Intemporal

Pudo ser un día cualquiera. De cualquier mes. De cualquier año. El caso es que por razones que ignoro todos estaban allí (es posible que en alguna parte de nosotros exista un registro donde el tiempo se va escribiendo) normales, desarrollando su vida y sus actividades como lo hacen y como lo han hecho siempre, con dedicación empeño y profesionalismo. Según yo, era el primer viernes de marzo, cuando las mujeres cortan azahares, retoños de hojas de anona y de guayabo, los ponen en alcohol para curar de espanto, cuajo, mollera y otras dolencias infantiles. Muy avanzada en su preñez una mujer morena al pasar junto a mí mencionó que no encontró a la TOTO y que se dirigía de prisa a casa de ANITA LANDEROS porque ya sentía muy próxima la fecha y que aunque algunas lo nieguen, ellas son las mejores parteras. De paso saludó a DON SATURNINO MOLINA el de la tejería, Era tanta la prisa que pasó por alto el detalle que ni YOFO, NI MIGUEL ANGEL PERALTA estaban en la tienda. Todo me pareció dentro de la normalidad y también justifiqué la diligencia mostrada por CANDIL, un vaquero de los que saben (sabían) capar con navaja del arbolito, lo mismo un cerdo que un potro y ni se hinchan, cuando con un freno roto de Acero Monel en las manos, dijo que iba al mejor herrero para repararlo, porque más calificado que DON FIDEL LANDA no hay. No existe, ni aquí, ni en ninguna parte. Casi le grité para recordarle que más adelante de la casa de SEGUNDO el sastre, estaba Don JUAN el frenero; ya no escuchó lo que le indiqué porque algo sobre una silla de montar le decía en voz alta a mi compadre MIGUEL AGUIRRE talabartero y cantante profesional, que contaba en su repertorio para las serenatas algo así como seiscientas canciones. Era aquel, un día agitado. DON FRANCISCO, (CHICO) DOMINGUEZ traía o llevaba en un morral de yute de esos que tienen o tenían unas rayas de colores, el perno de un arado para su reparación al taller de DON ERASMO que junto con TIO LICO Y DON ENRIQUE ARCOCHA eran los más sabios del pueblo porque dominaban todos los oficios, soldaban, arreglaban carabinas, pistolas, rifles, sacaban muelas, componían bombas para bañar ganado, trancas de golpe, molinos para triturar el nixtamal de aquellos de manivela, en fin, eran, son y serán, sin duda, unas personalidades muy queridas y respetadas. ¿Ahora porqué corres? pregunté al CHÉJERE; sin detenerse contestó: no te quede allí parado, vámonos que ya va a empezar el juego y no hay que dejar solos a los nuestros, entonces recordé que la novena de béisbol más poderosa de Carranza jugaba en confrontación deportiva de revancha contra el trabuco de Zempoala, en estos juegos las pasiones se desbordaban al grado que más que jugar a ver quién anotaba mayor número de carreras, se defendía el honor, la dignidad, la supremacía. En fin, una guerra. De Zempoala llegaban camiones cañeros cargados de gente, la mayoría cortadores de caña como porra y como los nuestros, de ánimo explosivo. Los colocaban por la raya de tercera, los de casa por la línea de primera, allá por la cuarta o quinta entrada, la gente de la emoción casi se metía al campo. ¡Qué equipazo!, CARLOS ABURTO, de pitcher, WITIL, de primera, EL GORDO, de segunda, HUEVITO ALVAREZ, parador corto, RENÉ GARCÍA, tercera, BETO MOLINA, en el izquierdo, HERMILO LAGUNES, en el center, en el derecho LA TUZA, en la azotea del edificio de la asociación ganadera se instaló la radiodifusión en la frecuencia de la BB-KK transmitiendo en vivo JUAN EL CINERO. ¡Un juegazo! Trece entradas. ANOCHECÍA. EMPATE. El peligro rondaba el campo. Golpeados por la incertidumbre los mánayer tomaron una decisión salomónica. En otra fecha el desempate en terreno neutral. Sería en LAS HIGUERAS.
Como estoy en cuarentena aquí le paramos. Si les gustó favor de manifestarlo.
SILVESTRE VIVEROS ZÁRATE