La Resurrección de Cristo. En este maravilloso día, 12 de abril de 2020, celebramos el Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, Ciclo A, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Juan (20, 1-29): “El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte”. San Juan resalta en la visita de los Apóstoles al sepulcro al Discípulo Amado, que parece ser el mismo Juan, el cual en la Última Cena ocupó el lugar más próximo a Jesús y cuyo intenso amor lo impulsa a ser el primero en llegar a la sepultura, aunque no entró dando la prioridad a Simón Pedro. San Juan presenta tres antiguas tradiciones: el sepulcro vacío descubierto por María Magdalena; la confirmación de Pedro y del discípulo amado sobre el sepulcro vacío; las apariciones a María Magdalena en el jardín y a los discípulos reunidos en el Cenáculo para otorgarles el don del Espíritu Santo.
Las lecturas. La primera es de los Hechos de los Apóstoles (10, 34-43) y presenta el testimonio de San Pedro en la casa del centurión romano Cornelio: “Nosotros somos testigos de cuanto Jesús hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo a los testigos escogidos: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos”. El Salmo Responsorial (117) es plenamente pascual: “Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya”. La segunda lectura presenta dos opciones breves y profundamente pascuales: Colosenses (3, 1-4): “Si ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios”; 1Corintios (5, 6-8): “Celebremos la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad”. La hermosa Secuencia de Pascua dice: “Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza, a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.”
Resurrección y esperanza. La Resurrección es el fundamento de la esperanza cristiana. Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe (1Cor 15, 14) y también nuestra esperanza porque Satanás, el pecado y la muerte todavía nos tendrían sometidos bajo su dominio y esclavitud. Sin embargo, ya no es así porque “Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que han muerto (1Cor 15, 20). Con su muerte, Jesús ha vencido al Príncipe de los demonios, al pecado y a la muerte. Por esta razón, resulta absurdo cualquier culto o fanatismo por Satanás o por la muerte, ya sometidos con el poder del Resucitado. En este día, Cristo nos dice como a los Apóstoles: “¡Ánimo, no tengan miedo, soy yo! (Mc 6,50). “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20) y por eso nada ni nadie puede provocarles miedo ni apartarlos de mi amor: “Ni el hambre, ni el peligro, ni la violencia, ni la guerra, ni las epidemias” (Rom 8, 35). Yo he resucitado y estoy vivo entre ustedes, en la Iglesia, en el sacrificio de la Misa, en la Hostia consagrada, en la Sagrada Escritura, en la persona de los ministros y en la comunidad eclesial que se reúne en mi nombre (SC 7).
+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa
Foto de Elsbeth Lenz