Todo ocurrió hace 800 millones de años, pero ha sido ahora, gracias a las ondas gravitacionales, que los científicos detectaron la fusión entre un agujero negro y un objeto misterioso, que podría ser una estrella de neutrones u otro agujero negro. Las hipótesis están abiertas.
La intensa onda gravitacional creada por aquel suceso altamente energético fue captada en agosto de 2019 por los detectores Ligo (EU) y Virgo (Italia), según un estudio que publicó el martes The Astrophysical Journal Letters.
Sin embargo, los científicos no pudieron identificar qué tipo de objeto se fusionó con el agujero negro, aunque consideran que debió de ser uno especial.
El misterioso objeto tiene aproximadamente 2.6 veces la masa del Sol, lo que lo sitúa en un intervalo entre la estrella de neutrones más masiva y el agujero negro más ligero nunca visto, indica en un comunicado el Instituto de Física de Altas Energías (Ifae).
La estrella de neutrones más pesada conocida no tiene más de 2.5 veces la masa de nuestro Sol y el agujero negro más ligero es de alrededor de cinco masas solares.
Durante mucho tiempo, la comunidad astronómica estuvo desconcertada por la falta de observaciones de objetos compactos con masas en el intervalo desde 2.5 hasta 5 masas solares, una zona gris que se conoce como el “hueco en la distribución de masas”.
Ese intervalo de masas es aparentemente demasiado pequeño para un agujero negro y demasiado grande para una estrella de neutrones, agrega el Instituto de Física de Altas Energías (Ifae).
Cuando las estrellas más masivas mueren, colapsan bajo su propia gravedad y crean agujeros negros; pero cuando son un poco menos masivas explotan en una supernova y dejan tras de sí densos restos llamados estrellas de neutrones, explica la Universidad de Northwestern (EU).
El misterioso objeto tiene alrededor de 2.6 masas solares, lo que le sitúa en el “hueco en la distribución de masas”, cuestionando así su propia existencia, agrega el Ifae.
La fusión entre el misterioso objeto y un agujero negro de 23 masas solares dio como resultado un agujero negro que tiene unas 25 veces las masa del Sol y emitió una intensa onda gravitacional que se ha identificado como GW190814.
Otra peculiaridad de este evento es que la fusión muestra la proporción más inusual entre masas entre dos objetos de un sistema binario registrado hasta la fecha. La masa mayor es aproximadamente nueve veces más masiva que la masa menor, destaca la española Universidad de Barcelona.
“El análisis de la mayoría de señales anunciadas por LIGO y Virgo hasta la fecha ha transcurrido sin grandes sobresaltos pues las masas involucradas han facilitado la identificación precisa del tipo de objetos”, indica José Antonio Font, coordinador del grupo Virgo en la ciudad española de Valencia.
“Afortunadamente, con GW190814, como también ocurrió en parte con GW190425, entramos en un terreno donde las conclusiones ya no son tan sencillas. Es esta una señal apasionante al cuestionar nuestras ideas sobre la formación de los objetos compactos. ¡Bienvenida sea!”, agrega el experto.
Cuando los científicos de LIGO y Virgo detectaron la señal enviaron una alerta a la comunidad astronómica, con lo que muchos telescopios terrestres y espaciales hicieron un seguimiento en busca de luz y otras ondas electromagnéticas, pero no se recogió ninguna señal.
“El suceso GW190814 es un buen ejemplo de cómo las ondas gravitacionales tienen el potencial de cambiar radicalmente nuestro entendimiento del cosmos tanto a nivel astronómico como a nivel de física fundamental”, considera Mario Martínez, coordinador del grupo Virgo del IFAE.
Las ondas gravitacionales, que Albert Einstein predijo en su Teoría de la Relatividad General, son una especie de olas o pequeñas arrugas que se producen en el tejido espacio-tiempo del universo debido a sucesos de gran violencia que generan masivas cantidades de energía, como la explosión de una estrella.
Foto: NASA