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Los cambios en la dirección del campo magnético de la Tierra pueden producirse 10 veces más rápido de lo que se pensaba hasta ahora y hasta 100 veces más rápido que los valores que se observan hoy en día, según demuestra un modelado computarizado cuyos resultados explica en un comunicado la Universidad de Leeds (Reino Unido).

Las raíces de este fenómeno están a 2 mil 800 kilómetros por debajo de la superficie del planeta y no son fáciles de observar y medir, pero los científicos están seguros de que tienen que ver con el flujo de hierro fundido en el núcleo externo del planeta. El movimiento convectivo a esa profundidad se acelera y se ralentiza por áreas y se manifiesta en la intensidad cambiante del campo magnético, que a su vez magnetiza de forma variable la corteza.

Múltiples indicios de estas variaciones direccionales se conocen a partir de las mediciones de muestras de roca recolectados por geólogos. El nuevo estudio, que los científicos de Leeds llevaron a cabo en colaboración con la Universidad de California en San Diego, combinó esos datos con varios modelos geodinámicos y obtuvo un conocimiento adicional de múltiples simulaciones por computadora.

Este enfoque puso al descubierto que los cambios más rápidos del pasado estaban relacionados con el debilitamiento local del campo magnético. En particular, los modelos aplicados señalaron un brusco cambio direccional producido hace aproximadamente 39 mil años, cuando los polos magnéticos migraban a un máximo de 2.5 grados por año. Aquel fenómeno se asoció con un campo temporalmente muy débil en una región del Pacífico cercana a la costa de América Central.

VALORES MÁXIMOS

El artículo científico del equipo estadounidense-británico establece las tasas máximas posibles de este cambio direccional en 10 grados al año, el valor alcanzado en el modelado, donde siempre coincidía con una disminución en la intensidad del campo. Este ritmo sería casi 100 veces mayor que los cambios registrados en los últimos años, a medida que el polo norte magnético se desplaza con aceleración hacia Siberia desde un punto en medio del océano Ártico.

Los cambios direccionales más rápidos que dejaron su huella en las rocas sedimentarias fueron registrados en el centro de Italia, donde los cambios angulares en la posición del polo geomagnético alcanzaron un grado al año. Los autores estiman que estos serían aproximadamente 10 veces más rápidos que el valor en torno a 0.1 grados que caracteriza el campo geomagnético moderno.

Todos los picos de intensidad del cambio “reflejan la migración de áreas de flujo de polaridad normal en la superficie del núcleo”, resumen los investigadores.

Las funciones prácticas del geomagnetismo son el posicionamiento geográfico (al que recurren tanto los sistemas de navegación humanos como distintos animales marinos y aves) y también la estabilidad de la atmósfera y la protección de la superficie del planeta contra la radiación espacial dañina. Las variaciones extremas pueden afectar la vida en el planeta en todos estos aspectos.

Con información de RT

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