Ya les ha comentado este soldado que con la pandemia se me agudizaron los problemas para conciliar el sueño. Tanto que tuve que recurrir a mis dotes –y a mi dote personal de caldos y añejos- como barman para hacerme unos preparados nocturnos para ver si así lograba pelar ojo en esas noches pandémicas. Era tal el insomnio que tuve que hacer a un lado una a una de mis grandes debilidades en la vida, me refiero al café. Estaba en vías de convertirme en un más o menos competente barista y catador de cafés en grano, pero que se me va atravesando la pandemia y el insomnio por lo que tuve que suspender de plano el consumo del aromático porque había veces que me daban las 6 A.M., y era la hora en la que no podía cerrar los párpados. Pero encontré una solución a ese problema que se acrecienta cuando está de por medio el café, y no lo vaya usted a tomar como una recomendación de mi parte, por favor. A dos cafés, más o menos cargados, les agrego una medida a cada uno de brandy o Licor del 43, que puede ser amaretto, anís o hasta mezcal, para convertirlo en el famoso carajillo. ¡Ah qué cosa tan deliciosa!, y lo mejor es que no me quita el sueño. En la semana me despacho nada más 4, y son muy digestivos. Gran invento este del carajillo, pero por favor no siga mi ejemplo. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.