BANQUILLO POLÍTICO
POR: SEVERO FRANCISCO MAR MORALES
EMILIO DE JESÚS GIDI VILLARREAL
A UN AÑO DE SU PARTIDA
“MISIÓN CUMPLIDA PAPÁ. DESCANSA EN PAZ: IVÁN GIDI””
“ME ENORGULLECEN LAS MUESTRAS DE CARIÑO HACIA SU PERSONA; TENGAN POR SEGURO QUE LAS RECORDARÉ: CARLOS GIDI”
Es difícil escribir sobre una persona a quien conociste y hoy día ya no se encuentra entre nosotros, máxime si esa persona era una gente buena, afable y con un don de gente como muy pocos lo tienen, de hablar pausado, cadencioso y con extrema serenidad, era la forma en que DON EMILIO GIDI, quien un 18 de mayo de 1942, nace en la ciudad de Córdoba, Veracruz y que estuviera por cumplir 80 años, se dirigía a sus hijos y a nosotros siempre que convivíamos.
Debo reconocer que en toda plática que teníamos con él, siempre nos inspiraba una confianza en extremo amigable, quien durante nuestra etapa de infancia y adolescencia nos transmitió infinidad de consejos, enseñanzas y sabidurías. Siempre tuvo palabras de aliciente para su familia y para con todos los amigos de sus hijos.
Permítaseme amable lector escribir unos breves pasajes, que yo llamo añoranzas en la vida sobre el contacto que tuve con don Emilio Gidi; como primera narración diré que nunca olvidaré cuando reunidos en su casa establecida en la calle Estanzuela número 45 en el Fraccionamiento Pomona, enfrente del Parque “Covina” y para mayor referencia, junto a la Escuela Primaria 20 de Noviembre, vivimos nuestros infancia y recuerdo perfectamente como travesuras y diablurillas de niños y que en ocasiones mentíamos, al fin inocentadas, lo cual con contundencia nos externaba Don Emilio que no era bueno mentir y siempre nos exponía con una tremenda serenidad las palabras “juras decir la verdad, la verdad y más que la verdad…” y al unísono nosotros le respondíamos: “lo juro”. Cabe señalar que a la mano siempre tenía una Constitución Política, al fin gran conocedor del Derecho y en especial del Derecho Fiscal, (y cuando no) cualquier libro, y cada uno de nosotros postrabamos la palma de la mano derecha sobre la Constitución y repetíamos esas palabras…
Recuerdo cuando muchas tardes nos poníamos a jugar, literalmente en la calle la cual improvisabamos como cancha de futbol, badminton o tenis y en el momento menos esperado llegaba DON EMILIO y se juntaba toda la “palomilla” y recibíamos pláticas y consejos… infinidad de veces también, nos daba paseos en una elegante moto que tenía, y que para nuestra edad, nosotros la veíamos como un monstruo por grande, y valientes y sin casco nos subíamos a la misma y don Emilio nos daba varias vueltas a la manzana, siempre bien sujetos con nuestras manos a la cintura de él. ¡Que osados eramos…! Recuerdo que jamás alguien se hubiera caído. Debo hacer hincapié que don Emilio siempre nos inculcó el deber de cuidar a las mujeres, y también el respeto que les deberíamos dar, al igual que a las personas adultas que merecían un respeto incondicional. Nos daba ejemplo al pasear primero en moto a Claudia, la hija mayor, y después a Karina, para ese entonces Vanessa, el miembro femenil más pequeño de la familia, estaba muy chiquita… y después seguíamos todos en fila formados, hasta que nos tocara turno a cada uno de nosotros…
Añoro también cuando siendo Don Emilio Secretario General de la Universidad Veracruzana, formamos un equipo de futbol y lo inscribimos en el torneo de futbol denominado “los Barrios”. El equipo a petición y sugerencia de Carlos Gidi, se llamó “Juventus” y don Emilio nos patrocinó en su totalidad la compra de uniformes, nuestro Director Técnico lo fue el famoso Augusto “Ruso” Zurita Morales, en ese entonces colaborador muy cercano de don Emilio, y todos los fines de semana nos reuníamos en casa de Carlos y de Iván y llegaba una camioneta que conducía el Sr. Gil, para llevarnos al campo de futbol donde nos tocara jugar, bien fuera en los campos “Juárez, (hoy USBI), en las canchas de la escuela Artículo Tercero, en los campos de “San Bruno” e incluso varias veces jugamos en el mismísimo Estadio Quirasco, como juego previo al partido de futbol donde participaba el equipo en ese entonces denominado “Deportivo Universitario Xalapeño”, (DUX), gran proeza a nuestra edad y un orgullo jugar en el Campo Antonio M. Quirasco, “catedral” del Futbol en Xalapa, esa gestión para que nos facilitaran el campo de futbol, la realizó indudablemente Don Emilio Gidi.
Ya en mi época de estudiante Universitario, en algunas ocasiones acudí al Edificio Argentina, donde Don Emilio, en ese entonces, tenía ubicado su Despacho Profesional. Lo fui a visitar con el propósito de que me disipara unas dudas en relación a la materia que llevaba en ese entonces de Derecho Fiscal… y para mí el tiempo no se pasaba en vano. En alguna ocasión de las muchas veces que lo fui a visitar, salí llevando conmigo en la mano dos libros de Derecho Fiscal que él me había amablemente obsequiado, uno era la Agenda Fiscal y el otro, un libro de Color verde de Editorial Porrúa denominado Finanzas Públicas Mexicanas, autoría de Ernesto Flores Zavala.
El último año previo a su lamentable partida, lo veía en forma esporádica descender de su vehículo en el estacionamiento ubicado en donde muchos años estuvo funcionando el cinema “Radio” y con mucha entereza y voluntad veía su gran figura física descender de su camioneta y apoyado siempre -creo yo- por un asistente de Don Emilio, lo llevaban a desayunar al Restaurant Vips, debo manifestar que mi amigo Iván siempre a su lado pendiente de su papá. Muchas veces quise yo saludarlo, pero no lo hice, pensando que al voltear y saludarme, fuera a tropezar…
Desde este modesto artículo, solicitamos de la manera más atenta y respetuosa a las máximas autoridades universitarias de nuestra querida “Alma Mater”, a un año de su partida física, que se construya una estatua y también se pusiera su nombre a alguna calzada, avenida o calle cercana a la zona universitaria, a quién gracias a su personal visión futurista, fuera el creador de la Autonomía Universitaria.
Para terminar, deseo comentar que siempre quise me diera clases en la Facultad de Derecho, de la Universidad Veracruzana pero no tuve esa fortuna. Ahora me doy cuenta que siempre para mí fue un maestro y desde nuestra infancia, nos dio lecciones de vida…
¡Hasta siempre DON EMILIO, jamás lo olvidaré!