«El patrimonio arqueológico frente al turismo», fue el tema de la XVI sesión del Webinario Internacional de Arqueología de la UV.
“Muchas veces buscamos cosas que no tenemos y lo que tenemos no lo cuidamos”, remarcó Margarita Barrera, de la Universidad de las Islas Baleares, España,
Las arqueólogas destacaron la importancia de generar programas de reapropiación de los bienes patrimoniales.
Karina de la Paz Reyes Díaz,,
Más allá de pensar que el turismo significa una amenaza para el patrimonio arqueológico, debe verse como un actor más que contribuya a su salvaguarda, y la comunidad académica tiene un papel importante en ese planteamiento, coincidieron arqueólogas en la XVI sesión del Webinario Internacional de Arqueología (WIA), organizado por la Universidad Veracruzana (UV) a través del cuerpo académico (CA) Arqueología del Paisaje y Cosmovisión, y que versó sobre “El patrimonio arqueológico frente al turismo”.
Margarita Barrera Cañellas, catedrática de la Universidad de las Islas Baleares, España, comentó que éste es un país líder en turismo de sol y playa, y paralelamente tiene un patrimonio cultural muy poco conocido. Por ejemplo, citó que muy cerca de Córdoba está uno de los palacios más importantes del califato cordobés, que estuvo en funciones hace aproximadamente nueve siglos.
“El problema que nos encontramos es que tenemos mucho patrimonio que desde el punto de vista arqueológico se está destrozando, porque eso sí, somos líderes en saqueo y en expolios; por otro lado, tenemos la zona de la España interior que está absolutamente despoblada, lo que aquí se llama ‘la España vaciada’.”
La académica expuso que con la pandemia por Covid-19 ha incrementado hasta un 30 por ciento el turismo en el patrimonio cultural, lo cual exhibe el potencial económico que significa el legado arqueológico.
“Nuestra propuesta es que no podemos seguir construyendo hoteles ni campos de golf, porque a nivel medioambiental es absolutamente insostenible.”
Su propuesta en cambio es que los bienes patrimoniales se exploten económicamente hablando, para que resulte atractivo a los propietarios; con el concepto de “economía circular” reutilizarían lo que ya se tiene, así se conserva y se crea un motor económico para la región.
Para muestra, citó que trabajan en Bordón, pequeño pueblo de Teruel, que tiene una iglesia muy antigua y podría resultar de interés para la gente interesada en la historia medieval, los templarios, incluso quienes están abocados a las terapias alternativas, pues descubrieron un fresco donde quedó plasmado cómo enseñaban a meditar en aquel tiempo.
“Muchas veces buscamos cosas que no tenemos y lo que tenemos no lo cuidamos”, remarcó la académica.
En tanto Magdalena A. García Sánchez, profesora-investigadora de El Colegio de Michoacán, citó que la movilidad siempre ha sido deseable; sin embargo, “estas hordas –porque con todo respeto creo que es lo que son cuando llegan en esas cantidades– se convierten no en una piedra en el zapato, sino en zapato sin suela, en una pesadilla.”
Una vez aceptado que el turismo es una pieza clave en términos económicos, es necesario remediar y prever, subrayó, pues implica destrucciones en distintas escalas: “No se trata de que por dinero y la derrama económica se sacrifique todo lo demás, incluido el bienestar del lugar que se visita”.
Por ello, remarcó como necesaria e imprescindible una revisión de los planes de manejo de los sitios que están debidamente registrados.
Por otro lado, habló de los sitios y lugares que no están protegidos y que no están registrados en la lista de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ni mucho menos, sólo en el ayuntamiento al que pertenecen.
“Zonas arqueológicas, cuevas, pinturas rupestres, canales, todas las manifestaciones arqueológicas de diferentes épocas que a veces conviven en un solo paisaje cultural y a nadie le importan porque no saben para qué fueron hechos.”
Por ello, citó la labor que podrían desarrollar instituciones de educación superior y la comunidad científica social, para promover la participación de las sociedades locales, las cuales son eventuales custodios de este patrimonio, es decir, generar programas de reapropiación de los bienes patrimoniales.
Para ella, la mejor vía no son ni los excursionistas ni los turistas, sino los viajeros, pues a diferencia de los otros, no tienen itinerario, les gusta involucrarse con la gente local, así como entender otras formas de vida.
Un punto más que citó como necesario es trabajar en programas de interpretación del patrimonio y así mover a la reflexión de quien los visita. “Conectar gente del pasado con la del presente, más que hablar en ‘arqueologués’.
”Es muy terrible lo que voy a decir, colegas y escuchas: a la gente quizá no le interesa que nosotros tengamos el mejor y más pulcro análisis de la lítica que hayamos hecho en la vida, pero le interesa saber cómo se rasuraban, cómo se cortaban el cabello, cómo se trenzaban, algo más relevante en temas de la vida cotidiana.”
A manera de dejarlo para reflexionar destacó: “Podríamos hacer del turista un visitante y, a la vez, un aliado para la conservación del patrimonio arqueológico e histórico”.
Por su parte, Ericka Ortiz Pucheta, responsable del Centro Cultural del Sotavento del Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), retomó el hilo de lo dicho por su antecesora y subrayó que quienes son profesionales de la arqueología no están integrados dentro de la industria turística, lo cual provoca desinformación.
Subrayó también la importancia de la divulgación del patrimonio en los sectores educativo y turístico, así como en la comunidad o comunidades más próximas al patrimonio arqueológico.
“Se debe generar un diálogo entre patrimonio y turismo, y uno de los elementos que puede permitirlo es el desarrollo sustentable. Éste nos puede dar las pautas para tener un turismo arqueológico de manera armónica”.
En sus palabras, “un público interesado no destruirá nunca el patrimonio, y si mantenemos canales de comunicación efectivos la gente valorará su patrimonio, lo cuidará lejos de destruirlo.”
Finalmente, Xóchitl León Estrada, profesora-investigadora de El Colegio de Veracruz, coincidió en que el tema concierne al sector empresarial, productivo, académico y a las comunidades asentadas en los entornos arqueológicos.
El conversatorio fue moderado por Lourdes Budar Jiménez, directora general de la Universidad Veracruzana Intercultural, y se desarrolló el 10 de septiembre por las plataformas Zoom y el Facebook: WIA.UV –en éste se encuentran disponibles todos los conversatorios que se han desarrollado.