Hay un fantasma en mi casa

Salvador Muñoz

Los Políticos

Hay un fantasma en la casa… creo que no hay mejor manera de describir el fenómeno paranormal que vivo con esas palabras… algunas veces alcanzo a ver su sombra deslizándose al comedor, a la cocina, a la recámara, a cada uno de los espacios de la casa… tanto Nina y Lucky como Nicko y Ryan, perrhijos y Gathijos, igual perciben su presencia y contrariamente a lo que podría suponer la lógica del Más Allá, ni aúllan unos ni los demás erizan su pelaje… sólo al igual que yo, pre-sienten su esencia…

Lo he platicado con Doctores, Sacerdotes, Brujos o Hechiceros y no me creen, no me creen que hay un fantasma en mi casa… algunos dirían que es mi imaginación, mis nervios o el estrés, pero cómo explicar entonces cada uno de los sucesos “raros” que engloban… una curandera me dijo que quizás había visto a un muerto… ¿un muerto? No, no creo… pero recordé a Patxi Andión, quien falleció el pasado diciembre. Sí, ese dato no se lo di a la curandera porque estoy seguro que no sabría de quién demonios estoy hablando… Patxi es el cantante y compositor de una de las canciones que a su manera, buscaba liberar de ataduras convencionales a la mujer… “Si yo fuera mujer”. Quizás para muchas, una tontería; para mí, un grito de rebeldía… pero es cuestión de enfoques…

Se oyen ruidos en la cocina; dejo un poco la “escribida” y me levanto… Lucky está sentado, como si acompañara a alguien… aprovecho para empezar a preparar arroz y mientras se calienta el agua, regreso al teclado… ¡zaz! otro ruido en la cocina y estoy seguro que no fue Lucky.  Aparece un sobre de sopa donde había dejado el arroz… quizás no lo entiendan pero para mí es un mensaje claro… esa rara presencia que invade mi casa me dice que no quiere arroz ¡quiere sopa! Se los juro: Hay un fantasma en mi casa.

¿Miedo? Al principio sí, sí tenía miedo… más en la noche cuando tenía que ir a la cama y en medio de la noche, sentía el clásico jalón de cobijas, ese desplazamiento lento que se acompaña con el frío de la madrugada que te obliga a despertar… sí, como les decía… al principio me daba miedo y luego, sabiamente, lo fui aceptando con una o dos cobijas a la mano… me quitaba una, me tapaba con otra… como cuando Nicko, mi Gathijo mayor, empezó a tener la mala costumbre de despertarme en la madrugada clavando su garra en mi cabeza y jalándome el cabello a mordidas para decirme “tengo hambre”… entonces empecé a dormir con una gorra de estambre. Y si piensa que ahora me deja dormir, se equivoca… cambió su despertar violento por poner su suave y fría pata en mi ojo, hasta que lo abro… me levanto a darles de comer a Nicko y Ryan pero cuando regreso a la recámara siento que me está esperando “eso” en la cama… ¡se los juro! Hay un fantasma en mi casa y a veces, no me deja dormir.

Luego tengo la sensación de que todo es producto de mi imaginación y que cuando despierte ya no esté en mi casa, que todo haya sido un sueño, lleno de miedos, de alegrías, de enfados, porque eso es lo que me ha dado esa presencia… ¡claro que me hace enojar! ¡Más cuando deja encerrado en el baño a Ryan! ¡Más cuando se mete en mi cabeza y trata de llevarme la contraria! Aunque también me hace sentir menos solo… como cuando puse esa canción de los Prisioneros, un grupo chileno que creo que uno de sus mayores éxitos fue “Tren al Sur”, allá en los 80, pero que yo lo recuerdo más por ese “himno antimachista” que viene a ser como el abuelo de “El violador eres tú”. Entonces, empecé a hablar solo (o hablarle a ella, a esa presencia) como si realmente estuviera allí: –Su autor hizo esa canción (Corazones Rojos) para un Performance de un grupo llamado Las Cleopatras y luego lo retomó para Los Prisioneros, y en su letra hay expresiones como éstas:

“Eres ciudadana de segunda clase / sin privilegios y sin honor

Porque yo doy la plata estás forzada / A rendirme honores y seguir mi humor

Búscate un trabajo, estudia algo / la mitad del sueldo y doble labor

Si te quejas allá está la puerta / no estás autorizada para dar opinión…”

Pero no me respondió… o no entendió… o es mi imaginación… ¡o ninguna de esas tres! Quizás es que este nueve de marzo, hubo un fantasma en mi casa.

 

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