Claudia Paola Beltrán García, estudiante del Doctorado en Literatura Hispanoamericana en el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV), es una de las seleccionadas por el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) 2019-2020, gracias al cual desarrollará un ensayo de largo aliento cuyo objetivo es mostrar que la literatura, desde su asidero, se vuelve un correlato de la historia.
La joven ensayista estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Letras Españolas de esta casa de estudios, y la Maestría en Literatura Mexicana en el instituto citado; en ambos programas académicos desarrolló una investigación sobre la obra de Sergio Pitol, un autor a quien admira mucho y por ende dedicó varios años de estudio.
Explicó que en su primera tesis, “Ficcionalización e intertextualidad en Domar a la divina garza”, indaga, principalmente, en tres aspectos: la relación vida/obra; los mecanismos a través de los cuales la realidad puede ser convertida en ficción; y la producción de sentidos a partir del lector, quien es capaz de imaginar una trama potencial.
La tesis de maestría, “Una trilogía de la creación, Sergio Pitol y El único argumento”, explicó, es una propuesta para leer en conjunto tres novelas del autor que, desde su perspectiva, guardan cierta correspondencia y se caracterizan por construir un relato a través de sus procedimientos narrativos, es decir, una historia que es exhibida como una “posibilidad” de escritura.
Para ella, El tañido de una flauta, Juegos florales y El único argumento tratan el tema de la creación artística en forma autónoma, pero se complementan en la lectura seriada.
Actualmente, como estudiante del Doctorado en Literatura Hispanoamericana, también en el IIL-L, investiga sobre los diarios íntimos del escritor argentino Ricardo Piglia.
No es la primera vez que la universitaria recibe un estímulo de esta índole, en 2014 fue beneficiada con el PECDA para realizar un proyecto, también en la modalidad de ensayo, sobre los personajes “raros” en la obra de la escritora mexicana Guadalupe Nettel.
En entrevista para Universo, habló de su proyecto recientemente favorecido con una beca, pero también desde su ojo de ensayista y crítica literaria, de cómo observa el panorama del país y del mundo en plena pandemia de Covid-19.
Ahora que circula un decreto de austeridad en el país y una pandemia mundial, ¿por qué son importantes este tipo de programas que estimulan la creación artística? ¿De qué le sirve a un país invertir en creación y desarrollo artístico?
Es importante remarcar que los estímulos a la creación artística son una inversión que a corto o largo plazo traerán consigo una retribución a la sociedad.
Pero es aún más necesario enfatizar que, la mayoría de los artistas no posee ningún tipo de seguridad social, económica o incluso de salud; desarrollan sus obras en condiciones limitadas y, además, se enfrentan con una sociedad a veces hostil, que subraya a diario su preocupación por la producción de capital económico.
En este sentido, el arte nos ayuda a preservar el patrimonio cultural, pero por encima de todas las cosas nos humaniza. Durante esta pandemia se ha hecho evidente que no podemos solamente vivir como autómatas y seguir la corriente de un mundo que nos aleja de la sensibilidad y nos impide ser empáticos con los otros.
El arte, desde su esfera, nos ofrece nuevas formas de pensar y reflexionar sobre la crisis actual. No como un antídoto, sino como un medio de expresión para condensar el pensamiento de una época y reorganizar la realidad.
Este tipo de programas, como el PECDA, son vitales hoy más que nunca y no pueden ni deben formar parte de las políticas de austeridad, ya que eso implicaría la eliminación de una parte esencial en el desarrollo global.
La propuesta ensayística en sí, “Una historia a contraluz: la Historia que cuenta la literatura”, ¿en qué consiste?
Se enfoca en desarrollar un ensayo de largo aliento trazando un recorrido a través de cierta literatura mexicana del siglo XXI, ahora que han transcurrido las primeras dos décadas.
Uno de los objetivos principales es mostrar que la literatura, desde su asidero, se vuelve un correlato de la Historia –con mayúsculas– y concibe líneas paralelas que manifiestan aquellos sucesos que suelen quedar fuera de los discursos oficiales.
Me refiero a las vivencias de la cotidianidad por parte de los sujetos comunes; aquellos que habitan en los márgenes, que sufren los remanentes de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, del abandono y del silencio al que han sido enfrentados por sus condiciones de existencia.
Me interesa revisar en este proyecto –que intenta ser una suerte de antología y a la vez una revisión crítica– aquellas obras en donde los escritores jóvenes ofrecen un testimonio del “tiempo presente” o plantean la recuperación de la memoria inmediata a través de la experiencia personal.
Pienso que el trabajo estético del lenguaje es indispensable para crear narraciones que se conviertan en relatos significativos para alguien más.
La literatura, desde mi perspectiva, posibilita una mirada “externa” de todos los cambios de la realidad que se reflejan en los sujetos y de todos los cambios que los propios sujetos le generan al entorno.
“Una historia contraluz: la Historia que cuenta la literatura” aspira a ser un mapa de lecturas para reflexionar, también, sobre la función del arte escrito en la sociedad actual.
¿Podrías adelantarnos algunas obras o autores que tienes contemplados?
Algunos de los autores que mencioné en el proyecto que envié son: Fernanda Melchor, Juan Pablo Villalobos, Emiliano Monge, Gabriela Jáuregui, Daniel Saldaña París, Valeria Luiselli, entre otros.
¿Te interesa añadir una reflexión para la comunidad UV?
La Universidad Veracruzana ha sido para mí un espacio de formación no sólo en el aspecto académico, sino también humano, al cual le debo mucho de lo que ahora soy.
Creo que la comunidad estudiantil tiene el deber de defender la educación, las artes, las ciencias, las humanidades para asegurar un futuro en el que exista la conciencia sobre la tolerancia, la equidad de género, el racismo, la diversidad sexual, la libertad de culto y muchos otros temas y discusiones que deben saldarse con urgencia en medio de las contiendas políticas y económicas de nuestro presente.
No podemos seguir esperando y exigiendo que la Universidad –como institución– se responsabilice de las acciones y cambios que nos corresponde llevar a cabo a nosotros, como colectividad.