De los Ángeles a los Demonios
Dra. Denisse de los Angeles Uribe Obregón
Magistrada del H. Tribunal Superior de Justicia
La influencia de los estereotipos en la violencia de género
México es un país diverso y pluricultural, una nación de coloridas tradiciones en la que prevalecen costumbres ancestrales que enriquecen nuestro acervo cultural, sin embargo, también subsisten patrones sociales negativos que se repiten a pesar de los esfuerzos por erradicarlos, uno de ellos es el machismo.
Es común escuchar que las conductas asociadas a actitudes machistas forman parte de la cultura popular, pues el estereotipo del macho mexicano se encuentra muy arraigado en nuestra sociedad, situación que se ha reflejado a través del cine y la televisión, todos recordamos al menos una película que enaltece el machismo erigiéndolo lastimosamente como motivo de orgullo nacional.
De acuerdo con la socióloga Carmen Lugo quien fuera directora de la revista FEM, el machismo puede definirse como una serie de conductas, actitudes y valores que se caracterizan fundamentalmente por una autoafirmación sistemática y reiterada de la masculinidad. Este patrón se basa en la dominación y sometimiento de un género sobre otro, estableciendo entre ambos una relación de poder-sumisión.
Desafortunadamente las conductas machistas no siempre logran identificarse fácilmente, habitualmente pasan desapercibidas como consecuencia de su normalización y comúnmente son aceptadas por quienes las padecen.
El psicoterapeuta Luis Bonino define a estas acciones como “micromachismos”, describiéndolas como actitudes de dominación “suave” o de “bajísima intensidad”, sutiles e imperceptibles que atentan en diversos grados contra la autonomía femenina.
A pesar de que en ocasiones estos comportamientos, -tal como señala el citado autor- no se realizan de manera premeditada, muchas veces sí se practican con la intención de ofender, marcando la pauta para que en el futuro se desarrollen conductas más agresivas.
Las actitudes machistas deben identificarse como el primer signo de alerta ante la violencia de género, definida por Naciones Unidas como todo acto de violencia que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico, incluidas amenazas, coacción o privación arbitraria de libertad.
La antropóloga Marta Lamas menciona que este tipo de violencia se manifiesta cuando se siente amenazada la superioridad del hombre o cuando la mujer se opone a ser dominada; ante estas situaciones el agresor hace uso de la fuerza para lograr su objetivo.
La problemática es alarmante no sólo en nuestro país sino a nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud señala que una de cada tres mujeres en el mundo ha experimentado violencia física o sexual.
En México de acuerdo con datos del INEGI, dos de cada tres mujeres han sufrido al menos un acto de violencia de género, mientras que el 43.9% ha enfrentado agresiones por parte de su pareja, en el extremo de estas conductas agresivas se encuentra el feminicidio, la expresión más violenta y cruel de la misoginia.
La violencia no debe normalizarse, debe denunciarse, es obligación del Estado poner en marcha acciones tendientes a erradicar esta problemática, pero también es responsabilidad de nosotros como ciudadanos corregir actitudes machistas desde casa, combatiendo estereotipos de género.
Debemos desarraigar la idea de que el machismo forma parte de la naturaleza humana o de la idiosincrasia mexicana, impulsando la igualdad de género y promoviendo masculinidades responsables para encaminarnos hacia una sociedad igualitaria y libre de violencia de género.