede construir un mejor futuro, al aumentar las probabilidades del buen ejercicio de los presupuestos públicos, los deberes y el entendimiento social, jugar un papel de fecundo progreso, lo contrario a la ética es la corrupción y el saqueo que tantos muertos, robos, calles en mal estado nos representa, por eso la ética decimos, reduce los costos y aumentan bienestar, pero para ello es preciso la congruencia y ahí es donde esta el peso del yunque, porque es fácil decir, pero complicado realizar.