Tantos tópicos y el 9 de marzo
David Quitano Díaz
“¿ Por qué continúas predicando, si sabes que no puedes cambiar a los malvados?, le preguntaron a un rabino. <Para no cambiar yo>, fue su respuesta. Norman Manea
Hace unos días por azares del destino llegó a mí un libro del Filósofo del País Vasco Aurelio Arteta, obra que me llamó la atención por el título “Tantos tontos tópicos” a la vez que la portada está atiborrada de frases cortas que como sociedad a veces tomamos como verdades irrefutables.
Cuantas veces no hemos escuchado expresiones como “Todos harían lo mismos” “todos son iguales” cuando queremos justificar una conducta inadecuada o “Solo cumplo con mi deber” cuando no se quiere aplicar criterio a una situación; ni se diga la expresión “Todos queremos Paz”.
Dichas frases chabacanas son sumamente utilizadas en el día a día, pero los efectos impregnados en estos manifiestos van mas allá de la expresión por sí misma, son una velo que envuelve realidades que nos son comunes pero que pocas veces realmente buscan ser atendidas.
Por ejemplo, los feminicidios en nuestro país, que son en el orden de cuatro mujeres asesinadas al día, a manos de personas que con todo el dolo posible arremeten contras las mujeres por odio o vulnerabilidad.
Las víctimas de estos homicidios no lo han sido de un modo natural ni por un accidente fortuito, sino son consecuencia de un crimen voluntario y organizado. Durante décadas demasiados ciudadanos que se expresan pacíficos han confraternizado con los golpeaban el árbol en los cuerpos de las víctimas, encantados esas personas de recoger las nueces que iban cayendo.
Pero hoy, esas condiciones han cambiado, los dolorosos casos que en los últimos meses se han venido presentados, sumado a la inercia que décadas atrás no tenía voces, éste 9 de marzo converge en una misma voz que es el paro nacional.
Se reclama justicia, no una justicia penal cualquiera, hace falta otra clase de justicia, la política (voluntad de quienes gobiernan) y social, esa capaz de enjuiciar un crimen, es decir capaz de hacer entender que lo que hacen no esta bien porque daña a la sociedad en su conjunto, para ello se requiere argumentar verdades y no enojos, aunque el enojo este mas que justificado.
Es decir, el interés por el cuidado, protección, inclusión y derechos de las mujeres, debe vincularse al interés por la suerte de la entera sociedad mexicana. Si se reclama justicia para castigar y resarcir en lo posible ese pasado daño que aún perdura, lo es con el fin de asegurar un futuro sin terror ni víctimas de ningún tipo.
Ya que de nada valdría reconstruir una sociedad sobre los mismos cimientos que han llevado a su ruina moral y conducido a miles de víctimas, a hacer caso omiso a esta condición, lo cual refleja solamente la carencia moral y humana.
Por ello, si de verdad queremos paz, que se reduzcan los homicidios en general y los feminicidios en lo particular, es decir el estado de sangre y violencia en el país, debemos no solo expresar “Al fin y al cabo, aquí todos queremos paz” sino abrazar todas aquellas expresiones que nos permitan avanzar hacia esa atmósfera.
Y si lo quieren ver como algo político, pues tal vez lo sea, lo político es toda representación popular, la oposición está para eso (aunque también la autocrítica ayuda), para señalar las fallas de quienes en el presente gobiernan, quizás por interés partidista o quizás porque realmente les interese la situación, como sea las masas se mueven y el capital político se encuentra en función de los resultados que dé para todos en conjunto, y hoy disminuir la violencia de género es una demanda que no se puede ni debe dejar de lado.
Pero ello, a mí consideración, no se dará si se parte del supuesto que es una lucha de mujeres contra hombres, eso nos haría perder de vista que es todos contra la violencia, la exclusión y la desigual como contexto social.