«En su morada del Cerro del Agua, Heberto Castillo contó de la muerte de su hermano mayor, Raúl. Fue un sábado, el llanto incesante. Al día siguiente, domingo, Heberto, salía de su casa con la manopla y un bat, vestido ya con su uniforme de beisbolista, era pítcher. Su mamá le dijo: – Flaco, tu hermano está muerto. Heberto respondió grave- ¿Y qué culpa tiene la novena, mamá?. Al regreso le dijo: -les colgué los nueve ceros- y se fue a llorar». Lo escribió don Julio Scherer en su libro «Vivir». Foto de movimiento.com.mx