“Se requieren medidas urgentes focalizadas en la prevención y reducción de factores de riesgo”: Sonia Lilia Mestizo Gutiérrez
Existen factores modificables, como diabetes mellitus, hipertensión arterial, obesidad, dislipidemia, alcoholismo, depresión, tabaquismo, baja actividad física, y han surgido nuevos, entre los que se encuentran el síndrome de apnea obstructiva del sueño, insuficiencia renal crónica, insuficiencia cardiaca congestiva y fibrilación auricular.
José Luis Couttolenc Soto.
De acuerdo a estudios de la Alzheimer’s Disease International (ADI), poco más de 50 millones de personas en el mundo viven con demencia y se estima que para 2050 la cifra aumente a 152 millones, por lo que se considera que la enfermedad de Alzheimer (EA) es un problema de salud prioritario que requiere medidas urgentes focalizadas en la prevención y reducción de factores de riesgo, así como un diagnóstico oportuno.
Lo anterior fue informado por Sonia Lilia Mestizo Gutiérrez, académica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Veracruzana (UV), quien desarrolla dos investigaciones sobre esta enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria, la orientación, el juicio y el lenguaje, y cuyo trastorno va evolucionando de manera lenta y de naturaleza multifactorial con duración promedio de ocho a 12 años, y su sintomatología pasa inadvertida durante los primeros tres años.
La académica, quien cuenta con Doctorado en Investigaciones Cerebrales y uno más en Inteligencia Artificial, explicó que ADI es una organización fundada en 1984 para ayudar a combatir la EA, la cual es la forma más común de demencia reconocida mundialmente como una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en la población de edad avanzada.
Precisó que existen dos alteraciones típicas: las placas neuríticas o placa senil producida principalmente por el beta amiloide (Aβ,) y la degeneración u ovillo neurofibrilar, conformado principalmente por compuestos de la proteína tau hiperfosforilada.
Luego de asegurar que aún se desconoce su patogénesis, dijo que todavía no se comprenden totalmente los mecanismos moleculares subyacentes, pero el principal factor de riesgo para la EA es la edad avanzada con una etapa tardía (la más común), que se registra después de los 60 años; de acuerdo al Instituto Nacional de Geriatría en México, en 2013 se tenían detectados 700 mil casos, estimándose que el siete por ciento de personas mayores de 60 años padecen algún tipo de demencia, y cada cinco años la prevalencia se duplica.
Además de la edad como principal factor de riesgo para la EA, existen otros factores modificables, como diabetes mellitus, hipertensión arterial, obesidad, dislipidemia (nivel elevado de colesterol o grasa), alcoholismo, depresión, tabaquismo, así como la baja actividad física que constituye un fuerte predictor para la incidencia, aunque han surgido nuevos factores de riesgo entre los que se encuentran el síndrome de apnea obstructiva del sueño, insuficiencia renal crónica, insuficiencia cardiaca congestiva y fibrilación auricular.
Por otra parte, en la etapa severa de la EA las personas requieren ayuda para llevar a cabo actividades instrumentadas y las básicas de la vida diaria, puesto que la memoria se encuentra afectada de forma severa, aunque se conservan recuerdos autobiográficos de la infancia o con una carga emotiva muy alta, el juicio y la toma de decisiones se encuentran afectados, así como el lenguaje y la capacidad psicomotriz, que en ocasiones lleva a estados de postración prolongada.
Sobre la aplicación que se puede dar a la inteligencia artificial en el tratamiento de la enfermedad, Mestizo Gutiérrez consideró que posibilitará una mejor comprensión de los padecimientos neurodegenerativos, desencadenando el desarrollo de tratamientos más eficaces.
Por último, apuntó que en este trabajo cuenta con la colaboración de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, así como del Laboratorio Nacional de Informática Avanzada.
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