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La Razón Online / Luis Hernández

Antes de la invención del control de estabilidad (ESP Electronic Stability Program) en 1995, un camino mojado y una maniobra evasiva repentina elevaban la probabilidad de sufrir un derrape o en el peor de los casos, en un accidente.

Gracias a Bosch la posibilidad de sufrir un derrape de las llantas a consecuencia que el vehículo pierda su trayectoria disminuyó considerablemente. De la misma manera, esta tendencia a la baja fue encauzada por los gobiernos de diversos países que al ver la importancia de esta tecnología hicieron obligatorio el equipamiento de ESP en los vehículos nuevos.

Al día de hoy, el control de estabilidad es obligatorio en todo Europa, EU, China, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Ecuador, Israel, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Rusia, Corea del Sur y Turquía.

De hecho, a los pocos años de su invención, el control de estabilidad se volvió tan esencial como el uso del cinturón de seguridad y las bolsas de aire. Si se trata de enumerarlos por importancia, hay quienes dicen que el ESP es mucho más valioso que si se tienen múltiples airbags.

  • El dato: Se ha vuelto esencial al grado que ocho de cada diez automóviles en el mundo lo equipan, esto 20 por ciento más que en 2017.

Para seguir corroborando la importancia del control de estabilidad se puede decir que además de evitar miles de accidentes fatales, su eficacia es tan solicitada que de 1995 a 2020 se han producido más de 250 millones de sistemas ESP (150 millones en los últimos cinco años).

Pero además de ser un salvavidas en caminos mojados o helados y al evadir obstáculos inesperados, como los animales en la carretera, el control de estabilidad es esencial cuando se conduce en una curva demasiado rápido.

Funciona de la mano del sistema antibloqueo de frenos ABS y de control de tracción TCS, detecta movimientos de deslizamiento de vehículos para contrarrestarlos activamente.

Esto se logra gracias a una serie de sensores inteligentes que comparan el ángulo de dirección y la trayectoria del vehículo 25 veces por segundo. En caso que se detecte un error entre la dirección del automóvil y la que desea el conductor, ESP pasa a la fase de intervención, reduciendo el motor y frenando de forma individual.

Foto: Autocosmos