CINCO GENIOS SIN EL CERVANTES (I).

Julio Cortázar.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

El 23 de abril de cada año se entrega el Premio Cervantes de Literatura en la Universidad de Alcalá de Henares, en España, en esta ocasión el galardonado es el poeta español Joan Margarit. (Recién suspensión del acto protocolario por COVID-19). A lo largo de la historia de este prestigiado galardón otorgado a los escritores de lengua castellana, lo han ganado figuras prominentes de las letras entre los que se encuentran Alejo Carpentier, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, María Zambrano, Rafael Alberti, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, entre otros. No obstante, por diversas razones y circunstancias, en algunos casos incomprensibles, el premio no se les entregó a reconocidos escritores de la talla de Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, José Donoso, Ernesto Cardenal, Arturo Uslar-Pietri, y precisamente el presente mes lo dedicaremos a conocer parte de la obra de estos cinco genios universales e iniciamos con el escritor argentino Julio Cortázar.

Cuando nos acercamos a la obra literaria de Julio Cortázar, lo primero que nos provoca es asombro ante tanta creatividad, genialidad, erudición, claridad, su lenguaje es preciso, conciso, directo, sencillo, pero al mismo tiempo profundo, considero que si bien existe un antes y un después de “Rayuela” su novela inmortal, obra revolucionaria, Cortázar fue ante todo un gran cuentista, algunos de sus cuentos son considerados por la crítica literaria como cuentos perfectos en su estructura, forma y fondo, e incluso Jorge Luis Borges en su famosa colección: “Biblioteca personal”, donde seleccionó cien obras de lecturas imprescindibles, allí estuvieron presentes los cuentos de Cortázar titulados: “Casa Tomada, Lejana, Circe, Bestiario, Las puertas del cielo, Continuidad de los parques, Las ménades, El ídolo de las Cícladas, Relato con un fondo de agua, Axolotl, La noche boca arriba, Final del Juego, Cartas de mamá, Todos los juegos, el juego, La isla a medio día, El otro cielo.

En su libro: “Clases de Literatura”, Julio Cortázar declara que su evolución como escritor la percibe en tres etapas, la estética, la metafísica y la histórica. Todos los cuentos antes citados se encuentran en la primera etapa, es decir, ingresaremos al universo de la literatura fantástica, el propio escritor señala que en los inicios su principal preocupación era cuidar la forma, esto implicaba que todo lo que iba imaginando, recreando, ficcionando, tenía el propósito central de alcanzar a plenitud la historia fantástica, y si el lector no tiene cuidado en la lectura, al final podrá terminar confundido o sin comprender la trama cortazariana, porque a veces en una palabra, en una expresión, en un objeto, se encuentra la clave para asimilar la historia completa, un ejemplo magistral es el pequeño cuento titulado: “Continuidad de los parques”, el cual me permitiré comentar brevemente.

Aquí el personaje central es un hombre adinerado que está leyendo una novela, y por negocios urgentes la tuvo que abandonar, una vez ordenado sus negocios el personaje volvió a abrirla para terminar la lectura, se acomodó en su sillón favorito: “Dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos”. El personaje para ese momento de la lectura tenia perfectamente ubicado a los protagonistas, sólo eran dos, una pareja de amantes, esta pareja estaba poniéndose de acuerdo para cometer un asesinato, posiblemente quitarse de en medio a un hombre que les estorbaba, la historia solo dice: “la figura de un cuerpo que era necesario destruir”. Estamos casi llegando al final de la historia, tanto el personaje como nosotros sus lectores nos encontramos intrigados y con plena tensión por ver si logran cometer el asesinato, la mujer entra a la casa de la víctima: “Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta en el salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.”

En el cuento: “Las Ménades”, Cortázar además de narrar una extraordinaria historia, realiza un erudito recorrido por la música, la ópera. El personaje asiste a un concierto de música en el teatro Corona, en Argentina. El Director es un aclamado y reconocido Maestro, el personaje nos lo presenta con las siguientes palabras: “En realidad yo le tenía un enorme cariño al Maestro, que nos trajo buena música a esta ciudad sin arte, alejada de los grandes centros, donde hace diez años no se pasaba de la Traviata y la obertura de El guaraní. El Maestro vino a la ciudad contratado por un empresario decidido, y armó esta orquesta que podía considerarse de primera línea. Poco a poco nos fue soltando Brahms, Mahler, los impresionistas, Strauss y Mussorgski. Le eché una mirada al programa. Tendríamos el sueño de una noche de verano, Don Juan, El mar y la Quinta Sinfonía.  No pude menos de reírme al pensar en el Maestro. Sólo yo de puro aburrido podía meterme en un concierto donde después de Strauss, Debussy, y sobre el pucho Beethoven contra todos los mandatos humanos y divinos.  Pero el Maestro conocía a su público, armaba conciertos para los habitués del teatro Corona.

La historia completa es fascinante, por ahora me salgo un poco del cuento y les platico que las Ménades en la mitología griega fueron seres femeninos divinos, futuras ninfas que se encargaron de la crianza de Dioniso, Dios del vino. Orfeo quien es considerado Dios de la lira, de la música, era adorador de Apolo quien es Dios de las artes y estimado como una de las principales deidades griegas, pero, sobre todo, Apolo representa la oposición máxima de Dioniso. Por estos motivos las Ménades van a asesinar cruelmente a Orfeo, no le perdonaron su preferencia por Apolo, y quién iba a imaginar que muchos siglos después el espíritu de las Ménades se encontraba en el teatro Corona en la República, Argentina, e inspiradas en los principios orgiásticos, desenfrenados, irracionales de Dioniso, provocarán un final inesperado en el concierto que dirige un ovacionado Director: “Pero la mujer vestida de rojo iba al frente, mirando altaneramente, y cuando estuve a su lado vi que se pasaba la lengua por los labios, lenta y golosamente se pasaba la lengua por los labios que sonreían.”

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