La calificadora S&P Global Ratings bajó este jueves la calificación soberana de México a ‘BBB’ desde ‘BBB+’, al prever un impacto pronunciado en la economía por la propagación del coronavirus.
El ajuste se realizó derivado del golpe que el COVID-19 dará a las economías de México y Estados Unidos, su principal socio comercial, y de la caída en los precios internacionales del petróleo.
¿Esto qué significa?
1. La calificación ‘BBB’ significa que el deudor tiene la capacidad para cumplir con sus compromisos financieros, según S&P. Sin embargo, las condiciones económicas adversas o las circunstancias cambiantes tienen mayor probabilidad de debilitar la capacidad emisor para cumplir con sus compromisos financieros.
2. Una calificación ‘BBB’ se encuentra en el noveno escalón de la metodología de Standard & Poor’s, a dos escalones de las notas consideradas especulativas.
3. Una baja en la calificación de la deuda de cualquier país implica pasar a un grado de riesgo mayor, lo que se traduce en la necesidad de dar un mayor ‘premio’ en la compra de papeles de deuda que se emitan en moneda extranjera. Es decir, significa que deberá pagar más por el financiamiento externo. La deuda se vuelve más cara.
4. Otra implicación se relaciona con el hecho de que algunos fondos de inversión que invierten solamente en naciones con cierto grado de calificación dejarían de comprar papel de naciones que han visto una reducción en su nota por parte de las agencias.
Por ejemplo, una firma que compra solo deuda de naciones con nota ‘BBB’, para arriba, retirarían su inversión en la deuda mexicana si esta es rebajada. Es decir, hay riesgos de una salida de capitales.
¿Por qué?
5. En su explicación, S&P Global Ratings dijo que prevé un impacto pronunciado sobre la economía mexicana derivado de la combinación de impactos como la pandemia del nuevo coronavirus COVID-19, tanto en México como en Estados Unidos, su principal socio comercial, y de la caída en los precios internacionales del petróleo.
6. Estos shocks, aunque son temporales, empeorarán la ya débil dinámica de la tendencia de crecimiento para 2020-2023, que refleja, en parte, menor confianza del sector privado y el poco dinamismo de la inversión, detalló.
7. Analistas esperan una contracción económica de México este año. El consenso es de -3 por ciento, aunque algunas estimaciones son de una caída superior al 5 por ciento.
¿Qué sigue?
8. La perspectiva de la nota es negativa, lo que indica una posible nueva rebaja en los próximos meses. Esto en caso de una ejecución de políticas irregular o no efectiva.
Así como «el potencial debilitamiento de las finanzas públicas, debido al difícil balance entre sostener el crecimiento del PIB dada la baja base tributaria no petrolera del país y la rigidez en el gasto, y la creciente presión sobre Pemex, un potencial pasivo contingente para el soberano».
9. Sobre la petrolera estatal, S&P abundó que el perfil financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha debilitado significativamente durante los últimos cinco años y se ha vuelto más vulnerable en medio de la baja en los precios del petróleo.
10. La calificadora indicó que el cambio en la política de energía bajo el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador incrementa la dependencia de Pemex para la producción petrolera e inversión en México.
11. Indicó que esperan que el Gobierno tome medidas para contener la ampliación del déficit fiscal que proyectamos y el incremento en la carga de la deuda soberana como resultado de la desaceleración económica –provocada por los recientes shocks externos.
12. Agregó que la prolongada debilidad de su desempeño fiscal y el consecuente aumento en la deuda, o el riesgo de una implementación débil de políticas, podría tener como consecuencia una nueva rebaja de la calificación.
Aunque por el contrario, podría revisar la perspectiva a estable durante los siguientes dos años bajo un escenario en el que haya una política económica efectiva que aliente la confianza de los inversionistas, y continúe manteniendo déficits fiscales moderados, podría revertir la debilidad estructural del panorama de crecimiento del PIB, lo que ayudaría a estabilizar las finanzas públicas y a sostener la flexibilidad fiscal.
Aunado a las medidas para contener los potenciales pasivos contingentes que representan las empresas propiedad del gobierno en el sector de energía o para aumentar la base tributaria no petrolera, que podría evitar una erosión del perfil financiero del soberano.