El reto pandémico
El Estado no podrá, como antes, afrontar de manera unilateral los desafíos del siglo
Emmanuel Macron

Cuando creíamos que los añejos problemas del gobierno de nuestro país se debían centrarse propiamente a cuestiones relacionadas con el crecimiento económico y la redistribución del ingreso, se nos presenta el lastre en su máxima expresión, una pandemia que alerta a las principales soberanías del mundo, el COVID-19.
Me refiero a que el deterioro de la superestructura mexicana está siendo lacerada por todos lados, caída en la recaudación como consecuencia de una economía deprimida, disminución del precio de la gasolina que al ser un derivado del petróleo ha disminuido su precio, lo cual no aumentará el consumo a partir de que la cuarentena hará que los vehículos no se ocupen con tanta regularidad.
Aunado a ese acentuado escepticismo con respecto al ejercicio de las instituciones, que desincentiva la actividad económica en términos de la elección pública y social, una intranquilidad permanente con respecto a su quehacer diario se vuelve algunas de las situaciones que tienen a México en un punto crítico, pero que paradójicamente al mismo tiempo se vuelve momento clave para la edificación de un país transformado y definido como tal.
Ya que, si actuamos responsablemente a partir de este entorno, se puede pensar que, en cualquier vertiente de nuestra vida, los resultados serán positivos, no hay espacio para pensar que el mañana puede ser peor.
Todas las cosas del futuro dependen de nosotros, hasta aquellas que parecen no convenir, pero con amor y unidad saldremos adelante, no hay que tomar a juego lo que es una verdad inocultable, sirva pues estos días para tiempo en comunidad.
Eso nos permitirá que cualquier carencia, o limitación quede de lado, usemos el gran principio de unidad para avanzar.
Con ese marco de referencia, es imperiosa la necesidad de un proyecto de gobierno que tenga como estrategia la reconstrucción de las estructuras y características que den funcionalidad y que eliminen la hipertrofia nacional que se construyó.
Hoy en día, en ese sentido lo más cercano a una agenda real y definida tiende a plantear el objetivo de convertir al presidente en el corazón del Estado y al gobierno el factótum del desarrollo económico. Lo anterior encuadraría perfectamente con el aforismo preciso de Luis Rubio al decir “El desarrollo no es un proyecto de poder: es un resultado de la acción eficaz del Estado”.
Por lo tanto, el gobierno de la república irá consolidando su transformación conforme vaya resolviendo eficazmente los problemas que vive el país, probablemente muchos dirán que es una crisis, que el gobierno no tiene fuerza, se encuentra coludido; pero otros podemos pensar y hacer un análisis no estacionario del problema, mostrándonos resueltos y decir que las manifestaciones aunadas a los demás levantamientos o equis expresión social, son el reflejo del natural proceso coyuntural; transcurso que no solo es administrativo sino de potestad.
Entonces ¿Cuál es la forma para solucionar esto?, a lo que concluyo mayor participación, coordinación y preparación, anteponer los intereses de grupo por los generales, pasar del yo, al nosotros, del a mí no me afecta, a todos somos ciudadanos, pasar de la apatía, al hacer valer nuestro dote constitucional y civil de ciudadanos, en suma, a comportarnos como tales para mejorar nuestra condición nacional.