VAQUEROS
Sí. Es recuerdo sagrado dijo Don Beto. Era una noche demente. Nuestro gran defecto Candil es que no estamos hechos para olvidar. La evoco esparcida por toda la planicie cuajada de brillos de relámpagos, un viento que nos golpeaba la cara con la arena y un palpitar de luciérnagas; ellos enloquecidos allá arriba, ellas trastornadas acá abajo como reguero de polvo de estrellas diseminado por el monte humedecido, ¿te acuerdas? Enardecidas también las finas gotas del chipi-chipi se convirtieron en tremendo aguacero, por poco y no nos da tiempo de ponernos las mangas de hule huidizas, voladoras en parte, en ocasiones apretujadas al cuerpo como si estuvieran soldadas. Alzó la mano Don Francisco interrumpiendo. De favor muchacho tráenos otras medias bien muertas dijo Chico Mole. Estaban en el “anono”. Quien no sepa lo que fue el anono en aquellos años en Emilio Carranza que guarde silencio. Yo creo que estuvo más siniestro o por lo menos igual de pavoroso que cuando como venado que huye por la serranía escapó el silencio de donde lo espantó la turbonada. ¡Que pinche silencio! ¡Aterrador!. De esos que causan miedo. Que digo miedo, pavor. Opinó Primor que se había acercado para que le invitaran un trago. ¡Cállate! que tú no fuiste a ninguna arreada y jamás has sido vaquero dijo Liche. Al otro lado de la mesa muy quietos, atentos y también muy experimentados jinetes y arreadores de ganado estaban Güicho Saldaña, Don Canuto Zárate y Tello días representando a Rancho Nuevo, Palo Verde Y El Zapote. No Te vayas Primo dijo Chico Velázquez, algo o mucho de razón tienen tus palabras. Además quién aparte de nosotros ha atestiguado la presencia de una negrura aterciopelada, tachonada, lentejueleada de estrellas y luceros, sí, de esas que producen un encantamiento silencioso, solo interrumpido por el atarantado espuelear del señero (el que viajaba adelante señalando el camino y pitando el cuerno con un monótono jooooi, jooooi, jooooi) que tumbado sobre el pomo de la silla y la crin del caballo fueteando con la derecha, con el cuerno al hombro avisaba a grito abierto y con espanto que como a trescientos metros adelante estaba estacionado en el aire “El Tizón”, aquella luz maligna que espantaba a los animales esparciéndolos diseminados por la medanada. ¡Hay que proteger al ganado! Era la voz y se armaba un movimiento más grande que el mismo aguacero. Yo lo vi varias veces dijo Tello. Yo también apoyó Canuto. Y yo, Liche alzando la mano cual si jurara bandera. Otros nada más levantaron el dedo como cuando en las asambleas del ejido o de la escuela se les preguntaba si estaban de acuerdo con lo propuesto. Cierto. Yo también la recuerdo. ¡Estuvo cabrón! Recuerden que eso sucedió al término de la tempestad cuando el mutismo rompió las amarras que lo aprisionaban y se hizo presente inundando el territorio donde horas antes estaba estacionada la tormenta. De inmediato aparecieron en el ambiente los aullidos lejanos de los coyotes, el rezo canto de los batracios y el mugido de los toros. Sobre todo reaparecieron escuchables nuestros gritos orientando el andar de los animales. ¡Vuelve vaca hija de la chingada! ¡Oye pero que animalito tan terco! ¡Vuelve! ¡Te voy a romper media madre si no te alineas, vuuuelveee! Al tiempo de dar un jalón al freno, un piquete de acicates en la panza y un impulso con el cuerpo para que el caballo entendiera que tenía que empujar con todo. Ahora que dices eso recuerdo cuando a Canuto lo tiró el caballo, si no ha sido por la arena de los médanos te mata. Que putazo te diste Canuto. No es buen jinete el que no cae sentenció. Siempre fue de pocas palabras. Es que ya iba pedo señaló Don Blas Granados quien confesó llevar un litro de caña por si las dudas. Todos alzaron sus botellas dijeron salud y rieron a carcajadas. En el preciso momento en que entré al Anono, Chico Mole que lucía unas polainas de fino cuero y como todos, de guayabera; le echaba una moneda a la rokola y se inició la canción “Cuando vuelva a tu lado” sucedió lo mismo que cuando pasó la tormenta. Se hizo el silencio. ¡Porqué? Si los conozco bullangueros están tan callados pregunté. Es que tú todo cuentas pariente chivo, dijo Primor con una risita que me hizo entender que quería un trago, una señal que juro no haber emitido motivó a Beto Aldana que mencionó dando media vuelta, ahorita se lo sirvo. Chivo, dijo primor, porque todos teníamos un apodo o sobrenombre. Muchos de nosotros, más conocidos por el alias que por el nombre de pila. De inmediato me pusieron al tanto del tema desarrollado y bueno como dijo mi compadre Chompas, después de tres no soy responsable de lo que digo, engolando la voz como procede en estos casos de seriedad cantinera los ilustré de la siguiente manera: lo que sucede Según expresa Lobsang Rampa en su libro “El Tercer Ojo”, en serio. Así les dije. Me miraron sorprendidos como si esa mirada se la dirigieran a Albert Einstein. Primor (el más culto) sonreía, expelió los gases de su estómago y levantando su cerveza me dijo salud pariente, dando a entender que respaldaba lo dicho. No recuerdo exactamente como lo describió el genio del escritor citado pero yo les mencioné que lo que sucede es que la línea perimetral que separa o divide los opuestos es demasiado delgada, por lo tanto, fue lo que determinó donde permaneció confinada la negrura y la claridad, el estrépito, el fragor y el mutismo sepulcral que ustedes vieron que tenía anegada la llanura. Me miraron sorprendidos, como les sospeché ganas de aplaudir, me les adelanté y pedí otra ronda. Me puse de pie y con las manos extendidas hacia abajo como si rebotara un balón les hice la señal de quietos todos. Esto que hoy les comparto es algo que cualquiera puede comprobar con solo tomarse la molestia de indagar con los viejos vaqueros, todavía quedan algunos, de las famosas arreadas de ganado rumbo al rastro del Puerto de Veracruz cuando todavía no existía la carretera costera. La “ruta de la arena” fue sugerida por un joven jinete de aquellos tiempos Don Alberto Cervantes, gran conocedor del oficio y sonámbulo profesional. Anteriormente se arreaba (claro con cinturón bordado, hebilla de acero Monel, botines o botas, algunas con estoperoles) por el camino real pasando por Santa Ana, Palma Sola, Tinajitas etc. Hubo inconvenientes, sí. Sobre todo reclamos de las fonderas que les vendían alimentos y demandaban la paternidad de no sé cuántos chamacos. También que en época de nortes por la ruta de la arena los animales enfermaban algunas veces de “fiebre playera” conveniencias: menor distancia, los animales perdían menos kilos, no había reclamo de que consumieran pastos de algún propietario porque el tránsito era por puro terreno federal, que se abrieron cantinas y restaurantes (fondas) a lo largo del recorrido y que encontraron la cura para la fiebre playera poniendo a hervir retoño y cáscara de chaca o palo mulato con mucho jugo de limón y agua de mar “y reza para que no llueva porque si se moja se muere.” Posterior a mil novecientos cuarenta se construyó la carretera costera. Con ella llegaron los camiones y terminaron las arreadas de vacas, novillonas, toros y novillos rumbo al rastro de Veracruz, con su llegada se fue un oficio dominado entre otros muchos, por personajes recios y honorables como los mencionados que eran además técnicos veterinarios, Hábiles talabarteros, nacateros, capadores, curanderos. Todos sin excepción con su esfuerzo fueron la base para que las nuevas generaciones conocieran los estudios superiores. Hoy la zona cuenta con veterinarios, agrónomos, abogados, ingenieros, biólogos y una ganadería pujante, motor del desarrollo de una amplia zona del estado de Veracruz.
Con admiración, respeto y cariño a los vaqueros y jinetes de mi pueblo.
SILVESTRE VIVEROS ZÁRATE