Como lo manifiestan las variadas definiciones, crear es hacer realidad “algo”, de la nada, y a partir de la capacidad intelectual concebir una cosa material. Para hacerlo muchos tienen diversas formas de trabajo.
Varios son los escritores reconocidos cuya fuente de inspiración fue la cama como el gran poeta chiapaneco Jaime Sabines, o Mark Twain, quien escribió Las aventuras de Tom Sawyer, y otras famosas historias. George Orwel el autor de La rebelión en la granja, también utilizó para la escritura el sitio destinado a dormir, pero no sólo el, Truman Capote decía que para inspirarse debía encontrarse de forma horizontal, de lo contrario no podía pensar. Así lo hizo Juan Carlos Onetti y Proust, este último levantaba su cuerpo de la cama con almohadas para escribir, otro de ellos fue Navokov en sus inicios.
Por el contrario Ernest Hemingway mencionaba que su única forma de inspiración era escribir de pie, los autores Philip Roth y Lewis Carroll, mencionaban que escribir de pie eliminaba distracciones. Para Virginia Wolf autora de La señorita Dalloway entre otras destacadas obras, escribía erguida por imitación a su hermana que pintaba de pie, se menciona que para ella era más fácil alejarse caminando de la escritura cuando le era necesario, Virginia escribía a mano y siempre andaba en la búsqueda de la pluma perfecta para sentirse a gusto al plasmar sus ideas sobre el papel blanco, el paso de los años le hizo escribir sentada.
Hay creadores que cuentan con una rutina muy rigurosa para escribir, tal es el caso de Issac Asimov quien en su autobiografía llamada En la memoria todavía verde menciona que despertaba puntual a las seis de la mañana, sin necesidad de un reloj despertador y daba inicio a la escritura a las 7:30; incansable hasta las 10 de la noche, todos los días, su resultado fue la extensa e importante obra creada. El famoso autor Stephen King trabaja todos los días no importando que sean festivos, iniciando a las ocho de la mañana, no se levanta hasta que no haya concluido 2000 palabras. Murakami lo hace a las cuatro de la mañana, escribe cinco horas al día. Franz Kafka iniciaba su escritura a las once de la noche terminando de escribir entre la una o dos de la mañana. Dan Brown el autor del famoso libro El código da Vinci, inicia a las cuatro de la mañana, coloca un reloj de arenas de sesenta minutos y una vez que se cumple el tiempo, se relaja para continuar o terminar.
Otras formas de inspiración son las que tuvieron el autor de Los tres mosqueteros Alejandro Dumas, contaba con papel de de distintos colores para la prosa, poesía y la no ficción, salía todas las mañanas para dirigirse al Arco del Triunfo, una vez estando ahí comía una manzana como una original forma de inspiración.
Otro francés Víctor Hugo autor de “Los miserables” tenía el síndrome del bloqueo del escritor y para eludir la fuga a la escritura pedía a su asistente que se llevara la ropa lejos de el para verse obligado a permanecer en su casa desnudo sin otra cosa que hacer más que escribir.
Como vemos son muchos y variadas las formas de inspiración.
Xalapa2000@nullhotmail.com