Economía mexicana en confinamiento
David Quitano Díaz

Mira con atención los principios que guían a los sabios, qué cosas evitan y cuáles desean alcanzar
Marco Aurelio
En tiempos de crisis nada es más complicado que emitir un posicionamiento que no parezca sesgado, ya que nada que sea útil en materia económica es popular, sin embargo, la popularidad en tiempos de crisis no tiende a ser viable en el mediano y corto plazo.
Bajo ese hilo conductor, nuestra economía ya estaba en problemas, pero ahora se avecina la crisis económica más importante desde la Gran Recesión de 2008. El COVID-19 aunado al desplome del precio de petróleo están formando un binomio que está creando una tormenta perfecta para México. Esto ya estamos viendo reflejado en el tipo de cambio bien podría expandirse a toda la economía (para las cadenas internas de suministro). La capacidad productiva esta siento golpeada por la pérdida temporal de fuerza laboral.
A lo anterior se le suma, la caída en el consumo y del cierre de comercios, la caída en turismo, remesas y demanda de exportaciones reducirá los ingresos del gobierno. Como ya lo pronostican prácticamente todos los analistas, esto resultará en una contracción económica este año. Esta crisis podría afectar al sector bancario y llevarnos a otra década perdida como los años ochenta.
Es tiempo de accionar, aun no se tiene un plan para la reactivación económica bajo estas circunstancias, cuando se habla de reactivar me refiero a ayudar a quienes más lo requieren, que paradójicamente es la iniciativa privada, ya que de ella emana la producción y consumo en la economía nacional.
Como ejemplo de lo anterior, son las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) quienes cubren un importante espacio del mercado. Son la columna vertebral de la economía mexicana. Al corte la MiPyMEs generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, no apoyarlas es tan ilógico como inhumano, ya que estas empresas son consideradas como el principal motor de la economía. Y es que, en muchos casos, las PyMEs son las empresas que más empleo dan.
Lo anterior toma una mayor relevancia cuando el gasto gubernamental se redujo en el 0.1% en términos reales durante el 2019 en comparación con el 2018, resultado del subejercicio presupuestal y de un adelgazamiento sistemático del Estado en aras de la austeridad.
Es urgente tomar medidas drásticas que puedan quizás prevenir una catástrofe mayor. Las medidas de Banco de México han sido positivas, pero no serán suficiente para contener el tamaño de crisis que viene. Lo único que queda es una política contracíclica, de carácter fiscal, esto reclama tres horizontes de acción: inmediatas, a corto plazo y a mediano plazo. La contracción económica se traducirá en menores ingresos tributarios.
Si a esto le agregamos la caída de los ingresos petroleros por el desplome de sus precios, los ingresos del Estado mexicano durante el 2020 serán insuficientes para cumplir el ya de por si austero presupuesto.
La economía mundial sufrirá mucho y México está en una posición particularmente débil, hay que evitar que la recesión afecte a los que menos tienen. Es obvio que los gobiernos nacionales deben incrementar de manera significativa su déficit público.
La inversión privada se desplomó por la pérdida de confianza del empresariado provocada por las acciones del gobierno, desde la cancelación del aeropuerto hasta la incertidumbre en el sector energético. Esto se tradujo en una contracción del 4.9% de la inversión fija bruta en 2019 frente a 2018.
Dicha numeralia no tiene partido afecta a todos por igual, de forma inmediata hay que transferir recursos al sector salud para salvar vidas.
Para evitar que 2.4 millones de unidades económicas caigan en bancarrota y que 13 millones de mexicanos pierdan su empleo, el Estado debe asumir el rol de comprador de último recurso para el comercio al por menor y los servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos. Esto implicaría una transferencia de 2.6% del PIB del sector público al privado.
Al respecto Jorge Andrés Castañeda Morales nos menciona en su plan de estímulos fiscales, que a esto se debe sumarse y postergar declaraciones anuales, pagos de seguridad social, acelerar devoluciones de impuestos y aumentar disponibilidad de crédito.
Lo cual suena lógico en el corto plazo, será imperativo reactivar el consumo. Para eso hay que acelerar la dispersión de los programas sociales, duplicar pensión de adultos mayores y establecer un seguro de desempleo. Estas propuestas que buscan reanimar la demanda tendrían un costo aproximado del 0.8% del PIB ello, nos permitiría que ganarle tiempo al futuro.