SIN FRONTERAS
Estímulos monetarios e inflación (II)
Joaquín López-Dóriga Ostolaza
(Segunda y última parte)

En la última edición de “Sin Fronteras” abordamos el tema de los estímulos monetarios y la inflación —o más bien, ausencia de— durante la Gran Recesión y la década posterior.

La realidad es que la ola de liquidez creada por los bancos centrales en la Gran Recesión únicamente generó inflación en los precios de los activos financieros, debido a que el dinero se quedó, en gran medida, atrapado en el sector financiero por la naturaleza de aquella crisis.

Aunque las medidas de estímulo monetario en la actual crisis siguen el manual de la Gran Recesión del 2008-09, pero en versión corregida y aumentada, la crisis actual tiene diferencias muy importantes con aquella.

La Gran Recesión se gestó a raíz de una burbuja de endeudamiento que mantuvo los niveles de consumo artificialmente altos y que, al reventar, devastó al sector financiero y al sector inmobiliario, arrastrando a toda la economía.

En contraste, la crisis actual se da por un parón súbito y prácticamente completo de la actividad económica por razones totalmente exógenas asociadas a las medidas de confinamiento social para contener la pandemia.

A diferencia de la Gran Recesión, en esta ocasión, la economía de Estados Unidos (EU) se encontraba en un buen estado de salud general, cerca de pleno empleo y sin problemas fundamentales, con un sistema financiero bien capitalizado y con niveles aceptables de endeudamiento del sector privado.

En este sentido, es válido preguntar si la receta de grandes estímulos monetarios podría tener consecuencias diferentes sobre la inflación que la observada en la década que siguió a la crisis del 2008-09.

Durante la Gran Recesión la caída en el empleo y la demanda agregada fue mucho menos súbita, pero la recuperación fue muy lenta. Los niveles precrisis de PIB y empleo en EU no se alcanzaron hasta el tercer trimestre del 2011 y agosto del 2015, respectivamente.

En la crisis actual, existe la esperanza de que la recuperación sea menos lenta. Aunque los especialistas apuntan a una recuperación en forma de “U”, el buen estado de salud de la economía previo a la crisis y la implementación de estímulos monetarios y fiscales debería contribuir a evitar daños permanentes y facilitar que la economía recuperará los niveles de PIB y empleo precrisis, en un plazo menor que durante la Gran Recesión.

Asimismo, la introducción de una vacuna en los próximos 12-18 meses debería permitir un retorno a la normalidad más rápido. Tomando en cuenta que el sector financiero está en mucho mejor posición para canalizar recursos monetarios a la economía real (a través del programa de crédito a empresas de la Fed), se antoja que la velocidad del dinero se recuperará mucho más rápido que en la Gran Recesión.

En este sentido, es posible que la ausencia de inflación que vimos después de la crisis del 2008-09 no se repita, una vez que la demanda agregada y el empleo se recuperen.

La inflación le ayudaría al gobierno de EU a reducir el valor real de su deuda que, después de esta crisis, superará 100% del PIB este año y el déficit se aproximará a 17% del PIB.

No obstante, es posible que otros factores, como la debilidad en los precios de los energéticos, siga contribuyendo a mantener los niveles de inflación bajos.

Tomado de El Economista.