TOMAR DISTANCIA

Por: Alberto Calderón P.

Estas dos palabras juntas representan muchas cosas en este momento que nos encontramos en el ojo del huracán, la pandemia por el coronavirus ha estado atacando agresivamente llevándose hombres y mujeres de todas las edades.

Primero los vimos en el lejano oriente y la distancia parecía enorme, tan lejana, como muchas de las noticias sobre virus en diversos espacios del planeta, pensamos que sería algo pasajero, focalizado, viajo por avión, barco, carretera, por el contacto del amor, del beso, acompañó a la gente que estaba de vacaciones y se fue con ellos a sus casas, penetró en las familias, las amistades y desconocidos. Cubrió muy rápido el mundo entero, recorrió muchos lugares que parecían seguros, surgieron muchas cosas que ni la ficción hubiera imaginado, el ataque de microscópicos seres que penetran por nuestra boca, nariz, ojos y en poco tiempo ya dentro de nuestro cuerpo empiezan a causar estragos al sistema respiratorio.

Se paralizan las actividades y nos dicen que tenemos que escondernos del virus para que no entre a nuestro cuerpo si nos encontramos expuestos, confinados unos días, se convierten en semanas y después meses, los indicadores cambian, primero se habla de armonía en el hogar, que poco a poco se convierte en tedio, ahora podremos ver la series y películas que hemos postergado pero después de un tiempo nos aburren, nos sugieren que leamos, cuando no estamos acostumbrados, también nos piden que nos ocupemos de arreglos en casa. En ocasiones por falta de herramientas, voluntad o simplemente ya cambiamos el foco fundido y no necesita otra cosa el hogar. Hemos hablado del hacinamiento que provoca irritación, en espacios reducidos no se puede tomar distancia y menos privacidad. La gente acostumbrada haciendo su vida en la calle empieza a ver como si esto fuera un castigo.

Mucha gente incrédula, no hace caso de recomendaciones, el gobierno incluido, a las carreras se hacen compras de equipamiento médico en Asia, principalmente en China, llegan productos de mala calidad, después mejoran. Las cifras se vuelven incrédulas, los casos aumentan, los hospitales amplían sus espacios para la atención de ya no cientos, se vuelven miles. Se pide a la población guardar una sana distancia, surge “Susana distancia”, se convierte en una frase pegajosa, y resulta exitosa. Muchos mexicanos estoy seguro se salvan de contagio y el riesgo de muerte guardando distancia como dice Susana. Los más relajados no siguen las recomendaciones, más contagios y todos los días vemos con terror como se incrementan las cifras, vemos a mucha gente sin cubrebocas y sin guardar distancia entre ellos y sin lavarse las manos.

Los resultados de una investigación de la UNAM indica que el 71% de las personas fallecidas por el virus tenían como escolaridad máxima la primaria. También señala que del 84% de los decesos la mayoría son amas de casa, jubilados, empleados del sector público, conductores y profesionales no ocupados. Estas cifras tienen una lectura diferente a las que se escucha en la conferencia diaria por parte de la Secretaría de Salud. Aunado a ello vemos a los funcionarios de primer nivel y al propio Presidente de la República hablar igual a los entrevistados en cualquier colonia de cualquier parte del país, a mí me dijo Hugo López que con que guardara sana distancia, (haciendo un ademán alusivo) era suficiente, que no está comprobado científicamente el beneficio del cubrebocas. Con estas actitudes se confunde más a una sociedad a la que se le dice reiteradamente que lo use. El contagio es grande, las muertes muchas, demasiadas, cuídate, nos vemos la próxima.

Xalapa2000@nullhotmail.com

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).